México: la política feminizada por izquierda y por derecha en una contienda electoral histórica
Las calles del centro de la Ciudad de México parecen, por momentos, una utopía feminista para quienes venimos desde el sur del continente: los rostros de mujeres candidatas a alcaldesas, diputadas, jefas de gobierno y presidentas miran a los y las transéuntes desde lonas que cuelgan de distintos postes mientras suena el organillero de fondo y un pequeño parlante de donde sale voz femenina invita a comer “ricos tamales oaxaqueños”. En los semáforos, en la entrada del metro, en las esquinas, en la pollería, en los mercados: ellas sonríen, señalan a la cámara con un dedo, forman un corazón con sus manos o simplemente posan para ser elegidas.
La reforma constitucional de 2019 que incluyó la paridad en todos los cargos de toma de decisiones públicas hizo que hoy haya pura mujer por todos lados. En un taxi que cruza la ciudad en ralentí suena un spot que le habla directo a ellas, que son más que ellos (en el padrón electoral hay 51.103.424 mujeres, 48.226.062 hombres y 105 personas no binarias, según el Instituto Nacional Electoral) y las invita a las urnas este 2 de junio en las elecciones más grandes que la tierra azteca tenga memoria (en simultáneo se eligen más de 20.000 cargos a nivel local, federal y municipal). “Hagamos que la mayoría se note”, les dice.
No hay registro de una disputa presidencial entre mujeres y esto es una novedad para América Latina y el Caribe donde el poder está hipermasculinizado y girado a la ultraderecha. Sin embargo, la utopía feminista que fulguraba desde los carteles con los rostros de las candidatas empieza a opacarse cuando se observa que en esta mega contienda electoral que se disputa hoy en México la política está feminizada tanto por izquierda como por derecha. Históricamente las candidatas mujeres eran de las filas progresistas, pero ahora también la ultraderecha va en busca del voto femenino con candidatas propias.
Este enfrentamiento electoral es la síntesis perfecta de las fuerzas en pugna en esta región en la era de la polarización, la reacción conservadora y el feminismo que insiste en la política. Es cierto que los números tranquilizan: la ultraderecha (por ahora) aquí no es una amenaza real. Todo indica que el primer gobierno de izquierda de la historia de este país será reelegido por seis años más y eso también es una curiosidad a contrapelo del continente. Las encuestas más optimistas dicen que Claudia Sheinbaum, la candidata de la coalición oficialista Sigamos Haciendo Historia, integrada por Morena, le sacará 20 puntos de ventaja a su contrincante Xóchitl Gálvez Ruiz (representante de Fuerza y Corazón por México, integrada por el PAN,PRI y PRD).
“Se puede hacer una analogía entre Claudia y Dilma (Rousseff), candidata mujer elegida por un candidato de izquierda. Pero el signo nuevo es que la participación de las mujeres en el campo de la derecha y de la ultra derecha está creciendo. Xóchitl es la representación máxima de esta novedad. En Brasil se habla de Michelle Bolsonaro”, dice la investigadora brasileña Sonia Correa, co-coordinadora del Observatorio de Sexualidad y política.
El cierre de campaña de Sheinbaum en el Zócalo, el último 29 de mayo, fue multitudinario y tuvo algo de performance queer, de fantasía extraña. Sorprendía ver, desde la óptica de Argentina, donde el feminismo volvió a ser mala palabra y “todo lo referente a la perspectiva de género prohibido”, a machotes mexicanos incluídos sin ningún cuestionamiento en un genérico femenino replicando un mensaje de campaña que le habla a las mujeres. “Llegamos todas”, decían las bandas presidenciales, parte de la liturgia/merchandising electoral, de papel brillante rojo, verde, blanco en franjas y en un círculo el rostro de la ex jefa de gobierno de CDMX, ungida por Andrés Manuel López Obrador para su sucesión.
Enrique, que tiene bigote y sombrero, llevaba puesta esa banda. A sus 71 años había llegado desde Veracruz al acto que cerraron los míticos Ángeles Azules con un show. “Llegamos todas” también anunciaba el abanico con el que combatía el calor inédito de la primavera chilanga Omar, un joven de 17 años. “Es tiempo de mujeres y de transformación, eso significa vivir sin miedo y libres de violencia, y desde esta tribuna le digo a las jóvenes, a todas las mujeres de México, compañeras, amigas, hermanas, hijas, madres, abuelas: no están solas”, dijo Sheinbaum desde el escenario. El Zócalo desbordado respondió eufórico: “¡presidenta! ¡presidenta!”.
“Claudia”, como la nombran todos y todas acá, prometió como primera medida “enviar una iniciativa para modificar la Constitución para que se reconozca la igualdad sustantiva de las mujeres y la no violencia”. Si bien es una feminista hidropónica (ella no se declaraba parte del movimiento y ha tenido en su gestión como jefa de gobierno de la Ciudad de México tensiones con el activismo que las militantes todavía no olvidan) genera mucha expectativa para la historia de las mujeres políticas en el continente. No fue casual que el primer encuentro de la Internacional Feminista haya sido el año pasado aquí en Ciudad de México. Tampoco es casual que una de las fundadoras de este movimiento, que pretende hacer fuerza transnacional, es también la preferida para jefa de gobierno de CDMX, Clara Brugada. “Toda mi vida me he preparado para ver este momento”, me dice emocionada Dapthne Cuevas, coordinadora de estrategia de género de la candidata. Ella lleva tres décadas como activista empujando, haciendo incidencia para ver todas las transformaciones que hoy se reflejan en este proceso electoral.
Han recorrido un largo camino, muchachas
El año próximo se cumplen 70 años desde que las mexicanas pudieron efectivamente elegir y ser elegidas por primera vez. En esas siete décadas sólo nueve mujeres (una de ellas en dos ocasiones) aspiraron a la presidencia de la República, pero ninguna ganó.
Por primera vez en la historia del país también existen posibilidades reales de que una mujer alcance la titularidad del Poder Ejecutivo Federal; de los 32 Estados que tiene la República, hoy 9 son gobernados por mujeres y van a pasar a ser más después de esta elección.
No fue lineal ese camino de insistencias y no estuvo exento de tensiones. “Fue muy complicada la negociación para los candidatos a la interna. No podía haber mayor número de hombres pero también las mujeres no podían estar en las orillas, en lugares que ya están perdidos donde ni iban a ganar, sino las mujeres tenían que estar en el ámbito competitivo. Muchos de los hombres decían ´Me jodió el género para poder ser candidato´”, cuenta Veka García, directora general de Relaciones Internacionales y Cooperación en CDMX.
En toda la historia moderna de América Latina y el Caribe, sólo 15 mujeres han sido nombradas cabezas de Estado. Parece una eternidad pero hace una década se daba un hecho insólito: cuatro mujeres eran presidentas en simultáneo en la región: Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, Dilma Rousseff en Brasil, Michelle Bachelet en Chile y Laura Chinchilla en Costa Rica. Hoy no queda ninguna de ellas en funciones. Sólo dos gobiernos cuentan con presidentas: Xiomara Castro, en Honduras, y Dina Boluarte en Perú, además de la primera ministra de Barbados, Mia Mottley.
No todas llegan
El fulgor distintivo con el que brilla México obnubila de a ratos y hace caer en la tentación de la romantización. Pero no, todas no llegan. La ilusión se opaca con los números y las historias que deja esta campaña electoral, la más violenta y mortífera de la que se tenga memoria. La paridad también puede ser letal y la participación política en tierras aztecas tiene demasiados costos: Gisela Gaytán, por ejemplo, candidata de Morena a la alcaldía de Celaya, fue asesinada en plena campaña en abril. Había entrado en los lugares competitivos por la paridad. No fue la única. Al cierre de esta edición los números extraoficiales hablan de 35 candidatos y candidatas asesinados, aunque el gobierno contabiliza 23. La violencia es parte de este pueblo atravesado por la ofrenda y el sacrificio. En la administración de Andres Manuel López Obrador han desaparecido, en promedio, una persona cada hora. Es cierto que el femicidio bajó pero hubo 848 mujeres asesinadas el último año. ¿Con qué fuerza política contará la próxima presidenta para abordar todos estos desafíos? Está por verse.
MFA/DTC
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