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Opinión

En el umbral de un acuerdo

Pablo Rosendo Panorama económico rojo

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La inflación de 4,8% a nivel nacional y de 5,2% en el conurbano en marzo, la suba de 6% de la nafta ayer, el cruce entre los dos jefes políticos del conglomerado urbano donde viven 15 millones de personas sobre qué tipo de actividad económica cerrar y en qué horarios como forma de frenar el avance de la pandemia, relegaron un dato que durante muchos años definirá la economía argentina: ya hay un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para refinanciar los US$ 45.000 millones que el país le debe al prestamista de última instancia.

El acuerdo será anunciado a más tardar en mayo, luego de la gira por Oriente que hará el Ministro Martín Guzmán, que incluirá Japón y, quizás, China –formalidades de último momento ponen en peligro el viaje a la capital del principal socio comercial de la Argentina y segunda economía del Mundo-, junto con el anuncio de la postergación del vencimiento de US$ 2.400 millones con el Club de París del 21 de ese mes, según pudo saber elDiarioAr de fuentes con acceso a la negociación.

El anuncio del entendimiento con el FMI no incluirá la firma de ningún papel. Será meramente declarativo. Para que pueda ser firmado deberá ser antes aprobado por el Congreso de la Nación, un trámite que puede llevar meses. Pero el anuncio servirá para que el poderoso club de acreedores al que se le debe casi US$ 10.000 millones le otorgue a la Argentina una dispensa (waiver) para evitar que el no pago de esa cuota gatille un evento de default que se concretaría el 21 de julio, dos meses después del período de gracia. Ese anuncio, formalidad necesaria para el Club, dará inicio a la renegociación de esa deuda con ese conjunto informal de países acreedores que incluye casi a los mismos actores determinantes del FMI. Argentina ya avisó esta semana al presidente de ese Club que buscará, como hizo con los acreedores privados y con el FMI, años de gracia para comenzar el repago de la deuda, estiramiento de plazos y una fuerte rebaja en los exorbitantes intereses que hoy rigen esa deuda.

Las bases del entendimiento con el FMI, sobre el que aún falta avanzar en letra chica, incluye pilares claves:

·        El repago estará atado al crecimiento de la economía

·        El período de repago del acuerdo de facilidades extendidas será de 10 años pero al quedar atado al crecimiento de la economía tendrá virtuales años de gracia que podrán servir para estirar ese plazo

·        Los intereses serán automáticamente recortados cuando el FMI apruebe su nueva política de sobrecargo de tasas, quizás este mismo año

·        Llegará dinero fresco en forma de adelanto que servirá para repagar los vencimientos del programa anterior y lo que se acuerde pagar con el FMI, y, obviamente, fortalecer las reservas que esta semana tocaron los US$ 40.000 millones. Una de las propiedades más atractivas del dinero es que es fungible y podrá ser usado para disipar cualquier nuevo intento devaluatorio como el que se pudo detener en octubre del año pasado. A ese dinero se le sumará el paquete de Derechos Especiales de Giro, otros US$ 4.370 millones que tan temprano como en agosto estarán en las arcas del Banco Central.

·        Las metas semestrales serán laxas y el equipo económico no estará atado a fórmulas ortodoxas monetarias por lo que de hecho tendrá mayores herramientas para que la inflación baje en la Argentina (léase: desde la reinstauración de los permisos de exportación de carnes para evitar subas desmedidas en el mercado local, hasta al aumento de las retenciones a los granos para desacoplar los precios de los alimentos en el mercado doméstico al incremento de las materias primas en el mundo, habrá una abanico de medidas heterodoxas para cuidar los dólares y hacer bajar la inflación, que tiene razones multicausales).

·        Habrá una política estricta de control de capitales durante muchos años para impedir que exista una fuga como la que hubo en 2019 donde se evaporaron hasta US$ 45.000 millones, lo mismo que llegó del FMI

En el FMI declinan comentarios sobre las conversaciones confidenciales entre los miembros del staff que supervisan a la Argentina y la delegación de Guzmán. La lógica del FMI es clara al respecto. Puertas adentro: nos matamos negociando y después de meses de discusión terminamos discutiendo quién paga la luz y el alquiler del cuarto dónde se discutió. Pero puertas afuera: no se divulga qué se discutió ni de qué manera. Apenas se pone en blanco sobre negro el resultado. Los trapos sucios se lavan en casa.

En el ministerio de Economía juegan a las escondidas a la hora de aceptar que la base del acuerdo está sellada y que fue por eso que Guzmán tuvo esta semana su besamanos con todos sus pares de Europa –incluidos los rusos hoy y mañana- y el propio papa Francisco, el arquitecto en las sombras de la refinanciación de la deuda más grande que el FMI jamás le haya otorgado a uno de sus países miembros. Incluso refutan la pista que dio Alejandro Werner, el encargado para el Hemisferio Occidental, quien el jueves dijo que ya está la base del acuerdo y que ahora depende de la Argentina cuándo lo anuncia. Werner no participó de las negociaciones y por eso mismo no sabe de lo que habla, dijeron en Economía.

Según ellos, que no haya insultos entre las dos partes sino fotos de agradecimiento por el apoyo recibido, no quiere decir que se haya sellado un acuerdo. Eso dicen. Pero el Ministro Guzmán ya les avisó a dos inversores de Wall Street –dos de los que estuvieron con él en el Consulado Argentino de Nueva York- que no tendrá inconvenientes en mandar el acuerdo al Congreso antes de las elecciones legislativas de medio término que aún no tienen fecha cierta. Por el contrario, enviarlo antes, y obtener la aprobación servirá para anclar las expectativas y detener la inflación bastante antes de las elecciones.

Los funcionarios del ministerio de Economía aseguran que quizás los inversores de Wall Street quisieron escuchar lo que Guzmán les dijo, por el interés que ellos mismos tienen en que los bonos argentinos que cotizan a 34 centavos comiencen a recuperar su valor, y que en realidad Guzmán quizás quiso decirles otra cosa. Pero tampoco desmienten que lo haya dicho.

Como sea, luego de una semana en la que visitaron las capitales del mundo, los miembros de la delegación de Guzmán exudan optimismo. Vista desde los medios locales, la Argentina es un infierno, con una inflación mensual que es superior a la que tiene Brasil en un año, y con los dos jefes políticos del área metropolitana en una batalla feroz que escala hasta la Corte Suprema porque la Provincia de Buenos Aires quiere cerrar la nocturnidad, donde la Ciudad de Buenos Aires tiene el mayor número de PyMEes: los servicios de gastronomía. Pero lo cierto es que a pesar de la pandemia y la deuda, la economía de la Argentina sigue creciendo por encima de la media de Latinoamérica. Y aun con las nuevas restricciones a la circulación, el FMI no considera necesario recortar su proyección de crecimiento del 5.5% para este año.

Ellos también saben que el anuncio del acuerdo que llegará tan pronto como en mayo, servirá como un trampolín para el regreso de la inversión extranjera directa. Porque en el medio de los fuegos artificiales de las judicializaciones que se vive localmente, pasa desapercibido que ya hay quienes están trayendo dólares a la Argentina. Tan pronto como mañana, por ejemplo, la empresa rosarina Bioceres anunciará que vendió US$ 150 millones de dólares en bonos de carbono a una tasa muy por debajo del 15% del riesgo país. Usará esos fondos, entre otras cosas, para financiar su planeada expansión a Brasil, a dónde quiere ingresar con el trigo resistente a la sequía. Bioceres es la empresa Argentina que más retorno le dio este año a cualquier inversor. Otra gigante relacionada con el campo, Profertil, que fabrica fertilizantes para el campo argentino convirtiendo el gas de Vaca Muerta en urea, ya consiguió la aprobación de la Comisión Nacional de Valores para vender hasta US$ 500 millones de deuda. Quiere expandir su planta para exportación también a Brasil. La mano de obra barata de la Argentina ahora permite este horizonte.

El crecimiento de la economía y el acercamiento del anuncio del acuerdo con el FMI generan tensiones en la coalición gobernante. Las operaciones cruzadas donde se anuncian renuncias de funcionarios ligados al presidente Alberto Fernández que serían reemplazados por cercanos a vicepresidenta como los que vieron esta semana seguirán en aumento. Tan temprano como a fines de diciembre -con el discurso de Cristina Fernández de Kirchner sobre los funcionarios que no funcionan-, quedó claro que las listas de candidatos para las próximas elecciones estarán ocupadas sólo por el ala Kicillof. Ahora comienza a quedar claro que también ciertos funcionarios del riñón de Cristina quieren asumir el control de los tableros de la economía sensibles. ¿Todo está saliendo de acuerdo al plan? Sí. La pregunta es del plan de quién.

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