Silvia Pérez Cruz: “La belleza, si es compartida y todo el mundo se siente realizado, se multiplica”
El último concierto de la gira de presentación de su último disco será especial para la española Silvia Pérez Cruz. Buenos Aires es una ciudad con la que tiene vínculos fuertes y donde vivió algunas experiencias musicales intensas en los últimos tiempos. Después de ese último show en el Auditorio Belgrano, la catalana emprenderá una gira con el guitarrista y compositor argentino Juan Falú, con la que recorrerá primero varias ciudades de España y después volverá a cruzar el Atlántico.
Toda la vida, un día, su séptimo trabajo discográfico, supone un viaje de lo acústico a lo clásico, con vientos, percusión, nuevas sonoridades y también la intimidad del dúo de la guitarra de siempre. Es un disco macerado en pandemia que para esta exquisita cantante, nacida en Palafrugell, Girona, en 1983, fue una especie de renacimiento artístico que la consolidó como compositora. Cuenta con invitados especiales como Liliana Herrero, Juan Quintero y Natalia Lafourcade, entre otros.
—Tu relación con Argentina es intensa. Viniste varias veces. Y la última vez que viniste grabaste con Juan Falú, con el que ahora en noviembre te vas de gira. ¿Cómo se dio ese encuentro?
—Fue hace años, antes de la pandemia. Yo estaba en Argentina con Juan Quintero y Luna Monti. Me invitaron a ver un concierto de Juan Falú y después del concierto me lo presentaron y empezamos a cantar y fue una conexión instantánea con ese hombre. Tiene una relación con la música, una libertad, una creatividad, una sensibilidad que me dejó cautivada. Entonces intenté encontrarlo los años siguientes que viajé, pero era difícil ponerse en contacto. Hace dos años, en el 2022, él vino a tocar a Madrid en un sitio que se llama Café Berlín y lo contacté. Le dije: “Juan, soy Silvia, no sé si te acuerdas de mí. Estoy en Madrid”. Justo estaba en Madrid. Yo vivo en Barcelona . Y hablamos y le dije: si quieres, yo canto, que a mí me encanta. Entonces fui a ver el concierto y cuando terminó el concierto, en los bises, dice: “Creo que está una amiga por aquí”. Y salí a cantar un tema y nos gustó tanto que no me dejó bajar. Hicimos como tres canciones. Después estuvimos haciendo un poco de guitarreada en un bar de al lado y estuvimos tocando más canciones de folklore argentino, también de Brasil, y quedó ahí como una conexión preciosa.
En el 2022 volví a Buenos Aires y grabé un tema con Liliana Herrero y Pedro Rossi para el disco que vengo a presentar ahora, que tiene el nombre del disco “Toda la vida, un día”. Y entonces vi a Juan y quedamos en grabar en el estudio. Entonces me fui a su casa. Miramos tonos sin ensayar mucho. Nos fuimos a un estudio y había un buen vino y estuvimos todo el día cantando canciones del folklore argentino y alguna brasilera y también una nueva de él y una mía. Y entonces grabamos ese disco en el 2022 y le digo: bueno, cuando yo termine mi disco me encantaría sacar este. Entonces ahora en noviembre va a salir el disco y va a venir a hacer unos conciertos en España, en muchas ciudades. Y luego estamos intentando ir a Argentina. Vamos a tocar seguro en Montevideo y Tilcara. Y después me gustaría hacer Buenos Aires, Rosario, Córdoba, Mendoza. A ver qué sale. Me apetece mucho porque el disco que vengo a presentar ahora, el que he estado girando, es de todo el imaginario, de mucha composición, como ir tejiendo, como muy pensado luego en el escenario. Es sentido, pero hay mucho pensamiento. Y me apetece mucho después de esto, poder hacer un concierto que es una conversación entre dos personas, y una de ellas es Juan Falú, que me enamora su manera de tocar. Es una preciosidad.
—Y en este disco está Liliana Herrero que es otra de nuestras grandes de la música de raíz. ¿Cómo conociste a Liliana? ¿Cómo se te ocurrió incluirla en tu disco?
—Fue en el febrero de 2022. Me invitan al Festival Medio y Medio en Punta Ballena, en Uruguay, para encontrarme con Liliana y María Gadú y Pedro Rossi, que no nos conocíamos, para crear un repertorio y hacer un concierto. Entonces yo llegué allí y me encontré con estas personas increíbles. Estuvimos un día comiendo, bebiendo, llorando, riendo y cantando. A mí me gusta mucho el folklore argentino y la música de Brasil. Entonces me era muy natural poder cantar con las dos. Y se creó un vínculo muy fuerte. Y no solo eso, sino que me marcaron mucho personalmente. Esas mujeres tienen un discurso muy potente. Aprendí muchísimo y en ese momento también Liliana como que la vida y la muerte la entendía muy bien. Y creo que me puso en mi lugar. Yo estaba un poco frágil en ese momento y me ayudó a reencontrarme. Y cuando llegué ahí yo les había hecho una canción de regalo a cada una y después de conocerlas, las terminé. Y la canción de Liliana es la que da título al disco, “Toda la vida, un día”. Entonces volví a España y entendí el concepto del disco. Seguí componiendo y dije: Yo quiero cantar esta canción contigo, si tú quieres. Me vengo a Buenos Aires. Para grabar con ella, con Juan Falú, con Juan Quintero. Entonces es una canción que le compuse a ella y que me ayudó a entender el disco que estaba construyendo. Y tuvimos la suerte de este concierto hacerlo en Buenos Aires, en Montevideo, en Barcelona, en Madrid. Y ahora en agosto nos encontramos en Río de Janeiro, que fue muy lindo. Es una mujer increíble de la que aprendo muchísimo.
—Y también grabaste con Juan Quintero.
—Sí, también en este disco que vengo a presentar. Como el disco habla de toda una vida y pasa por todas las edades, está ordenado en movimientos y cada movimiento es una edad: infancia, juventud, madurez, vejez y renacimiento. Pues en la madurez entendí que hay que saber pedir ayuda. Entonces escuché por primera vez una canción de Edgardo Cardozo cantada por Juan Quintero, que es una adaptación del Martín Fierro, y le pedí permiso también al maestro Edgardo si le importaba que cantáramos esa canción. Es la única que no es mía. Incluso le pregunté si podía poner el título “Ayuda”, porque él la llama “Martín”. Era muy importante para mí poner esa palabra. Entonces, en el tercer movimiento, canto esta canción con Juan Quintero también en intimidad. Porque el tercer movimiento habla de la intimidad, de la amistad, de los pequeños detalles. Y canté con Juan Quintero y luego me fui a México y canté con Natalia Lafourcade otra canción a dúo.
—Y tengo entendido que este disco nació en pandemia, que estábamos todos solos en nuestras casas. ¿Cómo fue?
—En pandemia yo creo que todos hicimos una revisión de nuestras vidas, pero me di cuenta que la composición es algo natural en mí, que lo necesito para transformar y filtrar emociones que a veces no puedo expresar. Y sin saber que estaba haciendo un disco, empecé componiendo canciones para los cumpleaños de mis amigos que no podía ver en pandemia, que son las canciones del primer movimiento, de la infancia de la gente. Son canciones que hablan de la esencia de esas personas. Y empecé sin saber pero desde esa soledad. Y esa soledad me hizo entender que si finalmente eso se convirtió en un disco, creía muy importante que hubiera un coro para unir las soledades, porque era algo que estábamos viviendo todos. Entonces en el disco, aparece un coro también de 30 personas, que es como todos. El todos en contraposición a esa soledad tan profunda que vivimos y que ya tiene la composición en sí.
—¿Para vos es importante que la música sea colectiva y compartida?
—Para mí la música, tiene todas las posibilidades del mundo. Me encanta hacer un concierto sola porque es reencontrarme con el presente. Puedo cambiar los tiempos, puedo hacer silencios larguísimos. Puedo sentir exactamente cómo siento esa canción en ese momento. Y también me encanta el juego de compartir con músicos en el escenario o crear con músicos. Es un lenguaje que también permite eso el juego. Para mí es importante no perder ese verbo de pasárselo bien, compartir y todo lo que pasa en un escenario para mí es como un reflejo de mi sociedad ideal. Un grupo de personas donde cada uno tiene una función y el interés es que cada uno pueda brillar y eso multiplica la belleza de todos. En lo colectivo, se multiplica la belleza, bien entendida, y el dolor supongo que también, pero la belleza si es compartida y todo el mundo se siente realizado tengo demostradísimo ya que se multiplica.
—Y en los conciertos siempre da la impresión que estás como con la sensibilidad muy a flor de piel y eso es muy intenso porque haces muchos conciertos. ¿Cómo haces para llevar eso?
—No lo sé. Este año en concreto he vivido como un renacimiento, también artístico y personal, y he trabajado mucho, he viajado mucho y me han preguntado muchas veces cómo aguantaba y he entendido que tengo mucha energía, tengo mucho aguante. Y con los años he aprendido. Antes hacía un concierto y tenía que descansar mucho más tiempo, porque es verdad que aunque me encanta el humor y presentando me gusta que ríamos todos, porque para sobrevivir es básico y para respirar, a pesar de eso en las canciones es igual la puerta para llegar a la emoción más profunda y más pura que tengo. Entonces ahí hay como una sanación. Y si estás en un buen entorno, normalmente te vuelve mucha energía, te alimenta también. No solo estás dando, sino que también recibes. Y, es más, el concierto también lo percibo como un ritual colectivo con el público. Es como si le cantara a una persona y y también soy yo esa persona. Y en este mundo que vivimos tan solos, me emociona mucho ver un espacio donde la gente se está emocionando con lo mismo, a pesar de sus creencias o sus maneras de vestir o su edad. Y eso cuando funciona, que la verdad es que es casi siempre, porque es el lenguaje que más entiendo y donde entiendo más las emociones, entonces se vuelve circular también. Pero por supuesto, hay que descansar. Cuando tengo muchos conciertos seguidos también me quedo en la cama todo el día. A veces no puedo hacer nada más para guardar la energía. Pero sí que me doy cuenta que vivo mucho el presente y que si estoy cantando, estoy cantando, pero que si llego a mi casa estoy muy en mi casa y me pongo a regar, me pongo a cocinar, como que cambio el chip muy rápido. Creo que esta es mi virtud, la capacidad de concentración. Estoy aquí y y me entrego.
—¿Cómo va a ser este concierto del 26 de septiembre?
—La base somos los cuatro músicos de siempre que está Carlos Monfort al violín, pero también toca la percusión. Vamos cambiando de instrumento. Monfort es mexicano, Bori Albero al contrabajo, Marta Roma al chelo. Y como estamos en Argentina, estoy viendo a ver quién puede estar. Me encantaría que estuvieran Liliana y Pedro, si pueden, Luna Monti también va a venir a cantar y Nadia Larcher va a abrir el concierto. Y también me encantaría que cantáramos juntas, porque nos queremos mucho también.
—Este es el último concierto de la gira. Después, además de este proyecto con Falú, ¿qué se viene?
—De momento estoy muy centrada en lo de Juan Falú. Luego quiero descansar un poquito. Y voy componiendo. Ahora hay algunas canciones que voy sacando solas, porque por ejemplo ahora el viernes salió una canción que compuse con un poema de un indígena colombiano. Luego otras canciones que si puedo ir compartiendo así como besitos, lo iré haciendo. Y hay más proyectos más adelante, pero hasta que no estén confirmados tampoco los quiero decir. Pero te puedo decir que si antes uno de mis miedos era perder la creatividad o la ilusión, me siento cada vez más fértil y con más ganas de compartir y aprender. Está muy vivo. El objetivo es más aprender cuánto tiempo necesito para poderlo disfrutar todo. La vida y el canto, todo. Ir aprendiendo, como todos en la vida, a poner los descansos y el disfrute para poder disfrutar de las cosas que tú amas, que no solo son la música sino las personas queridas, tus amigos, tus paisajes. Pero estamos bien vivos.
CRM
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