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Dos años bajo estado de excepción del territorio mapuche en Chile: “Se está normalizando ver tanques en la zona”

Imagen de archivo 2021. Los mapuches chilenos y sus partidarios se enfrentan con la policía antidisturbiosen Valparaíso

Sonia Donoso

Santiago de Chile —

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Hace dos años que el presidente chileno, Gabriel Boric, decretó el estado de excepción y ordenó el despliegue militar en varias localidades del sur de Chile en un intento de contener el aumento de sabotajes y acciones violentas en territorio indígena causadas por el conflicto entre el Estado chileno, el pueblo mapuche y grandes empresarios y latifundistas. Desde el 16 de mayo de 2022, la polémica medida se prorrogó en el Congreso chileno decenas de veces y, paradójicamente, Boric se convirtió en el mandatario progresista que más tiempo mantuvo a los militares en la zona en disputa.

“La militarización en el territorio, en realidad, se vive desde hace mucho más de dos años, desde que una tiene memoria”, dice la rapera mapuche Millaray Jara Collio o MC Millaray, como se hace llamar. A pesar de que desde su escaño en la Cámara de Diputados, entonces como diputado, Boric había criticado duramente el despliegue de soldados en la zona ordenado por su antecesor, el fallecido Sebastián Piñera, solo dos meses después de llegar al poder reculó en su estrategia para abordar el conflicto.

“Es muy chocante, para mí, visitar los territorios (mapuche) y ver tanques y militares en la entrada, pero se está normalizando, sobre todo las nuevas generaciones, los más pequeños”, dice MC Millaray. “En ocasiones nos apuntaron, no sé con qué intención, pero apuntaron hacia el auto (coche)”, añade.

Con 18 años recién cumplidos y oriunda de la Pincoya, un barrio popular de la periferia santiaguina, la artista se convirtió en una de las voces más prometedoras del rap en Chile, cantando en castellano y en mapudungún, lengua mapuche que aprendió de su bisabuela materna, una anciana casi centenaria que todavía vive en Wallmapu, el territorio mapuche. “Con la música podemos inculcar a los jóvenes valores de respeto a nuestra historia; a nuestra lengua, para que no muera; y a nuestra lucha por la tierra a la que pertenecemos”, dice la joven, que sacará su primer disco el segundo semestre de 2024. 

“Se nos hace ver como terroristas”

Según cifras del Gobierno, los actos de “violencia rural” en las regiones sureñas de La Araucanía y BioBío disminuyeron en un 35% respecto a 2023 y un 51% respecto a 2021; mientras que los “ataques incendiarios” se redujeron en un 44% respecto al año pasado. Sin embargo, la zona centro-sur atraviesa ahora un complejo escenario porque a los ataques asociados a reivindicaciones políticas y ancestrales, se suman otro tipo de fenómenos como el narcotráfico, el crimen organizado o el robo de madera. Una mezcla que resienten, sobre todo, las comunidades locales. “A nosotros se nos impone la Ley Antiterrorista, se nos inculpa de cosas que no son y se nos hace ver como terroristas”, lamenta MC Millaray. 

En las últimas semanas las alertas y sospechas en el territorio mapuche se dispararon a raíz del triple asesinato policial ocurrido hace menos de un mes en la zona. Se trata del atentado más grave de la historia reciente del país perpetrado contra el cuerpo de Carabineros, tanto por tratarse de un asesinato múltiple simultáneo como por la forma como fueron muertos los agentes: un grupo disparó a la patrulla policial y quemó su vehículo con ellos dentro.

Nadie reivindicó el ataque, hasta ahora no hay detenidos y las investigaciones siguen su curso, pero las autoridades coinciden en que el “modus operandi no corresponde con la violencia rural” en las localidades afectadas por el conflicto. “Se nos tacha de muchas formas, cuando en realidad hemos sufrido varios montajes; se habla de las supuestas zonas rojas y violentas, pero jamás se habla de los traumas que deja la violencia en los niños y ancianos mapuche”, critica la cantante, que también es portavoz de la Red de la Infancia Mapuche.

Para MC Millaray quedan lejos las movilizaciones históricas de 2019 en las que la sociedad chilena, en una suerte de reconciliación histórica, se volcó con el pueblo mapuche, que representa el 9% de los casi 20 millones de habitantes de Chile. Ondeaban sus banderas y sus símbolos y lemas eran omnipresentes en todas las marchas. La joven participó en las protestas, rapeó, cantó y gritó en la plaza principal de Santiago mientras creía en la posibilidad real de enterrar la Constitución actual, heredera de la dictadura, y sustituirla por otra que reconocía la plurinacionalidad del Estado chileno y entregaba mayor autonomía a los pueblos originarios. 

Todo quedó en un sueño que se evadió cuando el texto fue rechazado por una amplia mayoría: “Fue como alzarse en una unión que no se había visto antes, como si de repente existiera una empatía hacia nosotros; después, pero, fue todo muy decepcionante, un gran retroceso”. De la sociedad chilena, pensó: “Habrían podido hacer algo importante por nuestros derechos, pero antes que eso prefirieron quedarse con una Constitución que arrastraba tanto dolor”. 

“Avanzar sin olvidar”

Millaray, que significa “flor de oro” en mapudungún, canta a la tierra, a la naturaleza y reivindica los derechos de su pueblo a recuperar sus tierras ancestrales: “Existe una deuda histórica que nunca se ha cumplido con la tierra”, dice. Para intentar avanzar en esta dirección, determinar la demanda de terrenos mapuche y fijar un plazo para devolverlos, el Gobierno de Boric puso en marcha hace un año la Comisión para la Paz y el Entendimiento que elabora un catastro en varias regiones del sur de Chile. “Jamás van a poder saldar esta deuda porque es muy grande, es demasiado el territorio y mucho ya ni siquiera pertenece al Estado chileno”, apunta la compositora y activista medioambiental. “Las transnacionales se instalaron en el lugar y se habla de devolver una tierra que fue vendida a quien la está devastando”, añade.

Escéptica con los acuerdos que puedan dejar los diálogos de la Comisión para la Paz ante un conflicto centenario y enquistado por décadas, MC Millaray “no espera nada del Estado” porque –dice– “jamás se han cumplido las leyes, ni siquiera los tratados internacionales firmados (por Chile) voluntariamente”. Vivió desde pequeña el racismo y la discriminación, incluso “por parte de personas cercanas y de profesores”, y en sus redes, donde acumula más de 37.000 seguidores, sufrió acoso y amenazas. “Como mujer mapuche, como mujer indígena, esto a mí no me quita la esperanza”, recalca. Su hoja de ruta para el conflicto propone “seguir adelante, sin olvidar jamás el pasado” y, sin una solución de fondo a la vista, concluye: “No podemos perdonar, pero sí podemos avanzar”.

SD/CRM

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