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OPINION

Hay que seguir luchando

Estela de Carlotto, en el acto del 24 de marzo de 2024, el primero durante la gestión de Javier Milei.

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A 49 años del golpe cívico-militar de 1976, con 41 años de democracia ininterrumpida –el período más largo de la historia argentina–, nos encontramos en una situación que nunca pensamos que íbamos a estar, en presencia de un gobierno que desprecia a su pueblo, que lo reprime, que le quita la comida de la mesa a las familias, que ataca a la salud, a la educación, a la ciencia, a las mujeres, a las infancias, y a los derechos humanos.

Lo que estamos viviendo es lo contrario a la “estabilidad”, que dijeron que venían a traer. La incertidumbre, para buena parte del pueblo argentino, se ha vuelto algo cotidiano, la pobreza, las tarifas impagables, la postergación de proyectos. En fin, la quita de derechos. Esto, en una aparente democracia, causa una enorme indignación y, por momentos, impotencia. Pero hay que seguir luchando, firmes en la defensa de nuestros derechos.

Así lo hemos hecho desde Abuelas, en la calle, en el Congreso cada vez que hemos podido intervenir, exigiendo el rechazo de la Ley Bases, del decreto 70/23, o solicitando la sanción a los que fueron a reunirse con condenados por delitos de lesa humanidad y conspirar contra el proceso de justicia; en la Justicia, en foros internacionales como la ONU y la CIDH, y así lo ha hecho todo el arco democrático, pero parece que la complicidad, la indiferencia, el miedo, el cálculo político en algunos casos, todavía están a la orden del día y falta un trecho para que despertemos de esta pesadilla.

Párrafo aparte merecen los medios dominantes, que como en la dictadura tergiversan la realidad y la dan vuelta como una media para hacer pasar el interés de unos pocos por el de muchos, para criminalizar a la militancia, a tono con Milei, que estigmatiza a mayorías y minorías sin distinción, que difama y agrede desde el poder como si no fuera el presidente de todos y todas las argentinas, vaciando de sentido su propia investidura y a toda la política, que debería ser servicio al prójimo.

Ha sido un año, 15 meses ya, de retrocesos en materia de garantías y derechos humanos. Pero no podemos dejar de rescatar la solidaridad de nuestro pueblo y de la dirigencia comprometida con la Memoria, la Verdad y la Justicia. En nuestro caso, ese respaldo nos ha permitido seguir funcionando como institución y tener la alegría de dos restituciones, dos personas más que hasta hace poco seguían siendo víctimas de desaparición forzada y hoy son libres, y sus hijos también, y sus familias legítimas, que siempre los buscaron, llegaron a la verdad y se sacaron de encima el peso de la incertidumbre que les impuso el terrorismo de Estado.

No queda otra que seguir luchando, y la lucha, lo sabemos bien, es colectiva. El poder que hoy nos somete nos quiere solas y solos, cada uno en su casa, en silencio, pero tenemos que sobreponernos y salir a reclamar, a exigir, porque el soberano es el pueblo, no quien ocasionalmente está ocupando el sillón de Rivadavia, sostenido por el verdadero poder concentrado que, a falta de un interés nacional, a falta de Patria, nos vendería al mejor postor.

Vamos a continuar reclamando, como lo hicimos siempre, desde que comenzamos esta lucha por nuestros hijos e hijas, por nuestras nietas y nietos, y hoy además por nuestros bisnietos –que también ven vulnerado su derecho a la identidad hasta tanto sus padres no sepan quiénes son–, y le seguiremos reclamando al Estado, porque tiene compromisos asumidos que debe cumplir, y así lo seguirán haciendo todas las organizaciones del pueblo con cada uno de los derechos que este Gobierno autoritario quiere arrasar. Así será, hasta encontrarnos todas y todos, como dice la canción, “en una hermosa plaza liberada”. 

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