Zuckerberg, Bezos, Altman, Shou Zi Chew, Cook, Pichai: quién es quién en la corte tecnológica de Trump y Musk
Apenas un paso por detrás de su familia. Ese es el lugar que ocuparon los barones del silicio del presidente Donald Trump en su toma de posesión como nuevo presidente de EEUU. Un grupo de hombres que hicieron fortuna como ingenieros y que confirmaron durante el acto de investidura del republicano su nuevo su papel como la corte tecnológica de la Casa Blanca.
La mayoría estuvieron enemistados con él en el pasado. Fueron acusados de manipular sus plataformas en su contra, amenazados con la cárcel y vieron cancelados importantes contratos con la administración pública por orden del presidente. Enfrentamientos que quedaron en el pasado, a juzgar por el lugar predilecto con el que les honró Trump en el lanzamiento de su mandato. El hacha de guerra está, de momento, bajo tierra.
Son lo que Joe Biden denominó “oligarquía tecnológica”. El puesto que ocupó cada uno de ellos, así como las ausencias, arrojan luz sobre su nueva relación con Trump. Un quién es quién visual que empieza por Elon Musk.
Elon Musk
Trump logró atraer hacia sí el núcleo de poder de Silicon Valley, que en su primer mandato fue un símbolo de resistencia tanto a su figura como a sus valores. La meca del poder tecnológico mundial está ahora más enraizada en Washington que nunca y el principal artífice de ello fue Elon Musk.
El magnate nacido en Sudáfrica es la persona más rica del mundo y a partir de ahora ocupará un puesto de auditor plenipotenciario en el nuevo gobierno estadounidense. Su activismo radical a favor de Trump y contra el “virus woke”, concepto en el que la extrema derecha engloba el feminismo, los derechos LGTBI o el multiculturalismo. La campaña del nuevo presidente no habría sido la misma sin Musk, sus 260 millones de dólares en donaciones directas y el trabajo en la sombra de los algoritmos de X.
Trump lo premió con el lugar más visible, el primero por la derecha, lo que lo ubicaba directamente detrás de él durante su jura.
Muchos analistas dudan de la durabilidad de esta relación. En su primer discurso como presidente, Trump atacó los autos eléctricos y reafirmó su compromiso con aumentar las extracciones de petróleo, posiciones totalmente opuestas a las de Musk y su principal negocio, Tesla.
Pero hay espacio para el palo y para la zanahoria en la política del republicano. La nueva carrera espacial público-privada tiene un claro componente geoestratégico y ahí el papel de SpaceX será clave para Trump. Puede que las subvenciones de Tesla se recorten, pero es previsible que los contratos de la compañía espacial de Musk se multipliquen. El proyecto de la NASA de volver a la Luna para 2027 podría convertirse en una prioridad de esta alianza, ofreciendo a ambos un triunfo político, técnico y propagandístico.
Sundar Pichai
Su posición fue una de las sorpresas del acto. Como CEO de Google, Sundar Pichai se caracteriza por mantener un perfil bajo política y mediáticamente. Por el momento, mantuvo a su compañía fuera de la corriente reaccionaria que atraviesa a las grandes corporaciones de EEUU y que refleja en medidas como la eliminación de los equipos de diversidad interna o las políticas de paridad en los procesos de contratación.
A esto se suma el enfrentamiento abierto que Trump mantuvo con Google a lo largo de los años, centrado en acusaciones de manipulación política. Desde 2018, cuando denunció que el gigante tecnológico alteraba sus algoritmos de búsqueda para perjudicarlo porque el 96% de los resultados sobre él provenían de medios de izquierda. Un discurso que repitió hasta el pasado verano, cuando aseveró que Google “revela ilegalmente” historias negativas sobre él mientras favorecía a Kamala Harris.
Google desmintió reiteradamente a Trump en estas aseveraciones, lo que le valió amenazas de acciones legales por parte del republicano. Pero esas tensiones quedaron atrás. La empresa donó US$ 1.000.000 al fondo de la toma de posesión de Trump y Pichai fue uno de los primeros empresarios en reunirse con él en su mansión de Mar-a-Lago tras su victoria.
La posición de Pichai representa también un mensaje del nuevo presidente sobre cuál es su postura en el conato de guerra interna abierta en el movimiento Make America Great Again (MAGA) entre sus ultras más racistas y la corte tecnológica. Los primeros denuncian que se debería limitar la entrada en el país de profesionales indios de alto nivel, entre los que el CEO de Google, nacido como Pichai Sundararajan en Chennai, la India, es el representante más destacado.
Jeff Bezos
Otro que mantuvo una relación tormentosa con Trump. En su caso, de manera mucho más pública y directa que Pichai, ya que el cruce de acusaciones era personal. “A diferencia de otros, pagan pocos o ningún impuesto a los gobiernos estatales y locales, usan nuestro sistema postal como repartidor (lo que causa tremendas pérdidas para Estados Unidos) y están dejando fuera del negocio a muchos miles de minoristas”, escribió el mandatario en Twitter durante su primera etapa como presidente.
Además, Trump criticó que el fundador de Amazon y propietario de The Washington Post utilizaba el periódico “para el poder, para que los políticos en Washington no pongan a Amazon los impuestos que deberían ponerle”. El republicano llegó a tumbar un contrato de miles de millones de dólares de Amazon con el Pentágono en el último momento y según alegó la compañía en los tribunales, fue una crítica del Post lo que motivó su decisión.
Como en el resto de casos de Silicon Valley, todo empezó a cambiar durante el verano. Bezos expresó “optimismo” respecto a la victoria de Trump y la posible desregulación del sector espacial, donde es un competidor directo de Musk. Gestos como el polémico veto a que el Post se posicionara a favor un candidato, en este caso Kamala Harris, en su editorial, una tradición vigente desde el escándalo del Watergate, y las cenas en Mar-a-Lago sirvieron para hacer borrón y cuenta nueva. Amazon donó US$ 2.000.000 para el acto de investidura.
Mark Zuckerberg
El último puesto de la primera línea de la corte tecnológica de Trump en su toma de posesión fue un premio al giro más radical entre los magnates de Silicon Valley. Mark Zuckerbeg tuvo una revelación vital que coincidió con las elecciones de EEUU. Comenzó a hablar del valor de la “energía masculina” en su vida personal y profesional, lo que lo llevó a suprimir cada vértice de su corporación de redes sociales que molestaba al movimiento MAGA.
Estos cambios incluyen la eliminación del programa de verificación de datos en Facebook e Instagram, que etiquetaba las fake news que discurrían por la plataforma. También el cambio de las normas de moderación para permitir que se pueda calificar a las personas gays, lesbianas o trans como “enfermos mentales” por motivos religiosos.
La victoria de Trump también coincidió con varios cambios empresariales en Meta. Zuckerberg contrató a Dana White, amigo personal de Trump, CEO de la UFC —la mayor empresa mundial de artes marciales mixtas— y acusado de violencia machista para la junta directiva. Poco después, ascendió a jefe de Asuntos Globales a Joel Kaplan, uno de los más altos asesores del republicano George W. Bush durante su etapa como presidente. Meta donó US$ 1.000.000 para la toma de posesión.
En verano, Trump había amenazado a Zuckerberg con meterlo en la cárcel si volvía a utilizar Facebook en su contra, como a su juicio había ocurrido durante las elecciones de 2020.
Tim Cook
Como en el caso de Pichai, la relación entre Tim Cook, CEO de Apple, y Trump es otro ejemplo de navegación empresarial en aguas turbulentas. Cook fue el primer líder tecnológico en declararse abiertamente gay en 2014 y desde entonces encabezó movimientos por los derechos de las personas LGTBI. También donó a las campañas de Barack Obama en 2008 y Hillary Clinton en 2016. A la vez, fue uno de los ejecutivos de Silicon Valley que mostró mayor habilidad para navegar las exigencias de Trump.
A pesar de que muchas de las políticas de Trump, como las restricciones migratorias y la guerra comercial con China, contrastaban con los intereses de Apple, Cook se mantuvo cercano a él y a su gabinete. Una relación que le valió exenciones arancelarias clave que beneficiaron a la empresa y que hoy, vuelven a estar sobre la mesa.
Apple anunció que no donaría dinero para la toma de posesión de Trump en primera instancia. Terminó desdiciéndose, alegando que es “una gran tradición estadounidense” y representa “un espíritu de unidad”.
Sam Altman
El director ejecutivo de OpenAI no ocupó una posición preferente, pero también estuvo presente en la toma de posesión del republicano. Donó un US$ 1.000.000 de su bolsillo para el acto y se burló de las críticas de senadores demócratas que lo acusaron de tener “un interés directo en las políticas de la administración”. “Agradezco su preocupación, pero estoy seguro de que la inteligencia artificial será una prioridad para todos nosotros en los próximos años”, contestó Altman.
Altman es otro de los pocos ejecutivos abiertamente gays del valle. El líder de los creadores de ChatGPT manifestó su optimismo respecto al papel de Trump en el ámbito de la inteligencia artificial, señalando que espera “apoyar sus esfuerzos para asegurar que EEUU mantenga su liderazgo” en este campo.
Shou Zi Chew
Es el CEO de TikTok. Trump concedió una moratoria de 75 días a su aplicación para que cumpla la ley que la obligaba a vender su negocio en EEUU a una empresa norteamericana antes del pasado domingo. Pese a que el republicano fue quien dio comienzo a la cacería contra la red social china en su primer mandato, apelando a la seguridad nacional, ahora se mostró contrario a prohibirla completamente.
La moratoria impidió que TikTok pase a estar prohibida en EEUU, lo que habría afectado directamente a 170 millones que consumen sus contenidos o ganan dinero gracias ellos. Sin embargo, puede ser un caramelo envenenado: las filtraciones apuntan a que la intención de Trump puede ser TikTok termine vendiendo su negocio en el país a Elon Musk.
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