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Estrenos de Cine

Thierry Frémaux, director del Festival de Cannes: “El capitalismo está ganando, ha convertido al espectador de cine en un consumidor”

El delegado general del Festival de Cannes, Thierry Fremaux, en una imagen de archivo

Javier Zurro

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La eterna pelea, ¿quién inventó el cine? Más allá de las implicaciones que tiene decir si fueron unos (Auguste y Louise Lumière) u otro (Thomas Alva Edison), habría que detenerse en el componente que tiene esa palabra, 'inventor'. Una palabra que tiene una connotación casi científica o tecnológica. Por tanto, al decir que los Lumière son los inventores del cine uno se los imagina más en un laboratorio que en la calle, rodando las miles de películas de las que fueron responsables. Quizás, si queremos decir que ellos fueron inventores habría que recurrir a la tercera acepción que recoge la RAE del verbo inventar y que hace referencia a “contar como reales hechos falsos”. 

Porque aunque uno siempre se acuerde de la llegada del tren a la estación, o de la salida de los trabajadores de la fábrica, los Lumière también rodaron ficciones cortas donde ya se recoge todo lo que sería el cine del futuro y hasta del presente. Todo estaba en los Lumière, y por ello han de ser reivindicados no solo como inventores, sino también como directores y creadores. Es lo que pone en valor el director del Festival de Cannes, Thierry Frémaux, que estrena en España la segunda parte de su documental sobre los pioneros franceses, Lumière, la aventura continúa, que llega a las salas este viernes. Ahí contextualiza y analiza decenas de sus primeros trabajos. A través de ellos, reflexiona sobre la puesta en escena, sobre el arte y sobre el futuro del cine, siempre amenazado y siempre superviviente.

Frémaux lo tiene claro, “si sacamos la imagen del inventor la que queda es la imagen del autor, y los Lumière fueron unos de los cineastas y autores más importantes no solo de los orígenes del cine, sino del cine mismo”. Por eso, para el director del Festival de Cannes, Edison puede haber ido antes en inventar el cine técnicamente, pero “no sabía qué hacer con esa pequeña máquina, así que perdió la partida, porque filosóficamente no tenía ni idea de lo que necesitaba la gente en esa época, que era estar todos juntos para compartir la emoción en la gran pantalla”. Una necesidad que se mantiene en la actualidad. “Es lo que necesitamos hoy también. En la película digo que Lumière inventó el público, pero podemos decir también que el público reinventó el cine, y que sin el éxito de público no es posible hacer cine”, añade.

En eso Cannes siempre ha sido tajante. Tras aceptar películas de Netflix a competición por la Palma de Oro en 2017, la presión de los distribuidores y exhibidores franceses hizo que Frémaux optara por una norma que se mantiene desde entonces: cualquier película que quiera optar al galardón más importante del cine de autor tiene que pasar por salas francesas y aceptar la ventana que existe por ley. Desde entonces, cualquier plataforma que ha ido lo ha hecho fuera de concurso. 

Desde 2017 la presión de las plataformas es cada vez mayor. Ahora, Netflix hasta paga restauraciones como la de Napoleón en Francia, y la ventana de exclusividad de las salas se ha reducido. Una guerra en la que Francia siempre se ha mirado como adalid de la defensa de la excepción cultural y del cine en concreto, que está presente desde los colegios y se protege da igual quién esté en el poder. Frémaux cuenta que en los colegios se estudia igual La regla del juego de Renoir que una obra de Émile Zola, pero que eso existe gracias a “un movimiento, un entusiasmo y una generosidad muy grande para hacer presión sobre los políticos”.

Prefiero una comedia de un gran estudio que una mala película de autor. Podemos decir que el neorrealismo sería más los Lumière y Méliès sería más Hollywood

Thierry Fremaux Director del Festical de Cannes

¿Y no piensa que Francia se ha quedado sola en esa batalla cultural en toda Europa? “Sí. Estamos perdiendo la batalla, porque algunos países consideran el público como un consumidor, mientras que nosotros consideramos el cine como un acto de creación. El capitalismo ha hecho esto y está ganando”, dice crítico. 

Considerar a los Lumière como artistas tiene que ver con que, tal como muestra Frémaux en su documental, ya hay en sus películas “una planificación”. Pensaban dónde querían poner la cámara, qué querían contar y qué dejaban fuera. El director estima que hicieron en torno a 2.000 películas: 1.500 oficiales y otras 500 fuera de los registros. Por eso, “muchas cosas que vemos ahora hacer con la cámara ya estaban ahí”. Se hacían las mismas preguntas que los autores en la actualidad. Pero destaca algo que considera clave, y es que “confiaban en la paciencia y la inteligencia del público”. 

Otro elemento que se subraya en el documental es que los hermanos Lumière ya entendieron que la ética y la estética iban de la mano. Frémaux pone de ejemplo una película sobre el duelo, donde hay una reconstrucción de la muerte, algo que es una norma posteriormente establecida en el cine, donde la muerte siempre es una ficción. “El cine nunca filmó la muerte, sino que representó la muerte. Actualmente, en internet puedes ver gente decapitada. No hay ética. En el cine la hay porque hay una responsabilidad, que es la responsabilidad del autor, del director”, apunta y aprovecha para destacar que las series, aunque “sean maravillosas” no suelen señalar quién está detrás. “Nunca sabemos quién es el director. O es un grupo de gente. O tienen un showrunner”, añade.

Hasta “las películas malas las inventaron los Lumière”, acepta con gracia el director del Festival de Cannes que reconoce que en su labor seleccionando las películas para el certamen también tiene que pensar en los Lumière y decidir si escoge algo más artístico o más comercial, y hace una semejanza que une los orígenes del cine con las dos tendencias actuales: “A mí me gusta el cine bueno, y prefiero una comedia de un gran estudio que una mala película de autor, pero podemos decir que el neorrealismo sería más los Lumière y Méliès sería más Hollywood… o incluso Almodóvar. Para Cannes buscamos la complementariedad entre ambos cines”.

Lo que los Lumière dejaron claro y Frémaux no se cansa en recordar es que si algo caracteriza al cine es “su capacidad de referencia frente a todas las invenciones nuevas”. Los tiempos nuevos no necesitan nada más que “proyectar en una pantalla grande para que todos compartamos la emoción, porque eso es inimitable”.

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