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Tensión internacional

El ‘modo guerra' se convierte en una realidad en Europa de la mano del regreso de Trump a la Casa Blanca

El rey de Dinamarca Frederik en una visita a una base militar.

Irene Castro

elDiario.es —

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La invasión rusa de Ucrania en 2022 cambió el paso de la Unión Europea, un club que nació del germen de una alianza económica y para sellar heridas de la posguerra, pero que ha sido el mayor experimento de paz en un continente hasta entonces acostumbrado a conflictos bélicos periódicos. Tras casi 80 años de paz, los europeos despertaban de su sueño y se daban cuenta de que tenían la amenaza a sus puertas y que la continua expansión de los aliados hacia Rusia dejaba de quedar sin respuesta por parte de Vladímir Putin. Los líderes de la UE pasaron entonces a una retórica bélica que se entiende en los países del este, pero que se encaja con más complicación en el flanco sur.

La Unión Europea ha ido superando tabúes desde que Putin lanzó la ofensiva a gran escala contra Ucrania principalmente al destinar los fondos de los contribuyentes europeos a la compra de armamento. Primero fue material defensivo para enviar a ese país, para que pudiera repeler los ataques. La guerra no terminó en tiempo récord, como inicialmente se había pensado, y al ver que Kiev era capaz de resistir, siguieron ese camino. El dinero para ayudar a Volodímir Zelenski se ha multiplicado por miles de millones y se ha llegado incluso a autorizar que las armas se usen para atacar objetivos en suelo ruso, lo que inicialmente se percibió con una escalada del conflicto que podía escalarlo a nivel mundial.

Pero el 'modo guerra' se ha convertido en una verdadera realidad en paralelo a la vuelta a la Casa Blanca de Donald Trump. Ya apenas se habla de los temas que hasta ahora habían sido las ideas fuerza del club comunitario, como los derechos, las libertades, el estado de derecho. Ahora se habla de misiles, drones, artillería, munición, cazas o tanques de combate.

El mensaje dominante es que la amenaza de Putin es un riesgo para lo que supone el proyecto europeo tal y como fue concebido. La inteligencia de algunos países, entre ellos Alemania, apuntan a la posibilidad de que Rusia ataque a algún miembro de la OTAN antes de que termine esta década.

Y de ahí que, emulando lo ocurrido en los prolegómenos de la Segunda Guerra Mundial, la Comisión Europea, con el aplauso de los países nórdicos y del este, haya apelado a la necesidad del rearme de Europa. La economía de guerra a la que durante dos años hicieron referencia los dirigentes europeos, especialmente Josep Borrell y el excomisario de Mercado Interior, Therry Breton -hoy fuera del gobierno comunitario- tiene ya forma: medidas y planes concretos. Uno de ellos el 'plan de rearme' que presentó Ursula Von der Leyen para que los países europeos disparen en 800.000 millones de euros el gasto militar gracias a la flexibilización de las reglas de la disciplina fiscal y a créditos ventajosos.

Otro es el Libro Blanco de la Defensa Europea: la hoja de ruta con la que la UE pretende desarrollar su industria de defensa, que a pesar de las inversiones multimillonarias que comporta ha estado olvidada a ojos del ejecutivo comunitario durante décadas. La intención es ganar en coordinación militar dentro del club comunitario -un reciente informe del Tribunal de Cuentas Europeo alertaba de que no se podía garantizar un despliegue rápido de los ejércitos incluso por la falta de armonización de las reglas de circulación a la hora de permitir la movilidad de los tanques-, pero sobre todo aumentar las capacidades, es decir, tener más armas y equipos.

El punto de partida cuenta con el respaldo generalizado de los 27, pero muchos de los países, fundamentalmente del este, consideran que se queda corto y que hay que hacer más, sobre todo desde el punto de vista de la financiación. Las siguientes batallas se producirán en la negociación del próximo presupuesto europeo para el periodo 2028-2034 y ante la posibilidad de que la UE adopte los denominados eurobonos a fondo perdido, es decir, ayudas y transferencias directas para la defensa.

La desconexión de Trump de la seguridad de Europa ha precipitado los acontecimientos. EEUU, que ha sido el paraguas de la seguridad europea durante décadas, con las contrapartidas que ello ha supuesto, ya ha advertido a los socios europeos que se centrará en el Indopacífico por la amenaza que supone en esa región China. En la Comisión Europea mantienen, pese a esa amenaza, que la OTAN “sigue siendo la piedra angular de la defensa colectiva de sus miembros en Europa”, según figura en el Libro Blanco de la Defensa.

Sin embargo, varios países europeos se han tomado el tema en serio y están preparando un plan de cinco a diez años para sustituir a EEUU en la OTAN. El objetivo, según ha publicado Financial Times, es elaborar un plan para trasladar la carga financiera y militar a las capitales europeas y presentarlo a Washington antes de la cumbre anual de líderes de la OTAN en junio. Entre los países que participan en las conversaciones informales están Reino Unido, Francia, Alemania y los nórdicos.

La presión a la UE llega de la propia organización militarista, que pretende que Canadá y los miembros europeos aumenten en un 30% las reservas de armamento y equipos en los próximos años, según Bloomberg. Y es que una de las exigencias de Trump es superar el actual objetivo del 2% del PIB en gasto en defensa. Su apuesta es que se llegue al 5%. Ese umbral es prácticamente inalcanzable para mayoría de aliados, pero lo que está claro es que en la próxima cumbre de la OTAN se elevará el objetivo, al menos hasta el 3%.

Esa cita que se celebrará en La Haya a finales de junio será complicada para países como España, Bélgica, Italia, que están muy alejados del objetivo inicial del 2%. Sánchez se ha visto obligado a plantear una aceleración del incremento del gasto en defensa, a pesar de las complicaciones que le genera dentro de su propia coalición de gobierno.

La principal pelea que está liderando Sánchez y el resto de países del sur, como Italia o Eslovenia, es que en el cómputo del gasto en defensa se tenga en cuenta un concepto amplio que incluya partidas de seguridad como la protección de fronteras, la lucha contra el terrorismo e incluso la preparación contra las emergencias derivadas del cambio climático. “Las amenazas que tiene el sur de Europa son algo diferentes a los que tiene el este de Europa”, reiteró Sánchez en Bruselas.

Y, aunque se escuchó la queja de Sánchez y de la ultraderechista italiana Giorgia Meloni por la narrativa belicista y la Comisión Europea ha reconocido que hay distintas “sensibilidades” que les harán cambiar la comunicación hablando de 'Preparación 2030', lo cierto es que el 'modo guerra' ya no es sólo retórica.

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