Donald Trump convierte los aranceles en un arma diplomática a costa de la inestabilidad global
Donald Trump quiere ser el nuevo William McKinley, el presidente que gobernó Estados Unidos a finales de siglo XIX y se caracterizó por una dura política proteccionista. No solo ve los aranceles como la solución mágica para una nación que, según él, se acerca al colapso económico, sino también como la principal arma diplomática que tiene a su disposición, como dejó claro su uso para presionar a México y lograr que el país vecino envíe más efectivos a la frontera.
En cuestión de días, Trump pasó de firmar los aranceles del 25% para las importaciones mexicanas a pausarlos durante al menos un mes después de obtener un refuerzo de “10.000 soldados mexicanos” para evitar la entrada de fentanilo en la frontera con México. Ya desde un principio, el mandatario había vinculado las tarifas con la entrada de personas sin papeles y el tráfico de fentanilo, a pesar de no tener ningún tipo de relación.
El envío de los efectivos mexicanos es un logro relativo y efectista de cara a sus seguidores, a quienes prometió una presidencia de mano dura con la frontera y de, supuestamente, volver a hacer “respetar” a Estados Unidos a nivel internacional. Una vez más, el republicano levanta mucha polvareda e impide ver la foto completa.
En medio de esta guerra contra el fentanilo, Trump también aprobó un decreto en el que categorizaba a los cárteles como organización terrorista. Se trata de una medida que ha puesto en alerta a México y plantea la duda de si Estados Unidos, bajo la premisa de perseguir a terroristas, podría tomar acciones militares unilaterales. En 2020, Trump sugirió la idea de un ataque con misiles contra laboratorios de drogas en México, según el exsecretario de Defensa Mark T. Esper, pero fue disuadido de llevarlo a cabo.
“Trump sabe que puede obtener concesiones rápidas de estas economías (por ejemplo, sobre los flujos migratorios o el comercio de fentanilo desde México), algo que él vería como una gran victoria para sus objetivos políticos internos”, explicaba Agathe Demarais, investigadora del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR), poco antes de que la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, y Trump anunciaran la tregua en la guerra comercial.
Trump, el 'deal-maker'
Hace tiempo que el republicano cita al expresidente McKinley como un referente en las relaciones comerciales y geopolítica. Los asistentes a un encuentro con él en el Club Económico de Nueva York el pasado septiembre pueden dar fe de ello. Trump convirtió su mitin para sumar apoyos a su campaña en una extensa clase de historia sobre las glorias de McKinley y el poder de los aranceles para solucionar la economía del país.
El mandatario tiene de referente a un expresidente previo a las dos guerras mundiales y, por tanto, a un panorama geopolítico previo al multilateralismo. A pesar de que parece que el republicano tiene una tendencia hacia las políticas aislacionistas, como los aranceles, la realidad es que aboga por el unilateralismo. La reacción con México es un ejemplo de ello: Trump no estaba pensando en los aranceles solo en clave económica, sino en clave diplomática y de réditos políticos internos.
Está por ver realmente hasta qué punto el refuerzo de efectivos militares en la frontera tendrá un impacto real en la entrada de fentanilo al país. Una de las fortalezas del fentanilo para los traficantes es que, al ser tan potente, se puede transportar en dosis mucho más pequeñas, lo que lo hace mucho más fácil de esconder.
Un análisis de datos del 2022 sobre las incautaciones de fentanilo en la frontera elaborado por el Washington Post mostraba cómo buena parte del fentanilo era introducido por ciudadanos estadounidenses a través de los puntos fronterizos, donde las autoridades tienen apenas minutos para inspeccionar los vehículos y detectar la droga.
Por el momento, Trump logró lo que siempre busca: mostrarse como un deal-maker, un negociador. El presidente aún sigue marcado por la lógica del mercado inmobiliario de Manhattan, en cuyos acuerdos hay un bando que pierde y otro que gana. Y Trump siempre quiere ganar, incluso cuando pierde. Esta obsesión con ser capaz de cerrar acuerdos también se ha visto en la constante insistencia a Rusia para sentarse ya a negociar un acuerdo que ponga fin a la guerra de Ucrania.
Lo sucedido este lunes con México es similar a la crisis comercial desatada hace dos semanas con Colombia: Trump aplicando aranceles como arma de presión para que su homólogo colombiano, Gustavo Petro, aceptara la deportación de sus compatriotas.
Mientras tanto, Canadá y China siguen pendientes de cómo evoluciona la relación con Trump. Después de acordar una tregua con su vecino mexicano, Trump aseguró que mantendrá conversaciones con Pekín para abordar la imposición de los aranceles del 10% sobre los productos chinos. Paralelamente, un miembro del Gobierno canadiense, que había estado al corriente de la llamada entre Trump y el primer ministro Justin Trudeau, explicaba al New York Times que no se mostraba tan optimista con la posibilidad de que Canadá pudiera obtener una pausa similar a la de México.
Desestabilización de mercados
Trump sabía que imponer aranceles a sus principales socios comerciales tendría consecuencias negativas para los estadounidenses. A última hora del viernes, desde la Casa Blanca, el mandatario reconoció ante los periodistas que estas medidas podrían conllevar “algunas perturbaciones” para los ciudadanos de su país. “Los aranceles no causan inflación. Los aranceles causan éxito. Podría haber algunas perturbaciones temporales a corto plazo. Y la gente lo entiende”, afirmó.
Incluso economistas externos habían advertido a la Casa Blanca del fuerte impacto que supondrían estas medidas impuestas a ambos países vecinos. Un ejemplo de esto es cómo, al final, Trump decidió aplicar una excepción del 10% a las importaciones de crudo canadiense –en lugar del genérico 25%– como una manera de intentar evitar que los precios de la gasolina y otros bienes y servicios se dispararan. Trump ganó las elecciones prometiendo bajar los precios y la inflación fue el principal lastre de su predecesor, Joe Biden.
El reverso de usar los aranceles como arma diplomática es una desestabilización de los mercados. El dólar se fortaleció frente al resto de divisas, pero los índices bursátiles de Estados Unidos habían empezado la jornada del lunes con caídas. Después del anuncio de la pausa de tarifas para México, el S&P 500 y el Nasdaq, de gran peso tecnológico, recuperaron parte de sus pérdidas.
Muchas compañías automovilísticas de Estados Unidos fabrican sus coches en México o en otros países para reducir costes. Esto también se notó en la cotización en bolsa. Las acciones de Tesla y General Motors caían más de un 4% el lunes por la mañana, mientras que Ford bajaba algo más del 3%. Toyota y Nissan de Japón cayeron alrededor de un 5%, mientras que Honda se desplomó casi un 7%. Las acciones de Stellantis, Volkswagen y el fabricante de camiones Daimler bajaron más del 6%, y BMW retrocedió un 4%.
La fabricación de coches estadounidenses en territorio mexicano es una realidad posible gracias a un acuerdo comercial negociado por el mismo Trump durante su anterior presidencia. En principio, el republicano quiere imponer ahora aranceles más agresivos a las importaciones de coches desde México por temor a que China utilice el país fronterizo como base desde donde exportar vehículos.
Las bolsas asiáticas y europeas también sufrieron desplomes este lunes. El índice Nikkei 225 de Japón y el Kospi de Corea del Sur cayeron más de un 2,5%, mientras que el Euro Stoxx 50, compuesto por las mayores empresas europeas, bajó un 1,6%. Trump ya dijo la semana pasada que “definitivamente” iba a aplicar aranceles a Europa también.
Las sacudidas de la bolsa son un síntoma de la inestabilidad que se respira ahora mismo en los mercados estadounidenses y que juega a la contra al propio Trump. La semana pasada, después de tres bajadas consecutivas de los tipos de interés durante el 2024, la Reserva Federal decidió mantener el precio del dinero en la misma franja del 4,25% y el 4,5%.
En reiteradas ocasiones, Trump ha presionado a la Fed para que baje los tipos de interés. Durante su comparecencia en Davos, el mandatario volvió a anunciar una bajada inmediata de los tipos que no ha ocurrido, ya que la Reserva Federal ha decidido optar por la prudencia y ver cómo acaban de aterrizar las políticas económicas del nuevo inquilino de la Casa Blanca.
“La población debe estar tranquila, ya que continuaremos haciendo nuestro trabajo como siempre lo hemos hecho, centrándonos en utilizar nuestras herramientas para alcanzar nuestros objetivos y manteniendo la cabeza baja y haciendo nuestro trabajo, y así es como mejor servimos al público”, dijo el miércoles pasado el presidente de la Fed, Jerome Powell, en referencia a si cedería a las presiones del magnate.
0