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Al final, no era tan así

Un mundo vertiginoso y las verdades que no quiere ver Milei

Un grupo de soldados norcoreanos posan para un foto, en una imagen de archivo.

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El viernes por la noche un vecino de un barrio acomodado de Madrid dejó en la vereda un viejo televisor de los años ochenta. Justo cuando el gobierno municipal lanzó la campaña “Haz tu magia”, para que la gente no abandone sus trastos así como así en medio de la calle. A esa persona, sin embargo, no le importó. 

Es entendible, el mundo actual de las noticias puede generar hastío y el vecino ya no puede entender lo que pasa, aunque las noticias sigan transmitiéndose en su viejo televisor de hace cuarenta años. 

La semana dejó acontecimientos para todos los gustos. Corea del Norte fue uno de las protagonistas. Primero porque el gobierno que lidera el autócrata Kim Jong Un, voló por los aires varias de las carreteras que unen su país con Corea del Sur. Una respuesta a los ejercicios militares que Seúl y Estados Unidos realizaron de forma conjunta este mes. Cuanto más separados, mejor, piensa Jong Un.

El otro hecho es el supuesto arribo de soldados norcoreanos a Rusia para unirse al ejército ruso que combate en Ucrania. Lo informó el Servicio Secreto de Corea del Sur, que este viernes publicó unos videos en los que se puede ver a combatientes de Corea del Norte entrenándose en el lejano oeste ruso. En total serían unos 10.000 soldados, un número cuya incidencia en la guerra es menor, pero que suma un capítulo inédito al conflicto.

De todas formas, lo verdaderamente importante debía suceder en la cumbre de la OTAN, celebrada este jueves en Berlín. Pero más que un encuentro para tomar decisiones sobre la guerra en Ucrania o Medio Oriente, se transformó en una amistosa fiesta de despedida para Joe Biden. La prensa alemana llamó “pato cojo” al mandatario norteamericano, y los propios líderes de Reino Unido, Francia, y Alemania despidieron al presidente saliente entre agradecimientos y lamentos. Con Harris o con Trump, nada volverá a ser igual, decían.

Volodimir Zelensky, que vive sus semanas más difíciles, volvió a pedir el ingreso de Ucrania a la OTAN como garantía para avanzar en un acuerdo con Rusia. La respuesta no llegará hasta que se decida el nuevo inquilino de la Casa Blanca, pero el propio canciller alemán enfrió esa posibilidad, y afirmó que la Alianza militar no debe convertirse en parte beligerante. Desde Estados Unidos, Trump dijo que el presidente ucraniano era el mayor vendedor del planeta, e ironizó sobre los billones de dólares que su país brindó a Kiev en ayuda militar.

Faltan tres semanas para las elecciones, y el camino a la Casa Blanca parece enderezarse para el exmagnate neoyorquino. Una encuesta reciente del Financial Times lo muestra con ventaja sobre Harris en cinco de los Estados clave para decidir los comicios, mientras que en los mercados de predicciones se produjo un crecimiento abrupto de las chances de Trump para imponerse a la candidata demócrata. 

Pase lo que pase, el nivel de polarización en el país es dramático y nada puede descartarse, con excepción -podría decirse- del envío de alguna ayuda para el gobierno de Milei en los próximos meses. La Argentina está lejos de entrar en la lista de prioridades, por más que el dirigente libertario lance riesgosos guiños en favor del republicano. 

Del otro lado del mundo, la otra gran potencia también marcó la agenda. China realizó unos imponentes e intimidantes ejercicios militares en la costa de Taiwán. Más de 150 aviones de combate y 36 barcos formaron parte de la actividad, con que Pekín volvió a dejar en claro que no tolerará ni siquiera los discursos de corte soberanista por parte del nuevo gobierno taiwanés.

El escenario de una guerra en el pacífico, en todo caso, parece lejano de momento. Más urgente es que las autoridades chinas resuelvan cómo salir del estancamiento en el que está la economía desde la pandemia de Covid-19. Este mes el gobierno chino anunció una serie de estímulos fiscales y monetarios para impulsar el mercado financiero y la economía, pero el horizonte de un regreso a aquellas tasas chinas de inicios de los 2000 es aún poco probable.

El editor y principal analista económico del Financial Times escribió esta semana que una de las soluciones para la crisis económica china es la creación de “una nueva fuerza productiva de alta calidad”. El argumento de Martin Wolf es que esa nueva fuerza laboral cuente con unos ingresos potentes que logren impulsar la demanda en el país nuevamente. 

Habría que preguntarle a Milei si el editor del FT es también un “econochanta mandril” o un economista confundido. Es que esta semana, mientras el INDEC informaba que, en términos reales, los salarios cayeron al nivel del 2005, el mandatario argentino afirmó en IDEA que él era el verdadero heredero de Adam Smith. Curioso, porque Martin Wolf cerró su artículo con la siguiente frase: “Sin embargo, como escribió Adam Smith, 'el consumo es el único fin y propósito de toda producción'. Xi Jinping debe aceptar esta verdad”. Milei debería hacer lo mismo.

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