Si la suba de precios es un problema en todo el país, resulta todavía más fuerte cuando se sale de la órbita del Gran Buenos Aires. En regiones como el Noreste, Cuyo o el Noroeste, los índices de inflación oficiales escalan desde fines de 2020 a mayor velocidad, y ello se combina con otras situaciones, como la eliminación de subsidios, que en el momento más álgido de la pandemia cubrieron a alrededor del 30% de la población de algunas de las provincias más pobres. Así, frente a la góndola del supermercado, una santiagueña o un cordobés se encuentra con menos dinero en el bolsillo y una inflación que vuela y se manifiesta, sobre todo, en los productos de primera necesidad.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), la inflación de enero fue de 4% en comparación con el mes anterior. Sin embargo, si se observa con más detenimiento, el conjunto de regiones del “Interior” del país tuvo un promedio de inflación de 4,6%, mientras que en el Gran Buenos Aires fue de 3,3%. Según la consultora Analytica, se trata de la brecha entre la variación de precios de ambas regiones más amplia desde el inicio de la serie, en 2017.
Al observar la evolución de la inflación en comparación con un año atrás, la tendencia se mantiene. La inflación nacional fue de 42,3%, pero la de GBA estuvo por debajo (37,5%) y la del resto de las regiones por encima, con la excepción de la Patagonia, que marcó 34,3%. En el Noreste la inflación interanual fue de 43,9%; en el Noroeste, 42,3%; en la región Pampeana, 40,7% y en Cuyo, 40,4%.
“A partir de octubre, cuando la brecha entre el dólar oficial y el blue superó el 150% —lo que es un récord histórico, sólo equiparable a niveles de la hiperinflación en los años ochenta— se produjeron dos quiebres: un salto en el índice de precios mayoristas, que venía aumentando por debajo del IPC, y una diferencia en la dinámica de la regiones que podríamos agrupar como ‘Interior’ y el de Gran Buenos Aires”, explicó Claudio Caprarulo, economista jefe de Analytica.
Como uno de los múltiples factores que explican el fenómeno, el economista señaló que cada región mide la inflación con su propia canasta, elaborada en base a los consumos más representativos de la zona. Coincide el hecho de que las regiones con mayor aceleración de la inflación son aquellas donde los alimentos, categoría con aumentos acelerados desde fines de 2020, tienen un mayor peso. Mientras que en Gran Buenos Aires el rubro alimentos y bebidas no alcohólicas representa el 23,4%, ese porcentaje es más alto en todas las otras regiones, con énfasis en el Noroeste, donde representa el 34,7% y el Noreste, en donde es 35,30%.
Y no sólo los alimentos pesan más en sus canastas, sino que aumentaron más en esas regiones. Por ejemplo, en 2020 el Noreste cerró casi 14 puntos porcentuales por encima del Gran Buenos Aires en el dato de inflación interanual de alimentos.
Los programas de precios del Gobierno Nacional como Precios Máximos y Precios Cuidados, que se piensan como una de las principales políticas antiinflacionarias, también tienen una diferente penetración en las provincias del Interior en comparación con el Gran Buenos Aires, sobre todo por la menor presencia de las cadenas de supermercados que canalizan esos acuerdos. De hecho, según las notas metodológicas del Indec, los precios relevados que se encuentran dentro del programa Precios Cuidados para enero representan el 4,10% del total de precios relevados en el GBA.
Alejandro Pegoraro, director de la consultora Politikon Chaco, menciona también los “altos costos logísticos” que implica el abastecimiento de las provincias más alejadas de los grandes centros industriales y el traslado que se genera a precios cuando se encarece alguna etapa del proceso productivo. Por ejemplo, el flete con el aumento de los combustibles.
Pegoraro incluyó otro factor, específico para las provincias que tienen fronteras internacionales, como Misiones, Formosa o Corrientes. “El tipo de cambio a veces genera que el supermercadista o comerciante local modifique los precios para adaptarse a la competencia y aprovecharla. Por ejemplo, muchos brasileños cruzan a Foz de Iguazú a consumir, lo que le da cierto libre criterio al comerciante para subir el precio y explotar más ese flujo”, explicó.
"Muchos brasileños cruzan a Foz de Iguazú a consumir, lo que le da cierto libre criterio al comerciante para subir el precio y explotar más ese flujo”,
En el análisis de los especialistas aparece también un factor vinculado a las tarifas de servicios públicos. Según detalló Marcelo Capello, de la consultora cordobesa Fundación Mediterránea, el congelamiento de algunas tarifas sobre todo se da en el Gran Buenos Aires, donde operan empresas que están bajo regulación nacional. Es el caso, por ejemplo, de Edenor y Edesur, las mayores distribuidoras del país, que llevan más de un año de congelamiento y sólo pueden aumentar con el aval de las autoridades nacionales.
En las provincias hay mayor predominancia de empresas provinciales, que en muchos casos ya avanzaron con recomposiciones. En el caso de las telecomunicaciones, existe mayor presencia de pequeñas empresas y cooperativas, a las que el Gobierno Nacional les autorizó un aumento de precios mayor que a las grandes firmas. Concretamente, en enero se habilitó un aumento del 8% para licenciatarios pymes y cooperativas (contra el 5% para las grandes compañías) y en febrero un 7% adicional.
Dentro de las regiones, la Patagonia es la única que se desmarca. La inflación interanual de enero estuvo por debajo de la del Gran Buenos Aires, aunque no la intermensual. “No queda claro cómo se explica esa situación. Es un fenómeno raro porque los precios siempre son distintos en la regiones, pero no las tendencias. Yo no descartaría algún problema metodológico vinculado a la captación de datos en contexto de Covid-19. Sólo un cuarto del relevamiento se hizo de manera presencial”, apuntó Facundo Ball, director del departamento de Economía de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, con base en Chubut.
Sin embargo, en la comparación interanual puede verse que la Patagonia tiene la menor variación de precio de todas las regiones (incluida GBA) en dos rubros cruciales: alimentos (donde la suba fue de 36,1% contra el promedio nacional de 42,3%) y prendas de vestir y calzado (45,5% versus 60,5%).
Sin IFE y sin changas
Muchas de las provincias que integran las regiones de inflación más alta fueron, a su vez, de las más favorecidas por el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), destinado a familias sin ingresos formales, que se extinguió sorpresivamente en noviembre después de tres rondas. Chaco, por caso, fue la provincia que más cantidad de beneficiarios tuvo en relación con su población, alcanzando cerca del 30%, según datos de la Anses. También tuvieron niveles similares Santiago del Estero, Formosa, Corrientes y Salta, mientras que CABA fue la jurisdicción con menor alcance, apenas por encima del 10%.
La suspensión de esta ayuda generó una situación compleja en algunas provincias, donde se combinó con una inflación que muestra una aceleración exacerbada, una canasta básica que aumenta por encima del resto de los productos y salarios públicos con fuerte pérdida de poder adquisitivo, lo que es un factor fundamental en los lugares con gran incidencia del empleo estatal.
“El principal problema está en la gente que se quedó sin IFE y que no pudo conseguir empleo o está limitada con la cantidad de changas que puede realizar, ya no tanto por restricciones sanitarias sino también por la propia falta de capacidad económica de quien requiere el servicio. Esto nos hace proyectar niveles de pobreza para el Gran Resistencia que supera los 50 puntos —fue de 48,7% al primer semestre—, lo que profundiza el problema en la provincia”, señaló Pegoraro.
DT