La oposición blanda comienza a discutir cómo distanciarse de Milei para no perder terreno en 2025
“Yo no voy a ser más servil con estos tipos. Olvidate”. El diputado opositor que le votó la ley Bases a Javier Milei baja abruptamente la voz y señala a la pared. Tiene el despacho contiguo al de un libertario y no quiere que lo escuchen. Más allá del gesto, su afirmación busca demostrar que algo está cambiando en la relación oposición blanda-oficialismo. Luego de que el Gobierno obtuviera su “caja de herramientas” legislativa, y ante el reinicio de la actividad parlamentaria tras el receso de invierno, en las tribus de lo que fue Juntos por el Cambio se vive una suerte de terapia grupal para definir cómo pararse de ahora en más frente a La Libertad Avanza.
En ese marco vale leer algunos episodios recientes que parecen haber distanciado a los aliados del oficialismo: la fuerte crítica por la visita de los seis diputados de Milei a Alfredo Astiz y otros represores, la disputa por las sillas en la Auditoría General de la Nación, los cuestionamientos al DNU que otorgó $100.000 millones en fondos reservados a la SIDE. En los próximos días habrá más señales al respecto: por un lado, durante la sesión convocada para el miércoles los excambiemitas podrían acompañar un pedido del kirchnerismo para armar una comisión que investigue el viaje al penal de Ezeiza; por otro, la expectativa es que el jueves en la bicameral de DNU haya reclamos contra el decreto firmado a gusto de Santiago Caputo.
Son frecuentes las conversaciones subterráneas entre la UCR, el bloque Hacemos Coalición Federal de Miguel Pichetto y sus subsidiarios de Innovación Federal, la Coalición Cívica y hasta algunos dirigentes del PRO –más allá del nuevo perfil pseudo-opositor de Mauricio Macri–. Quieren descifrar cómo sobrevivir a un oficialismo que les arrebató en las urnas la bandera del “cambio” y domina la agenda. En esas sesiones de psicoanálisis político hay un mar de fondo que todos los interlocutores miran de reojo: las elecciones legislativas del 2025.
La oposición parece recién ahora empezar a gestionar el golpazo electoral recibido el año pasado. Si el peronismo/kirchnerismo acéfalo ya se sabe en la vereda de enfrente a Milei, en el mundillo dialoguista la complicación es que comparten muchos de los valores liberales del Presidente. “Yo creo que estamos en un ‘no-lugar’ y tenemos que ser conscientes de eso; lo del 2023 fue un cisma político”, reflexiona un legislador referente del espacio de Elisa Carrió. La dificultad es la ambigüedad de esa situación: ¿es oposición u oficialismo? “Hay que cristalizar un posicionamiento”, desafía el diputado en aras de la autocrítica.
Una línea de estrategia que se aventura es “dejar hacer” al oficialismo, que por si solo no podría avanzar mucho porque tiene apenas 38 diputados y 7 senadores. Esa línea de “esperar a ver si la choca” sugiere –llamativamente– tampoco enfrentarlo. El argumento es que Milei se fortalece en la confrontación, como cada vez que los acusó de “degenerados fiscales” –por ejemplo cuando se votó una nueva fórmula jubilatoria–. El pulso es que el Presidente no pierde capital político pese a ser políticamente incorrecto. Quizás por eso es que la UCR demora el impulso de varias iniciativas educativas. Desde antes del receso amagan convocar a una sesión especial para votar una ley de financiamiento universitario, la restitución del fondo para salarios docentes (el Fonid) y declarar la esencialidad educativa.
Tampoco los opositores están enamorados con la reforma política que el Gobierno les presentó hace dos semanas pero nunca oficializó en proyectos de ley. La condición es que si Milei quiere eliminar las PASO, primero destrabe la Boleta Única de Papel en el Senado. Ningún opositor va a salir a juntarle los votos al oficialismo.
“Nuestro objetivo no es ser opositores ni ‘colaboracionistas’, sino más bien impulsar los temas que creemos que son buenos para el país”, planteó una de las espadas legislativas del radicalismo y que tiene línea abierta con la Casa Rosada. “La educación y las jubilaciones son convicciones por las que peleamos”, defendió. El viernes el partido tenía en agenda una reunión con sus gobernadores para abordar el tema educativo.
Aunque esa discusión sigue abierta, la UCR también intenta comenzar a recortarse en el paisaje opositor. El jueves jugó la carta de proponer a Mario Negri para la AGN en acuerdo con Hacemos y la CC, y apuesta a que también lo acompañe UxP, lo que dejaría a los libertarios sin representantes en el órgano auditor. En el radicalismo están esperando un guiño del peronismo para completar la jugada en la sesión del miércoles. “Sin ellos no se puede ir al recinto. Hay que esperarlos”, reconoció un operador radical.
La rosca se completa con que el radicalismo podría acompañar el reclamo del kirchnerismo para que se investigue a los diputados de LLA que visitaron a los genocidas condenados por delitos de lesa humanidad. En el despacho de Martín Menem ya toman nota de esas negociaciones, pero se dicen despreocupados de cuánto puede escalar la polémica en la sesión. “¿La misma UCR que quiere sancionar a los diputados es la que quiere que votemos a Negri para la AGN? –desafió un operador del presidente de Diputados–. Que hagan lo que quieran con el tema, estamos tranquilos”. Lo cierto es que el reclamo para que haya una sanción a los legisladores es transversal: hasta Cristian Ritondo, titular del bloque PRO, se lo pidió al riojano.
El espacio de Pichetto, a su vez, hizo foco en la última semana en el abultado presupuesto que se le designó a la flamante SIDE mileísta. Margarita Stolbizer fue la primera en advertir el tema y ahora Nicolás Massot busca que se meta en la agenda de la comisión bicameral de Tratamiento Legislativo, el cuerpo de trabajo que discute sobre los DNU. Ante el riesgo de que la oposición apure la discusión en el recinto este mismo miércoles, el senador oficialista Juan Carlos Pagotto convocó a la comisión para el jueves, con la salvedad de que dejó afuera en el temario los decretos vinculados al órgano de inteligencia, el 616 y el 656.
Frente al criterio del oficialismo de discutir de manera cronológica –aún están pendientes un sinfín de decretos de Alberto Fernández antes de los de Milei, lo que vuelve el argumento más ridículo aún–, Massot usará el ámbito para reclamar la discusión urgente de los DNU sobre la SIDE. “Vamos a pedir que se los incluya en la reunión y sino lo empujaremos vía sesión especial”, advirtió un diputado de HCF. Tantean la fecha de esa sesión para la semana siguiente.
“Queremos demostrar que el Congreso es un límite para el Ejecutivo”, trazó como escenario futuro el legislador de la mesa chica de Pichetto y confirmó que hay una intención de armar un “cordón sanitario” anti-Milei. Lo planteó como una construcción “de centro”. Por ahora las conversaciones no pasan de reuniones a instancias del Congreso o mesas compartidas en restaurantes exclusivos, como una que trascendió hace más de un mes y que juntó a Pichetto, Massot, Florencio Randazzo y Emilio Monzó con los amarillos Ritondo, Diego Santilli y el larretista Álvaro González.
Los excambiemitas saben que tienen el desafío de armar una estrategia competitiva electoralmente, porque todas las tribus ponen mucho en juego el año que viene a raíz de la buena performance que tuvo JxC en 2021. Solo en Diputados, el PRO arriesga 22 de sus 37 bancas, lo que explicaría la necesidad de Macri de haber vuelto a la arena política esta semana. En la UCR se vencen los mandatos de 25 de sus 34 diputados. En HCF se acaban 8 de sus 16 espacios. Innovación Federal arriesga 3 de 11. Y la CC, 4 de sus actuales 6 –quizás por Elisa Carrió está pensando presentarse como candidata, confirmaron en su entorno–. Lo particular es que las próximas legislativas son elecciones por distrito.
Mientras tanto, en el oficialismo miran con desdén los movimientos de sus aliados. “Estamos bien”, se limitó a decir un exégeta de Menem. Un legislador del PRO pero con terminales directas en la Rosada fue más analítico y verborrágico en su sentencia: “Con Milei ganó el cambio y si quieren el cambio son mileístas. El tercer partido no existe en Argentina, no tiene base de representación: acá hay mileísmo o antimileísmo. En el medio no hay nada”.
MC/DTC
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