Hace unos dos meses, después de que Yevgeny Prigozhin liderara su “marcha sobre Moscú”, el jefe de la CIA estadounidense, William Burns, predijo que el presidente ruso, Vladímir Putin, se tomaría su tiempo para la venganza. “Lo que estamos viendo es un baile muy complejo”, sugirió Burns en julio, durante el Foro de Seguridad de Aspen. “Putin es el máximo apóstol de la venganza”.
Los detalles exactos de los acontecimientos que han llevado a la muerte del jefe mercenario en un avión siguen sin estar claros. Pero una cosa sí se sabe: tras el primer desmembramiento de Wagner, la organización que Prigozhin construyó ahora ha sido dramáticamente descabezada.
Después de un motín y una marcha sobre Moscú que avergonzaron a Putin y al Kremlin, el papel preponderante de Wagner en las operaciones militares rusas contra Ucrania se vio reducido considerablemente. Aunque sólo fuera por un momento, la impresión era que Prigozhin trataba de recuperar parte del poder adquirido con las intervenciones en África que el grupo mercenario realizaba a petición del Kremlin.
La declaración de respaldo al golpe de Estado en Níger publicada por Prigozhin fue, según varios analistas, una manera de recordar cómo Wagner servía los intereses del Kremlin en el pasado.
Vestido con su característico uniforme de combate, el vídeo de Prigozhin esta semana desde algún lugar de África, sugería que, tal vez, había encontrado una nueva misión y sus acciones habían sido perdonadas. En la grabación, Prigozhin decía estar reclutando a hombres para sus operaciones en África y pedía a los inversores rusos que pusieran dinero en la República Centroafricana a través de Casa Rusia, un centro cultural en Bangui, la capital de ese país.
El grupo Wagner, descabezado
Prigozhin y otros altos cargos de Wagner sobrevolaban la región rusa de Tver, cerca de Moscú, cuando su avión privado se precipitó. Según algunas informaciones, fue derribado por las defensas antiaéreas de Rusia. No fue el único que murió en el incidente: junto a él viajaba Dmitry Utkin, otro personaje clave de Wagner y uno de sus aliados más cercanos, implicado en la organización del convoy mercenario en la marcha hacia Moscú.
Utkin era un exoficial del servicio de espionaje del Ejército ruso (GRU) y como mercenario de Wagner había trabajado en Siria, vigilando yacimientos de petróleo. Según informaciones publicadas en cuentas de redes sociales rusas, asociadas a Wagner, otros miembros de la cúpula mercenaria también podrían haber muerto en ese avión.
Lo que está claro es que Wagner, tal y como estaba constituido, ha dejado de existir.
De acuerdo con los últimos informes, cientos de mercenarios de Wagner exiliados en bases de Bielorrusia a raíz del motín habían comenzado a abandonar el país. Descontentos con una paga mucho más baja, algunos se reubicaron para trabajar en África occidental.
De los 5.000 mercenarios que estaban en Bielorrusia, queda una cuarta parte. En la propia Rusia, las operaciones de Wagner llevaban los últimos dos meses en una especie de parón, con Prigozhin y sus aliados aparentemente en busca de una nueva función que los resguardara del enfado de Putin.
Pero con la salida de Wagner de Ucrania, después de que desplegara a sus combatientes como carne de cañón en la batalla por Bajmut, la mayor incógnita ahora es si Wagner podrá continuar sus operaciones en los países africanos donde tiene presencia (Sudán, Libia, Níger, Mali, Burkina Faso, etc.) de manera viable.
Un sustituto para Prigozhin
Ya han salido varios nombres en las conjeturas sobre un sustituto de Prigozhin que cuente con la aprobación del Kremlin, pero no es nada seguro que alguno de esos candidatos sea capaz de reemplazarlo.
Las conexiones inmorales que Prigozhin y sus aliados más cercanos llevaban años cultivando eran el fundamento de gran parte del imperio africano de Wagner, una combinación de trabajo mercenario, de operaciones de desinformación y de turbios intereses comerciales.
Se ha sugerido, por ejemplo, que la decisión de Wagner de ayudar a la junta militar de Mali contribuyó a la retirada de Francia, cuyos soldados llevaban casi diez años en el país.
Aunque en los últimos tiempos el Kremlin ha cortejado más directamente a los líderes militares de los países del Sahel, Prigozhin se ocupaba de mantener relaciones personales con señores de la guerra, militares golpistas, políticos y empresarios corruptos.
“Si el grupo Wagner es Yevgeny Prigozhin, es difícil ver cómo sobrevivirá”, dijo en junio a la cadena de televisión Sky News el exvicealmirante y actual analista militar Sean Bell tras el motín de Wagner. “Es el fin de Wagner tal y como lo conocemos”.