Un balcón en Puerto Madero
Martes a la noche en TN
Jonathan Viale arranca desorbitado:
—La tomaba del cuello, Nico —se entusiasma—. ¿Es así?
La pantalla está dividida en seis. Lo acompañan un desaliñado Nicolás Wiñazki, Cecilia Boufflet en estado de consternación, el atento Bruno Yácono, una informada Guadalupe Vázquez y la escritora Pola Oloixarac.
—Fabiola cuenta que Fernández la obligó a abortar cuando ya sentía al bebé en su panza —relata Wiñazki, con desagrado.
La música es trepidante.
—Ella describe una pareja claramente tóxica todo el tiempo donde la violencia jugó un rol y ella fue víctima todo el tiempo —sintetiza Boufflet.
Wiñazki se desajusta un poco más el nudo de la corbata.
—Estuvo tres meses viviendo en Londres, haciendo un curso que le pagó Alberto Fernández —informa Vázquez—. A la vuelta él le promete casamiento y formar una familia.
—Se lo promete después de que la presiona para el aborto —completa Yácono.
Oloixarac observa en silencio. Wiñazki lleva adelante el relato. De brazos cruzados, Boufflet se indigna mientras Yácono y Vázquez aportan datos en oraciones correctas, con sujeto y predicado. Todos están de acuerdo. Son jugadores de poker que redoblan la apuesta en cada intervención.
—¿Fernández se quería levantar a la amiga de su pareja? —pregunta Viale.
La euforia invade el estudio de TN.
—Es perverso —se escandaliza Boufflet.
Concluyen que el golpe en el ojo se produjo cuando Vázquez dio a conocer la foto de la fiesta en Olivos.
—El hecho violento se produce cuando, en la cama presidencial, a la noche, el Presidente le da un golpe de puño —esclarece Yácono—. Ella va al baño y cuando vuelve Fernández está dormido.
—¿Cómo termina tu día? —ironiza Viale, erecto—. Le das un golpe a tu mujer y te vas a dormir.
Luego del éxtasis, el programa ingresa en una meseta. Oloixarac rompe el silencio antes de que se transforme en melancolía:
—Quizás Alberto tenía puesta la corbata verde en ese momento.
Todos ríen. Wiñazki vuelve a tocarse el nudo de la corbata. Filosa, ella arriesga un poco más:
—Le pegaba mientras decía la letra “e”.
Minutos después el panel repudia a Fabiola por haber declarado que la fiesta de Olivos fue organizada por Alberto Fernández.
—No te aproveches, Fabiola —advierte Viale—. No importa quién la organizó. Son todos gente grande.
—Acá todos son víctimas —se exalta Boufflet—. Es una cosa muy impresionante. Fabiola, Alberto, Cristina, la chica Pettinato ayer. Todos víctimas.
—Fabiola cuenta que Alberto hasta compró la torta —informa Yácono.
Oloixarac retoma el hilo de Boufflet, mejor articulado.
—Me sorprende muchísimo la manera en que, de pronto, ser una víctima es la carta blanca para todo —insiste—. Todos se anotan ahí. Cristina, Wado De Pedro había sido testigo de violencia de género. Es una cosa alucinante.
Boufflet coincide:
—Cristina es la reina de las víctimas.
—Pola Oloixarac escribió en La Nación: “Es el me too sudamericano” —explica Viale.
Zócalo: “Si sos víctima o conocés a alguien que sufra violencia de género llamá al 144 las 24 horas”.
Oloixarac se ve afectada por la hipocresía ajena:
—Es una situación donde todo el mundo no sé si estaba contento, pero al menos okey con Alberto Fernández —dice—. No dejaron ninguna de sus prebendas y de repente ahora es el momento ideal para que él se convierta en el chivo expiatorio, en la concentración de todo el mal, y por otro lado es interesante que no quedan en un lugar de pensar o repensar, sino de ubicarse directamente con la víctima. Como si fueran auténticas víctimas. Es perverso.
En un nanosegundo de hiperrealidad, todos advierten que la conversación cambió de eje, pero la melodía igual les suena familiar. Viale vuelve a la declaración de Fabiola: Alberto se juntaba con amigos hippies, consumía alcohol y fumaba marihuana. Más adelante, desde el fragmento de un programa de streaming, el expresidente avala la prostitución legal y la venta libre de drogas y hongos alucinógenos en Países Bajos.
Mientras tanto en C5N
Música diabólica, separador con foto de Milei y testimonios de gente por la calle: “Ella recortó medicamentos”, “Él recortó la comida”, “Su marido no consigue laburo”, “Ella trabaja para los viáticos”. También sigue en aumento la inflación. El segmento culmina con una nota de La Nación: “La peor cara de la crisis: el demoledor diagnóstico de Unicef sobre los chicos que se van a dormir sin cenar”.
—Cada noche, más de un millón de chicos se van a dormir sin cenar —subraya un locutor.
Solemne, Gustavo Sylvestre pide colaboración para la campaña de Unicef:
—Seamos todos partícipes —dice, ecuménico—. No nos quedemos con los brazos cruzados.
A continuación, Rosario Ayerdi informa las novedades en la causa de Fabiola Yáñez y Alberto Fernández. Ya no hay cortina musical.
De vuelta en TN
Móvil con Giuliana Salguero sobre el pavimento de Juana Manso, al pie del edificio donde vive Alberto Fernández, más o menos en el lugar donde caería alguien que decidiera tirarse al vacío.
—Estamos acá hace días —dice—, hacemos guardia esperando que haya novedades de Alberto Fernández.
Salguero explica que la causa debe permanecer en los tribunales de Comodoro Py porque el barrio de Puerto Madero, donde empezó la violencia, forma parte de la ciudad de Buenos Aires. La transmisión se corta y la imagen queda congelada en el balcón del expresidente. La luz está encendida detrás del cortinado, pero no se asoma nadie.
Miércoles a la tarde en LN+
Zoom al balcón de Alberto Fernández, ahora de día.
—Se cree que la mamá de Fabiola Yáñez fue testigo presencial del momento en que Fernández zamarrea y/o le pega a su hija, en el piso, en una calle interna de la residencia de Olivos —informa Esteban Trebucq en off.
Luego repasa la declaración completa de Fabiola.
—Está Pola Oloixarac en el piso —anuncia—. Ha escrito Bad Hombre. Su último libro, super interesante como siempre.
Muestra el libro a la cámara y cambia de tema.
—Alberto viene a culminar una serie de machirulos y violentos que parecieran demostrar que el peronismo tiene un derecho de pernada sobre la sociedad —reflexiona Oloixarac, todavía con cautela.
La música sugiere enigma, confusión.
—El peronismo tiene un derecho de pernada sobre la sociedad —repite Trebucq, pensativo, con el índice sobre sus labios—. Te lo voy a robar.
Más confiada, Oloixarac recuerda a Pedro Brieger y Fernando Espinoza. Se esmera, gesticula.
—Lo que nadie esperaba era que el presidente, que se decía el presidente de las mujeres, fuera el machirulo en jefe. Que no solamente, digamos, era violento con su mujer, sino que a la vez sometió a la República Argentina a un montón de reglas que no se aplicaban para él, pero lo más grave es que también buscó imponer una idea de moralidad a la que él tampoco se ceñía.
Trebucq aprueba.
—Clarísimo, Pola —dice.
La escritora especula sobre el feminismo prebendario y la siniestra influencia de Cristina Kirchner. El conductor presenta un video donde el gobernador Axel Kicillof no opina sobre la declaración de Fabiola.
—Qué ser horrible, Alberto —concluye Trebucq más adelante—. Horripilante. Qué monstruo —abre la boca grande, como si masticara una cámara de aire—. Moustruo. Le pegaba patadas a Fabiola Yáñez en el vientre mientras estaba embarazada.
Luego informa que en realidad no está claro si la pateó en el piso, pero es casi seguro que sí.
—Qué hijo de puta.
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