Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
Coronavirus

Laboratorios, televisión y comité de expertos: qué dicen los médicos de la pandemia, cinco años después

Argentina tuvo la cuarentena más larga del mundo.

Milagros Moreni

0

La pandemia lo cambió todo, desde lo público a lo privado. Se trazaron nuevas dinámicas cotidianas, otras formas de vincularse y comunicarse. La pandemia modificó también los consumos culturales. Explotaron las redes sociales, los influencerse, los vivos en Facebook e Instagram, los cumpleaños por Zoom (Zoomples) y las compras por tiendas virtuales. En radio y televisión —los medios más tradicionales y estructurados— también nació otra agenda, una que subía en picos de audiencia y sólo hablaba de una cosa: qué es, cómo se previene y cómo se contagia el coronavirus.

Para explicar estos aspectos, dar las nuevas cifras de contagiados y muertos, y anticipar novedades desfilaban médicos e infectólogos. De un día para el otro debieron dejar, en algunos casos, su timidez, y la rigidez del sistema sanitario para convertirse en los principales divulgadores de lo que estaba sucediendo. Mientras tanto también se exponían al virus, sentían miedo y trabajaban a destajo ad honorem.

elDiarioAR habló con algunos de ellos cinco años después para conocer cómo les cambió la vida aquella crisis sanitaria, qué aprendieron y qué dudas quedaron. Compartieron conclusiones, reflexiones y hasta una anécdota cuyo protagonista prefiere no asumir. Recordó cómo llegó a atender 4.600 consultas telefónica de manera gratuita. “Era un momento muy especial de ayuda a los pacientes por la desesperación, la sensación de pérdida, la cercanía con la muerte y la idea de que podía no haber una cama para hospitalizarse”, dijo.

Florencia Cahn: “No podíamos creer que fuera real lo que estaba sucediendo”

Florencia Cahn es médica Infectóloga por la Universidad Nacional de Buenos Aires (MN 114.399) y directora de vacunas en la Fundación Huésped. Estuvo en la línea de fuego de la pandemia como miembro de asesores del “Comité de Expertos” del Ministerio de Salud del gobierno de Alberto Fernández. En su memoria quedaron grabados el ritmo precipitado de los acontecimientos y el sonido de los aplausos de las 21 por el personal de salud que se apagaron tiempo después con escraches y amenazas.

“A la época de la pandemia la recuerdo en diferentes etapas. Al principio, descreimiento. La verdad que no podíamos creer que fuera real lo que estaba sucediendo, pero empezamos a ver las noticias primero de China, después de Europa y de Estados Unidos, y ahí ya todo se empezó a tornar real, aunque increíble. Recuerdo que empezó a ser un desafío importante para todo el equipo de salud, porque al mismo tiempo que había miedo, incertidumbre, había que ponerse a trabajar más duro que nunca. Había que seguir haciendo los esfuerzos por atender a la gente. Recuerdo también esa primera noche que salí al patio de mi casa, las 9, estaba todo el mundo aplaudiendo al equipo de salud, parecía que todos juntos éramos invencibles y que la pandemia nos iba a hacer mejores. Y bueno, ya sabemos qué pasó después. Esos aplausos se transformaron en escraches al personal de salud. Todo se fue volviendo claramente más hostil”, dijo la infectóloga a elDiarioAR.

Para Cahn es “obvio” que “con el diario del lunes hay cosas que se podrían haber hecho diferentes”, sin embargo está convencida de que “en cada momento se hizo lo que se consideró mejor”. “A pesar de que, obviamente, cada persona fallecida duele, cuando uno ve los números un poco más duros, ve que el exceso de mortalidad por la pandemia en Argentina fue de las más bajas del mundo. Entonces, en ese sentido, me parece que siempre por lo menos desde el lugar del comité asesor se dieron las opiniones basadas en la evidencia científica y en lo que se consideró mejor”, señaló.

“En mi carrera fue un crecimiento. A veces crecer duele porque hay también muchos obstáculos en el camino, pero me permitió aprender. Creo que fueron tiempos intensos, difíciles, porque a la vez que estábamos haciendo y trabajando teníamos miedo por nuestros propios seres queridos”, consideró Cahn, y concluyó: “La verdad es que no sé si nos dejó muchas enseñanzas, porque finalmente la grieta también se metió en la pandemia. La política se metió en la pandemia y, de hecho, lo estamos también viendo ahora, cómo la política se mete en temas que son sanitarios y cuánto mal le hace. Yo no creo que la pandemia nos haya hecho mejores personas. En definitiva, con la pandemia, terminó saliendo lo mejor y lo peor de cada uno. Hubo mucha solidaridad, hubo mucha empatía, pero también hubo mucho de lo otro”.

Elena Obieta: “Me sentía un arma biológica”

La infectóloga Elena Obieta (MN 76451) todavía recuerda la primera vez que tuvo noticiaas sobre el coronavirus. Era diciembre del 2020 y se preguntó: “¿Qué se nos viene?”. Meses después tuvo la respuesta. Ella no se había tomado vacaciones de verano. Estaba en eso cuando el secretario de Salud le dijo: “No te podés ir de vacaciones”.

Para ella, la pandemia fue un punto de inflexión que hasta definió nuevas formas de comunicarnos. “Todo el mundo, aunque no sean médicos ni infectólogos, se refiere a la pandemia como 'esto me pasó prepandemia, me casé intrapandemia, me divorcié pospandemia'. O sea, fue un hito en la historia de todos”, compartió.

“Recuerdo ese primer año negando el miedo como cuando decís 'fingimos demencia y seguimos para adelante'. Mi marido y yo, los dos infectólogos. Yo me sentía un arma biológica. Iba y hacía las compras a mi madre muy mayor, que se tuvo que encerrar, que eso le generó más deterioro cognitivo aún, y yo me ponía un barrijo y la abrazaba de atrás cuando le llevaba las compras. Era llegar a casa y decir: 'Che, ¿y si me lo pesqué?'. Usábamos barrijo, nos cuidábamos, aprendíamos todo el tiempo. Marchas, contramarchas. Una enfermedad nueva que vino a cambiar el mundo desde todo punto de vista: desde lo sanitario, desde lo económico, desde lo político, desde las fronteras, desde todo”, apuntó.

A Obieta le quedó grabado a fuego “el primer año sin vacunas”. Un período en el que mandó “el miedo a la papelera de reciclaje”. “Lo negué y seguí trabajando con todo mi amor. También tengo grabado lo que sentía cuando se enfermaba un compañero de trabajo, algunos estuvieron muy graves, o que se murieran pacientes míos que en otro contexto no se hubieran muerto. Fue muy, muy doloroso”, confesó.

Aunque su vida profesional no cambió con la pandemia, excepto porque estudió más que lo que lo hace habitualmente, sí le cambió en lo personal. Sintió emociones que creyó lejanas, se incorporó a la Secretaría de Comunicación de la SADI (Sociedad Argentina de Infectología), y descubrió su “don de comunicar cosas”.

“Con el coronavirus creo que tendríamos que haber aprendido algo; que estamos todos en este mismo mundo, que es una sola la salud, que los virus viajan, que los virus mutan, que si tenés una infección respiratoria y fiebre no viajes en colectivo sin barbijo”, reflexionó la infectóloga, y destacó el “maravilloso desarrollo rápido y veloz de las vacunas, que fueron efectivas”.

“Algunas un poco más, algunas un poco menos, pero fueron efectivas y nos salvaron de que no desapareciera la raza humana”, dijo Obieta. También resaltó como positivo que “haber aprendido y tomado la tecnología de las vacunas basadas en el ARN mensajero va a facilitar las próximas vacunas” que seguramente serán necesarias en la próxima pandemia.

Roberto Debagg: “Las vacunas evitaron 24 millones de muertos, según un estudio”

Roberto Debagg es infectólogo y pediatra, presidente de la Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica. Él recuerda la época de la pandemia “como la más difícil en la vida de infectólogo y en la atención de los pacientes”.

“Era un momento absolutamente de ayuda al prójimo. Creo que la enseñanza que dejó es que nunca la Argentina había estado pensando ni preparándose para tener una pandemia. Y una de las feas enseñanzas que quedan es que hoy, creo, tampoco estaría preparada para una próxima pandemia en lo que significa la preparación de un proceso”, dijo a elDiarioAR.

“En cuanto a las enseñanzas positivas es que existieron las vacunas. Hay un estudio del año pasado que de una revista sumamente prestigiosa que demuestra que las vacunas evitaron 24 millones de muertos y el 90 por ciento de todas las vacunas eran vacunas de ARN. Para la próxima pandemia vamos a tener la vacuna de ARN o vacunas proteicas que van a ser hechas más rápido, que ya hay estudios que demuestran seguridades”, añadió.

“Tanto es así que ya no se habla en el mundo de vacunas de ARN, sino de inmunoterapias de ARN mensajero. Y hoy los niños que nacen en el mundo, que no nacen en situación de pobreza, que nacen con acceso a la salud, son niños que van a vivir más de 100 años porque el conocimiento que se generó en el ARN mensajero y en la inmunoterapia los va a hacer vivir más. Porque no solo va a prevenir infecciones, sino hay para tratamiento de cáncer, para enfermedades raras, no transmisibles. O sea, hay un futuro de vida a partir de ese conocimiento de las vacunas de ARN”, explicó.

Desde su punto de vista, y sin lugar a dudas, “la gratificación de la atención de los pacientes, la recuperación de ellos y la generación de lazos representa un cambio de la vida profesional de muchos” y eso es lo que más atesora de aquella época ocurrida cinco años atrás.

Ricardo Teijeiro: “Tenemos que aprender a tener un sistema de salud acorde a este tipo de necesidades”

Ricardo Teijeiro, médico Infectólogo (MN 14620), recuerda la pandemia como un momento en el que los profesionales de la salud, especialmente los médicos, debieron tomar un rol de toma de decisiones. A la fecha le queda la satisfacción de “haber cumplido con el objetivo”, pero también la reflexión sobre algunas “equivocaciones” propias de situaciones en las que todo es desconocido.

“Pusimos muchísimas, pero muchísimas horas de trabajo. Estábamos las 24 horas del día al lado del teléfon para asistir a alguien. No teníamos este momento de decir 'voy a descansar'”, repasó Teijeiro, que compartió algunas conclusiones.

“Pandemias van a seguir viniendo. Lo positivo creo que fue el trabajo solidario y en conjunto. Aprendimos a trabajar fuertemente todos los grupos sociales. Ese es un aprendizaje muy importante”, dijo. “Lo negativo que yo puedo decir es que tenemos que aprender a tener un sistema de salud acorde a este tipo de necesidades. Nuestro sistema de salud, inclusive hoy, tiene muchas fallas y no está preparado para cosas del día a día, menos para una pandemia. Eso es un aprendizaje que debemos tomar”, contrastó.

Para él, el gran pendiente que dejó la crisis sanitaria cinco años después es no haber encontrado un medicamento para el tratamiento. La enfermedad, aunque ya no forme parte de una pandemia, sigue siendo un riesgo para la salud y tener una medicina efectiva sería lo deseable.

Conrado Estol: “Aprendí que el conocimiento bien comunicado puede salvar vidas”

El caso de Conrado Estol fue atípico. Él no es infectólogo, es neurólogo (MN 65006), sin embargo su capacidad para la oratoria generó magnetismo en la sociedad y una y otra vez apareció al aire para explicar la situación sanitaria. Lo tiene contado: dio exactamente 4.000 entrevistas.

“La pandemia de COVID-19 fue una de las experiencias más desafiantes que hemos tenido y atravesado como humanidad. Y en lo personal, la verdad que fue un momento que me marcó profundamente como médico y la casualidad, las coincidencias, hicieron que además fuera como comunicador. Esto último simplemente pasó discutiendo en el marco de la familia con mi hija. Me dijo 'grabá algo', lo subimos a Instagram, lo circulamos y ese mensaje se viralizó. Así fueron creciendo los seguidores y también las consultas de los medios”, explicó Estol sobre su insólito fenómeno.

Para él el fenómeno tenía una lógica detrás: “Desde el principio entendí que la gente necesitaba tener respuestas claras y basadas en evidencia. Había un contexto de incertidumbre y desinformación (...) A lo largo de casi tres años di más de 3.000 entrevistas, he llegado a 4.000. Las anotaba una por una con el objetivo de tratar de ayudar a la gente a entender qué hacer, cómo protegerse y sobre todo cuándo vacunarse”, recordó.

Estol recibió miles de mensajes a su teléfono partícular en los que le preguntaban si la vacuna era segura, cuántas dosis se recomendaban, qué vacuna era mejor. Llegó a hacer siete entrevistas por día.

“Si miro para atrás, veo con claridad que la ciencia y la información clara y la responsabilidad individual, fueron las herramientas más poderosas que tuvimos para enfrentar la pandemia. Y mi mayor satisfacción es haber contribuido algo, lo que sea, como se dice normalmente, con el granito de arena, para que algunas personas tomaran decisiones informadas sobre su salud. Fue un desafío enorme, pero si algo aprendí es que el conocimiento bien comunicado puede salvar vidas”, afirmó.

Hugo Pizzi: “Fue un virus con una capacidad destructiva inimaginable”

Desde Córdoba, hablando rápido y con el humor típico de su provincia, el infectólogo, epidemiólogo y docente universitario Hugo Pizzi (MN 54101) aparecía en televisión con chaqueta, por zoom, y daba cátedra con algo de simpatía y algo de enojo sobre cómo debía prevenirse la COVID. Hasta el día de hoy tiene críticas a algunos manejos de la pandemia en la Argentina y dudas sobre el sistema de vacunación.

“Creo que hay cosas que son elogiables: el servicio a la comunidad que prestaron médicos, enfermeras, periodistas, que eran emisores de conceptos sanitarios, personal en general. Ha sido realmente conmocionante ver todo eso. Yo he perdido la mitad de mi equipo, por ejemplo, para tener una idea. Lo triste de todo esto es que se cometieron muchos errores, o sea, no solo a nivel local, el gobierno local, el gobierno nacional, sino la Organización Mundial de la Salud. Yo recuerdo la Organización Mundial de la Salud decir, dejen el barbijo, no viene el contagio por ahí y realmente la Universidad Nacional de Córdoba a rajatabla seguía insistiendo que no lo dejen porque era aerolización, entraba por nariz y boca”, mendionó.

“¿Qué nos ha quedado? Nos ha quedado una infraestructura más sólida, reflejos expeditivos, más ágiles, más hábiles. Tenemos vacuna propia, pero eso a nivel de grupos de investigación y grupos médicos que sufrieron mucho. Pero a nivel de la población general, a menos que mejoremos la educación, se olvidaron de todo. Sí, hay algunas cosas que quedaron como positivas, los avances, pero en general fue algo tristísimo, inesperado, un virus absolutamente desconocido con una capacidad destructiva inimaginable”, analizó.

A cinco años ya de la cuarentena dispuesta por el Gobierno contra la pandemia, escuchar las voces de quienes estuvieron en la primera línea contra la COVID-19 siguen siendo necesario. La pandemia fue un desafío médico y una prueba ética, comunicacional y social. Nos dejó vacunas, duelos, aprendizajes… y también olvidos. Hoy, mientras el mundo vuelve a mirar hacia adelante, queda una pregunta abierta: ¿realmente aprendimos algo o estamos esperando la próxima emergencia para improvisar desde cero?

MM/JJD

Etiquetas
stats