Con una cantidad de CO2 cada vez mayor en la atmósfera, alimentada por unas emisiones de origen humano que no cesan, la Tierra no ha parado de recalentarse desde hace décadas. El calentamiento global significa que la temperatura media del planeta se ha incrementado por el efecto invernadero como se observa en este gráfico: cada año se vuelve más rojo, es decir, con más temperatura.
Desde 1977, cada año, sin alivios, ha sido más caluroso que la temperatura media histórica. Desde 1980, cada década ha sido más cálida que la anterior. En los últimos ocho años (desde 2015 a 2022) se ha superado ese promedio por más de 1ºC.
La temperatura creciente del planeta indica que la Tierra se está recalentando y, a partir de ahí, surgen las alteraciones de la crisis climática: se acelera el deshielo, sube el nivel de mar, se ceban los huracanes más potentes, llegan más y peores olas de calor... También se van trastocando los patrones de precipitación: menos lluvia en zonas como España, pero más tormentas violentas que favorecen las riadas e inundaciones.
Pero la población no vive en todo el mundo. Cada cual habita una zona del planeta concreta. Sin embargo, si se mira la anomalía de la temperatura por países, el gráfico se replica: se pasa de azul a rojo.
De menos temperatura a calor por encima de la media que le corresponde a esa parcela de la Tierra (y la gente que allí habita). Y el calor extra –que es energía– desata la crisis climática y sus impactos sobre la salud humana, los ecosistemas y la economía.
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