
Toda persona trans es culpable hasta que se demuestre lo contrario

En los últimos días, Lizy Tagliani se convirtió en blanco de ataques y suposiciones infundadas justo en un momento clave de su vida: está haciendo realidad su deseo de formar una familia, atravesando la etapa final de un proceso de adopción. Es una instancia especialmente sensible, cargada de emoción y ansiedad, que exige cuidado y respeto. Pero lo que recibe, en cambio, es exposición mediática y sospecha. Quienes la rodean cuentan que está triste pero fuerte, segura de que no tiene nada que ver con la denuncia que circula. Y lo que duele es eso: que un acto de amor tan profundo como el de maternar se vuelva objeto de persecución, solo por ser quienes somos.
Este tipo de acusaciones infundadas y suposiciones maliciosas han puesto en tela de juicio su idoneidad como madre y como persona, y evidencian, una vez más, cómo las personas trans somos sometidas a un escrutinio desproporcionado y discriminatorio. Sabemos que este tipo de persecución no es un hecho aislado. Sin ir más lejos, el presidente argentino, en el Foro Económico Mundial de Davos, vinculó la mal llamada “ideología de género” con el abuso infantil, una afirmación sin fundamento que estigmatiza a la comunidad LGTBIQ+ y perpetúa estereotipos dañinos.

A nivel internacional, en los últimos días, el Tribunal Supremo del Reino Unido dictaminó que el término “mujer” en la Ley de Igualdad de 2010 se refiere exclusivamente a personas nacidas con sexo biológico femenino, excluyendo a las mujeres trans, incluso aquellas con Certificado de Reconocimiento de Género (GRC). El reconocimiento de las mujeres trans no resta derechos a ninguna mujer, sino que amplía la inclusión y la justicia para todas, respetando la identidad de cada una sin disminuir las conquistas alcanzadas. Sin embargo, el fallo establece que las mujeres trans vamos a ser excluidas de espacios y servicios reservados para mujeres, como vestuarios, refugios y servicios deportivos, entre otras pérdidas de derechos y protecciones.
Esta decisión ha generado protestas masivas en varias ciudades británicas, donde miles de personas han salido a las calles en defensa de los derechos de las personas trans. Y si bien hemos visto en estos días un fuerte apoyo también en el caso de Lizy, alguien reconocida por su integridad, una persona que siempre ha sido transparente y generosa, y que tiene el apoyo y respeto de sus pares, estos eventos reflejan una tendencia preocupante: la instrumentalización de las personas trans como chivos expiatorios en discursos políticos y mediáticos, desviando la atención de problemas estructurales más profundos y perpetuando la discriminación y la exclusión.
El daño a Lizy en un momento tan delicado de su vida ya está hecho, y la gente no pareciera preocuparse por la veracidad o no de las acusaciones. Ella está siendo castigada por haber tenido la osadía de querer formar una familia, y aunque hemos crecido en nuestra lucha en las últimas décadas, casos como estos parecen reforzar que no somos iguales ante la ley, que toda persona trans es culpable hasta que se demuestre lo contrario.
MBC/AH/DTC
0