El río Paraná continúa con su descenso en varios puertos de Entre Ríos, donde la bajante histórica que comenzó en marzo del 2021 provocó cambios en la vida ambiental, económica, productiva y social, y los especialistas estiman que podría continuar hasta la segunda mitad del otoño.
La perspectiva al próximo 30 de abril “no permite esperar un rápido retorno” a la normalidad, advirtió este viernes el Instituto Nacional del Agua (INA), con probabilidad de extenderse al menos hasta la segunda mitad del otoño.
En Paraná, la capital provincial, el río descendió hoy a -27 centímetros (por debajo del nivel del mar), superando las marcas de 1971 (0,50 metros), de 2020 y 1970 (0 metros).
Por eso, hay que remontarse a 1944 para registrar una situación peor que la actual, cuando el río marcó -1,40 metros frente a Paraná, al igual que en Diamante (-1,38), Victoria (-41) y en La Paz (-1,11).
De esa manera continúa muy por debajo de su nivel de aguas bajas (2,30 metros) y de su altura promedio para febrero (3,47 metros) en la capital entrerriana.
Además, el Instituto Nacional del Agua (INA) indicó que estos niveles tan bajos se mantendrán hasta marzo inclusive, prevaleciendo una “tendencia desfavorable”.
En el noroeste entrerriano, en la ciudad de La Paz, el río Paraná bajó a sólo 40 centímetros, lejos de los 3,20 metros de límite de aguas bajas y de los 4,47 que la Prefectura Naval Argentina (PNA) registró como promedio entre 1996 y 2020 para este mes.
En el puerto de Diamante, más al sur de la costa entrerriana, el río mantiene un descenso desde mediados de noviembre y hoy permanece con -6 centímetros, por debajo de los 2,40 metros del límite de aguas bajas y del promedio histórico de 3,46 de febrero.
También en Victoria baja desde noviembre y desde el pasado 23 de enero no logran tomar la altura debido a que no se cuenta con la tecnología necesaria para medir por debajo del cero.
De esta manera, se mantiene por debajo de aguas bajas (2,60), de sus 3,63 registrados como promedio este mes en los últimos 25 años.
La bajante afectó la fauna íctica al dejar seco el valle de inundación (donde los peces se refugian, alimentan, reproducen y crecen); produjo inconvenientes en el riego de cultivos y complicó las producciones industriales que necesitan captar agua.
También acrecentó los problemas de incendios en las islas y los de contaminación del agua, ya que se redujo la capacidad del río de dilución de los afluentes crudos o industriales.
El secretario de Agricultura y Ganadería de Entre Ríos, Lucio Amavet, afirmó a Télam que la bajante “impactó fuertemente en acopiadores, fileteadores, transportistas y más de 3.000 familias de pescadores”.
Por eso, el Gobierno provincial decidió extender por al menos tres meses más las restricciones -que rigen hace 18 meses- en los cupos de extracción y acopio comercial, y de exportación del pescado de río.
Las barcazas comerciales “tuvieron que adecuarse a transportar mucha menor cantidad”, lo que ralentizó la navegación y “ha encarecido enormemente el transporte fluvial”, agregó Amavet.
“Es una situación histórica particular que nos enfrentó a una situación compleja desde lo ambiental que seguirá hasta 2025, se puso en crisis la producción, tuvimos serios problemas con incendios y destruyendo el hábitat de la fauna”, dijo a Télam la secretaria de Ambiente de Entre Ríos, Daniela García.
CRM con información de la agencia Télam