Una anécdota con Caaman
A veces salimos de la casa de Santiago ya de noche. Por lo general, cuando nos juntamos para soportar entre amigos la tristeza del domingo ,Caaman y yo, nos vamos en bicicletas, o en mi auto. Y hablamos de miles de cosas. Pero mejor es caminando, cuadra a cuadra. Como ahora. Caaman se llama Martín Caamaño, pero alguien, en algún momento, decidió abreviarle el apellido y dijo: Caaman. Y a todos les pareció bien y empezaron a repetir, cuando lo llamaban: Caaman, Caaman. El Hombre Caa. O lo que sea. Seguro que el nuevo nombre vino jugando al fútbol, porque es en la cancha donde se pide la pelota y se abrevian los nombres para que todo suceda más rápido.
Pero los dos no sólo salimos de la casa de Santiago, sino que salimos cada uno bajo el cono de su percepción exclusiva, de más lejos, cada uno con el librito del terror que nos enseñaron a leer de chicos bajo el brazo y al que venimos releyendo, tratando de reescribirlo, de pasarle las páginas rápido, de derrotarlo. Caaman está vestido casi todo de negro, tiene el pelo corto y semigris y usa unos lentes que le dan un aire a Lennon cuando se cortó el pelo para filmar Cómo gané la guerra. “Anoche en la casa de Gaby y Valeria nos pusimos todos los que estábamos a cantar y fue increíble. Medio como un fogón”, le digo a Caaman. “¿Quiénes estaban?” me pregunta Caaman. Y yo le cuento. Pero sobre todo le paso una lista de las canciones que cantamos. Le digo que le traduje a Santiago “Sueños de Peninha”, que suele cantar Caetano. “Esa letra es tremenda”, me dice Caaman. En Sueños, un hombre acepta que su mujer -de la que está enamorado- “sienta una pasión inesperada por otra persona”. Y no sólo eso, sino que le dice que ojalá le vaya bien en su nuevo amor. Y que prefiere tener saudade en vez de caminar vacío. “Cantar en grupo es mejor que cantar en un grupo”, le digo a Caaman. Y charlando sobre las canciones pasan las primeras siete cuadras.
¿Viste que le van a poner a una esquina de Nueva York el nombre de Charly García? Es la esquina dónde García se sacó una foto que terminó siendo la tapa de su disco que iba a llamarse Nuevos trapos y viró a Clics modernos. En la foto Charly está sentado en el piso –como en Vida, pero esta vez sin Nito- y fuma un cigarrillo, en la pared graffiteada detrás, en blanco y negro, se ve una figura oscura con un corazón blanco, la figura que es a escala humana, sonríe. Hay un graffiti que dice Modern Clix que es un grupo new age de la ciudad y que terminó siendo el nombre del disco.
Caaman sabe todo esto, por eso Victoria le dice “el niño que lo sabe todo”. “Siempre me fascinó esa foto que es la tapa de Clics Modernos”, dice Caaman. Hablar de Charly lo excita, durante años fue a un lugar donde a veces Charly iba, de acuerdo a cómo se levantaba, a tocar de improviso, e incluso llegó una vez a tocar con Caaman, hay una foto de eso: Charly tocando el teclado y Caaman, muy chico, de rodillas, en el escenario con el pelo largo como un guitar hero.
En el 82, Charly saca Yendo de la cama al living. Ahí hay un tema -el que que le pone el nombre al disco- que anticipa lo que va a venir en el 83. También “Inconsciente colectivo” es un preanuncio de “Los dinosaurios”. A veces sucede que en algunos discos hay un tema que está en futuro, que parpadea como un holograma. Pienso en “About a Boy” de Nirvana o “Things we said today”, de los Beatles. Después de Malvinas, después de tener prohibido cantar inglés, Charly sigue la máxima de James Joyce –silencio, destierro y astucia- y viaja a Nueva York a comprar instrumentos, pero termina buscando un lugar para grabar y no va con Mercado Pago, sino que golpea la puerta del lugar con una bolsa de guita en cash. “Charly les mostraba la bolsa, porque no lo dejaban entrar y les decía: ”¿Quieren guita?“, dice Caaman. Al final -siempre según Caaman- le abren la puerta y le alquilan Electric Lady -el estudio de Jimi Hendrix- y Charly va a conseguir experiencia. Le muestran un catálogo de productores freelance que rondan el estudio, sigue Caaman. ”Y Charly elige a Joe Blayney, porque ve que produjo Sandinista de The Clash, Charly se dice que si pudo controlar a los Clash y producir tremendo disco, también va a poder con él“, dice Caaman.
“Tengo que confiar en mi amor/ tengo que confiar en mis sentimientos”, canta Charly. Le digo que estas frases me recuerdan a la película de Cronenberg, The Fly, cuando el protagonista duda de la chica que ama, se mete molesto en la máquina teletransportadora y con él entra una mosca que no ve y se convierte en un hombre insecto. Después le dice a la chica, ya transformado en un monstruo: “Una vez fui un insecto que soñó que era un hombre y le gustó, ahora el insecto ha despertado en mí. ¿Conocés la política de los insectos? No la tienen. Los insectos son implacables, no tienen moral. Si no te vas -le dice a la chica que ama- te voy a hacer algo malo”. Caaman me dice que The Fly es una de las películas preferidas de Charly. ¿Cómo sabe eso?, me pregunto. Y así pasan las segundas siete cuadras.
Clics modernos es un disco que atrapa el zeitgeist de la época pero que no está fechado, no envejeció nada. El Rolland que usa Charly se sigue usando para el rap y el trap aún hoy. La máquina de sampler se expandió: todo es una máquina de sampler, incluso la personalidad de algunos humanos. Clics modernos es una obra maestra porque tiene tanto del control del genio, como del descontrol de la realidad. Charly le pide a Aznar que toque el bajo como en Serú Girán y éste se niega, le dice que Pastorius ya fue. “¿Te imaginás Clics modernos con el bajo de Serú?”, me dice Caaman. Le digo que Clics tiene la frescura del eterno principiante, ése que tiene lugar en su mente y su corazón para aprender. García todavía no va a seguir el camino del divismo, ahí canta: “Pero a la vez quiero decirte que/ te encargues de tu vida porque yo/ no soy mejor que vos,/ vos no sos mejor que yo”.
En el tema “Transas” usa la tercera persona para delinear a alguien que “Se vende a Fiorucci” y que se pregunta por qué sus hijos no lo llevan al bar. Es y no es García. Una cosa: ¿sigue existiendo Fiorucci? Clics modernos sí. Y después utiliza una rima que es demasiado lejana: usa la palabra Fiorucci en la primera estrofa y recién sobre el final de la segunda dice: “No se alquiló un guardespaldas negro/ no era Lennon ni Rucci”. “Unir a Lennon con Rucci más allá de la rima, es genial”, dice Caaman, mientras caminamos las últimas siete cuadras.
Salir a buscar su tradición es lo que hizo Charly, no quedarse sentado a que se la otorgara un jurado vestido de gaucho. La tradición puede ser cualquier cosa, incluso algo que exista en Marte. En “Bancate ese defecto” le dice a una chica que “Aunque te arregles las gomas nena seguirás siendo rara”. Clics modernos sigue siendo raro, aún hoy, y creo que lo va a seguir siendo por todo el tiempo que nos toque vivir. ¿Para qué más?
FC
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