El Ministerio de Consumo de España se encuentra preparando una nueva regulación que limite la exposición de los menores de 16 años a la publicidad de alimentos y bebidas no saludables a través de diferentes medios: TV, Internet, redes sociales, carteles publicitarios, cine, radio... Si todo va según lo planeado, dicha ley se implantaría a partir de 2022. Ya se concretaron las premisas más importantes de la norma, como qué categorías de productos estarán sujetos a prohibiciones y en qué franjas horarias televisivas no estarán permitidos los anuncios. Sin embargo, aún faltan numerosos detalles por establecer.
España sigue así la tendencia de diversos países, como Reino Unido o Portugal, que sumaron nuevas y diversas restricciones al marketing de alimentos insanos dirigido a niños en la última década. Estas decisiones están respaldadas por diferentes instituciones, como la OMS y UNICEF, y por múltiples estudios científicos, que observaron que la exposición de los menores a la publicidad de alimentos no saludables incrementa el riesgo de que sufran sobrepeso y obesidad por un mayor consumo de estos.
En la actualidad, existe una gran variedad de regulaciones a lo largo del mundo a la hora de limitar el marketing enfocado a menores de comida rica en grasas, azúcar o sal. Al igual que en España, en países como Nueva Zelanda, Canadá o Australia la publicidad está sujeta a una autorregulación voluntaria por parte de la industria de la alimentación que se incumple con frecuencia. En otros, como México, Corea del Sur, Suecia o Taiwán, esta regulación es obligatoria y más estricta.
En Argentina, hace poco se aprobó la llamada Ley de Etiquetado Frontal, que regula el tema.
Entre todos los países destacan la ciudad de Quebec (Canadá), Chile y Portugal por haber ido más lejos a la hora de implantar medidas drásticas para proteger a los niños de los efectos de la publicidad alimentaria no saludable.
Quebec: pionero mundial en la lucha contra la publicidad a niños
Quebec es una ciudad de más de medio millón de habitantes, situada en el sureste de Canadá. Se caracteriza por tener una gran independencia política y legislativa en dicho país norteamericano. En 1980, Quebec fue pionera por establecer la ley más contundente a la hora de limitar la influencia del marketing en los niños: toda publicidad comercial dirigida a niños menores de 13 años quedaba prohibida (fuera cual fuera el medio). Las características de los anuncios y su contexto determinan si estos se clasifican como dirigidos a este colectivo o no.
Esta medida de Quebec contra la publicidad dirigida al público infantil supuso un claro elemento diferenciador del resto de Canadá: los niños de dicha ciudad están mucho menos expuestos a anuncios de comida no saludable tanto en la televisión como en las escuelas. Además, productos como snacks y cereales para niños no aparecen en la TV. Diferentes estudios analizaron el impacto que esto tuvo: se calcula que el consumo de comida rápida en la ciudad disminuyó un 13%. Por otra parte, una investigación de la Universidad de British Columbia estimó en 2011 que la contundente prohibición publicitaria había conseguido reducir el consumo de comida rápida en 88 millones de dólares cada año. Por otra parte, el colectivo de menores de entre 5 y 17 años de la ciudad presenta las cifras de obesidad más bajas de Canadá y el mayor consumo de frutas y verduras.
Chile: la legislación más contundente contra la comida basura
La obesidad desde muy temprana edad es un grave problema de salud pública en este país, cuya prevalencia se multiplicó varias veces a la largo de las décadas. En la actualidad, más de la mitad de los niños chilenos de seis años y un 74% de la población adulta sufre sobrepeso u obesidad, lo que sitúa a Chile como uno de los lugares del mundo más afectados por este problema. Ante esta crisis sanitaria, las autoridades chilenas implantaron en los últimos años diferentes medidas para luchar contra la obesidad, lo que también implicaba limitar ampliamente el marketing de alimentos no saludables dirigido a los niños a través de la Ley de Composición Nutricional de los Alimentos y su Publicidad, conocida coloquialmente como la Ley del Súper Ocho.
Desde 2016 existe una estricta regulación de la publicidad de alimentos y bebidas que exceden ciertos niveles de azúcar, sal, calorías y grasas saturadas. En primer lugar, el etiquetado frontal de estos productos debe contener sellos negros con advertencias nutricionales. Además, no está permitido el marketing de estos productos dirigido a niños que emplee juguetes, regalos, mascotas o personajes animados o cualquier otro recurso para captar la atención infantil. Esto ha supuesto la desaparición de productos como el Kinder Sorpresa y de las cotidianas mascotas de las cajas de cereales.
También está prohibida la publicidad de estos productos insanos en páginas web y programas de televisión que se dirigen a menores de 14 años o cuando la audiencia menor de 14 años es superior al 20%. Tampoco se permiten los anuncios de alimentos no saludables en la TV, el cine y la radio entre las 6 de la mañana y las 10 de la noche, y la venta de diferentes tipos de comida basura (como helados y patatas fritas) no está permitida en las escuelas.
Aún es pronto para conocer los efectos de esta regulación publicitaria sobre las cifras de sobrepeso y obesidad de los más jóvenes, pues han pasado pocos años desde su implantación. Sin embargo, la industria alimentaria sí reaccionó, modificando sus productos para que contengan menos azúcar, calorías, grasas y sal y así no tengan que incluir los sellos nutricionales negros de advertencia.
Portugal: guerra a la publicidad de alimentos insanos
Aunque Portugal logró rebajar en los últimos años las cifras de sobrepeso y obesidad entre la población infantil, más del 11% de los niños de entre seis y ocho años sufren obesidad, y más de un 30% tiene exceso de peso. En 2019, el gobierno decidió tomar medidas más drásticas, más allá de la implantación de impuestos a las bebidas azucaradas en 2016, para luchar contra este problema sanitario y estableció una regulación especialmente restrictiva a los productos alimentarios insanos. El Servicio Nacional de Salud luso explicaba que su objetivo era “desincentivar el consumo de este tipo de productos y fomentar una alimentación variada, equilibrada y saludable para los niños portugueses”.
Así, aquellos alimentos y bebidas que sobrepasan ciertas cantidad de calorías, azúcar, sal o grasas saturadas (siguiendo las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y la legislación de la Unión Europea) no pueden publicitarse en programas de TV y radio con un audiencia superior al 25% de jóvenes menores de 16 años, ni tampoco durante el horario infantil. Las redes sociales, las aplicaciones móviles y las páginas webs también están bajo esta normativa y no se puede anunciar dichos productos a menores de 16 años.
Tampoco se permite la publicidad de estos productos a través de carteles en un radio de 100 metros alrededor de colegios y parques ni en eventos deportivos y culturales con un público donde predominen niños y adolescentes. Las sanciones por incumplir esta ley que regula la publicidad de alimentos no saludables a niños pueden ir desde los 1.750 euros para las personas que los incumplan hasta los 45.000 € en el caso de las empresas.