Cómo terminó Francia con un primer ministro conservador pese a la victoria de la izquierda y qué puede pasar ahora
El presidente Emmanuel Macron puso fin este jueves a dos meses de suspenso y nombró al conservador Michel Barnier primer ministro de Francia. Las últimas semanas estuvieron marcadas por las consultas, el baile de nombres y las dudas de un presidente que buscaba un candidato que no se opusiera radicalmente a su política pero no formara parte de su partido político. Que diese al nuevo Ejecutivo “un perfume de cohabitación” –como se denomina a la convivencia de un presidente y un primer ministro de distinto color político–, según repitieron fuentes del Elíseo en los últimos días.
Al final, Macron se decantó por el excomisario europeo procedente de la derecha gaullista y le pidió que “forme un Gobierno de unión al servicio del país”. El presidente afirmó que el político reúne las “condiciones de estabilidad y de consenso más amplias posibles”, pero la decisión desató duras críticas en la izquierda, que salió victoriosa de las elecciones legislativas y denunció una “negación de la democracia”. Este mismo jueves tuvo lugar el traspaso oficial de poderes a Barnier en el Palacio de Matignon de manos de su predecesor, el macronista Gabriel Attal.
¿Cómo se llegó hasta acá?
La secuencia política que llevó a la elección del nuevo jefe de Gobierno comenzó con la disolución de la Asamblea Nacional y la convocatoria de elecciones legislativas decididas por el presidente Macron, unos días después de los comicios europeos que dieron un triunfo arrollador a la extrema derecha de Marine Le Pen. Fue una decisión personal del jefe de Estado, criticada incluso en su propio partido, y Macron la justificó por la necesidad de una “clarificación” del panorama político.
Tras una campaña relámpago, las legislativas situaron a la coalición de izquierda Nuevo Frente Popular (NFP) como principal fuerza política de la Asamblea (193 escaños), por delante de la coalición centrista de Macron (166) y de la extrema derecha de Marine Le Pen (142). La particularidad del resultado de las elecciones legislativas es que ninguno de los tres grandes bloques se acercaba a la mayoría absoluta de 289 diputados (de un total de 577), una fragmentación parlamentaria inédita en el actual sistema político francés acostumbrado a grandes mayorías. Y la convocatoria de nuevas elecciones legislativas no es una opción: tiene que pasar un año desde las anteriores.
Al final, 60 días después, el nuevo inquilino de Matignon salió de las filas de un partido que quedó último entre las grandes formaciones políticas francesas en las legislativas de julio, Los Republicanos.
¿Por qué es un primer ministro de derecha si la izquierda ganó las elecciones?
El nombramiento del primer ministro es una prerrogativa exclusiva del presidente de la República y la Constitución francesa de 1958 no establece límites sobre a quién puede designar para el puesto ni el plazo del que dispone para hacerlo. No obstante, bajo el actual sistema, el primer ministro siempre fue una figura de la mayoría parlamentaria en la Asamblea. De entrada, por una razón práctica: la cámara tiene la capacidad de forzar la dimisión del primer ministro mediante una moción de censura, si ésta recibe el voto afirmativo de una mayoría absoluta de los diputados.
No obstante, en este caso, Macron rompió esa tradición al no nombrar a una personalidad del NFP. El anuncio de los partidos de centro y derecha de que, en caso de moción de censura, votarían en contra de cualquier primer ministro salido de la coalición progresista fue la justificación esgrimida por Macron para negarse a nombrar a la candidata de los partidos progresistas, la economista Lucie Castets.
De esta forma, el presidente francés fue a la vez juez y parte en el actual proceso de formación de gobierno: el bloqueo parlamentario al Nuevo Frente Popular, en el que participa su propio partido, es la razón en la que se escudó para no permitir que la unión de las izquierdas intentara formar un ejecutivo, a pesar de que el bando macronista se benefició en las elecciones de las retiradas tácticas de candidatos progresistas para vencer a la extrema derecha, recabando el apoyo de votantes de izquierdas.
¿Quién decide ahora la composición del futuro Gobierno?
El presidente de la República nombra a los ministros, pero lo hace a propuesta del jefe del Ejecutivo. Es, por tanto, el primer ministro quien decide la composición de su gobierno. En caso de cohabitación hay precedentes en los que un presidente se negó a nombrar la primera elección del primer ministro para ciertas carteras relacionadas con diplomacia y defensa. Fue el caso de François Mitterrand, que rechazó las primeras propuestas de Jacques Chirac para estas carteras en 1986. Tradicionalmente, esos puestos exigen un candidato de consenso, porque una falta de acuerdo podría desembocar en un bloqueo institucional.
Aunque desde el Elíseo no se habla de cohabitación para definir la actual situación, sino de “coalitación”, un neologismo creado uniendo coalición y cohabitación. “Es difícil saber aún si es una cohabitación”, dice Olivier Rouquan, politólogo e investigador asociado del Centro de Estudios e Investigaciones en Ciencias Administrativas y Políticas (CERSA). “Creo que no, porque Macron se fue acercando a la derecha, al menos desde 2019. Nombrar a un conservador moderado garantiza la continuidad. Por lo demás, Barnier será un primer ministro más independiente del presidente que sus predecesores. Si consigue durar”.
¿Qué otras opciones barajó Macron?
Macron se decidió por Michel Barnier tras explorar la posibilidad de nombrar al exprimer ministro socialista Bernard Cazeneuve, con el que se reunió en varias ocasiones en las últimas semanas. La opción Cazeneuve tenía el apoyo de los socialistas y de la coalición presidencial, aunque previsiblemente hubiese contado con la hostilidad de Francia Insumisa (las relaciones entre Cazeneuve y Mélenchon son particularmente poco amigables) y de la extrema derecha.
Además, es difícil precisar qué programa hubiese podido aplicar y cuál habría sido su postura ante la polémica reforma de las pensiones, que Macron quiere proteger de todo intento de derogación por parte de la Asamblea Nacional. El mandatario también barajó la posibilidad de nombrar una personalidad no política, en concreto el presidente del Consejo Económico, Social y Medioambiental, Thierry Beaudet, muy respetado entre los sindicatos reformistas. No obstante, su falta de experiencia parlamentaria llevó a su descarte.
Por último, Macron se reunió esta semana con el presidente de la región Altos de Francia, el conservador Xavier Bertrand. Según varios medios franceses, la hipótesis Bertrand también se descartó porque Marine Le Pen aseguró a Macron que votaría cualquier moción de censura contra él (Bertrand arrebató a Le Pen la presidencia de la región, a la que aspiraba en 2016).
¿Cómo reaccionó el resto de fuerzas políticas?
Como era de esperar, el nombramiento de Barnier levantó una polvareda en el espacio de la izquierda, que se mostró muy crítica con la decisión. Uno de los primeros en reaccionar fue el fundador del partido Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, quien cargó con dureza contra Macron, al que acusó de “robo electoral”. “Es la negación de la voluntad del pueblo francés”, recalcó. Mélenchon dijo que Barnier fue nombrado “con el permiso y quizás la sugerencia” de la extrema derecha, sugiriendo una alianza implícita entre Macron y Le Pen.
El líder del Partido Comunista francés, Fabien Roussel, tachó la designación de “corte de mangas a los franceses que aspiran a cambio” mientras que su homóloga de Los Ecologistas, Marine Tondelier, la calificó de “verdadero escándalo”. “Entramos en una crisis de régimen”, afirmó por su parte Olivier Faure, el líder del Partido Socialista, la cuarta pata del Nuevo Frente Popular.
Este sábado, varias organizaciones juveniles convocaron una movilización “contra el golpe de Macron” a la que se sumaron partidos del Nuevo Frente Popular y colectivos como Attac.
En el lado opuesto del arco parlamentario, la extrema derecha aseguró que va a esperar a que Barnier presente su programa político ante el Parlamento para decidir si censuran al Gobierno. “Juzgaremos su discurso de política general”, dijo Jordan Bardella, presidente del partido de Le Pen, Agrupación Nacional. “Pediremos que se aborden las grandes urgencias de los franceses: poder adquisitivo, seguridad e inmigración, y nos reservamos todos los medios políticos de acción si no es así en las próximas semanas”.
En el espectro macronista, Edouard Philippe, que anunció su candidatura a las elecciones presidenciales de 2027, felicitó a Barnier con un mensaje en X. “Su tarea promete ser difícil, pero las dificultades nunca lo asustaron”, dijo.
¿Qué puede pasar?
En Francia, el nuevo jefe de Gobierno no está obligado a presentarse a una moción de confianza en la que la Asamblea avale su nombramiento. Sin embargo, se puede activar una moción de censura (sin límite de mociones por legislatura) reuniendo las firmas de una décima parte del hemiciclo. Es previsible que los diputados del NFP activen esa opción de inmediato. Una vez presentada una moción, se celebra una votación en un plazo de 48 horas. Si la mayoría absoluta de los diputados –289 de 577– la aprueba, el Gobierno se ve obligado a dimitir y el presidente debe nombrar un nuevo primer ministro.
La moción puede presentarse en cuanto la Asamblea entre en sesión, lo que debe ocurrir, como tarde, el próximo 1 de octubre. Y podría ser antes si, como pidió la presidencia de la Asamblea, el presidente convoca una sesión extraordinaria.
¿Cuándo podría producirse una moción? “No soy astrólogo”, responde el politólogo Rouquan. “El presupuesto va a ser muy difícil de elaborar y negociar... Pero incluso antes de eso, la composición del gobierno no será fácil”. La viabilidad del futuro gobierno depende de la capacidad del primer ministro para llegar a acuerdos con otras formaciones políticas.
Barnier se encontrará un “contexto difícil” para gobernar, dice el experto. “Internamente, la sociedad está debilitada por cuestiones económicas y sociales, pero también de identidad. Externamente, la UE observa con gran preocupación la situación presupuestaria. Desde este punto de vista, Barnier cuenta con una ventaja, ya que ocupó importantes puestos de responsabilidad en Bruselas. Encaja en la ortodoxia económica de la Comisión. En el frente interno, su moderación calmará el debate”.
¿Cuál podría ser el resultado de una moción de censura contra Barnier?
El NFP, que reivindicó la victoria en las elecciones y, por tanto, la prioridad para nombrar Gobierno, anunció que votará a favor de censurar a Michel Barnier. En el lado contrario, Barnier se aseguró el apoyo de su familia política (Los Republicanos, 47 diputados) y de gran parte de la coalición presidencial –aunque queda por ver si todos respetarán la consigna de voto–.
En caso de moción de censura, con el voto favorable de los 193 diputados del NFP, la postura de los 142 parlamentarios de la extrema derecha será decisiva. Los partidos progresistas temen que la designación de Barnier implique un pacto con Le Pen, tal vez con concesiones en materia de inmigración. Pese a tener un largo historial de conservador moderado y europeísta, el programa del nuevo primer ministro para las primarias de su partido en 2021 sorprendió incluyendo una “moratoria” respecto a la inmigración. Barnier reclamó “recuperar la soberanía jurídica para no estar sujetos a las sentencias del Tribunal de Justicia de la Unión Europea o del Tribunal Europeo de Derechos Humanos”.
“La segunda vuelta de las elecciones legislativas expresó un rechazo a Agrupación Nacional. Sin embargo, el Elíseo nunca dejó de tener en cuenta la opinión de Agrupación Nacional y su actitud futura a la hora de nombrar al nuevo primer ministro”, señala Olivier Rouquan, que subraya además que Barnier “pasó toda su carrera en la derecha” y “endureció su postura sobre la inmigración”. “Así que este nombramiento contradice el resultado de las elecciones legislativas. Pero hay dos matices: la coalición de izquierdas no estaba preparada para gobernar –completó su programa en pocos días y aún tiene que trabajar sus divergencias– y encontrarse en la oposición es una oportunidad para ella, porque podrá consolidar su unidad”, agrega. En su opinión, la extrema derecha no “censurará inmediatamente” al Gobierno de Barnier, ya que le conviene “esperar” para no ser vista como un partido “que desestabiliza el funcionamiento de las instituciones”.
AH/IG/CRM
0