Ida Vitale: “El misterio es un llamado a la participación del poeta en lo real y del lector en el poema”
“La escuela era lo bastante breve como para que me quedara una duradera nostalgia de ella”, lanzó y al poco tiempo agregó: “Nadie creía que una corrección implicara una fractura irreparable en el alma infantil”. Con un discurso que comenzó con esas memorias infantiles para pasar luego a una indagación sobre las posibilidades de la poesía, la poeta uruguaya Ida Vitale inauguró una nueva edición del Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires (Filba).
Con 97 años, autora de una obra profusa, entre poesía, ensayo y prosa, y ganadora de numerosos premios como el Cervantes, la escritora abrió el encuentro literario con una transmisión virtual, que se puede ver a través de las redes sociales del Filba y del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), histórica sede de apertura del festival.
Luego de revelar que hizo un ingreso tardío a la educación formal pese a que su tía era una prestigiosa directora de escuela y que luego tuvo un período en el que no asistió al colegio por distintas enfermedades (“contagiada de mundo, falté a clase de modo atroz”, señaló) Vitale trazó un recorrido por autores y lecturas que marcaron su vida.
“La biblioteca familiar me ofreció a partir de los doce años algunas obras leídas y vueltas a leer, como Guerra y Paz de Tolstoi, en una edición que no suprimía el extenso capítulo de la iniciación masónica de Pedro, excluida, con santa intención, de algunas ediciones españolas de la época. A ese punto retornaba con reverencia, casi como si escuchara una voz familiar. Para ese entonces me había adentrado en historias que rodeaban el retrato oral de ese abuelo, que no llegué a conocer, pero que sentí como un laico ángel de la guarda. Sabía que había venido a América después de pelear contra los austríacos, por ser garibaldino (al terminar sus estudios de leyes en Palermo), pero al margen de esto, mis lecturas tolstoianas repasaban con especial delicia los encuentros entre Alejandro y Napoleón y descubría la estrategia como un nuevo saber”, señaló Vitale.
“Acumulé datos sobre Kutusov intuyendo que un día me lo iba a encontrar en las clases de historia. En realidad, solo me lo encontré, retrato pintado de tamaño natural, en el Hermitage. En el liceo pronto iba a leer a Bécquer y el Werther y a nuestro epigonal Tabaré de Zorrilla de San Martín y pude manifestarme rotundamente clásica con conocimiento de causa. Terminados los libros en español, y desdeñado Corina de Madame de Staël y algún otro, empecé a rondar los que estaban en lenguas. Goldoni me fue leído por el tío Pericles, pero el italiano estaba todavía muy lejos. La biblioteca familiar, reducida para mis aspiraciones, de pronto se agotó; hasta el punto de llevarme a invadir la mínima del tío médico. Con espanto y fascinación, que quizás me quitó todo gusto por las posteriores películas de horror, devoré un tratado sobre el tétanos que luego aproveché en alguna clase futura de biología, para espanto de la maestra”, continuó la poeta.
Más adelante, Vitale se permitió bromear por la extensión de su discurso (“no sé si esto no les va a resultar muy largo”, disparó sonriente) y presentó otro tramo al que llamó “segunda parte” en la que recorrió definiciones y conceptos vinculados con lo poético.
“Hablar de poesía en general lleva, me parece, a una simplificación falsificadora dado que existen incontables expresiones distintas”, señaló y agregó: “A la poesía no se le aseguran muchas glorias terrenales. ¿Por qué algunos seres se empecinan, por lo general temprano en sus vidas, en ese camino injustificado para muchos y por muchos motivos? ¿Qué lleva entonces a escribir poesía?”.
“En la historia de las civilizaciones la poesía es una adquisición relativamente temprana. Pero, en la de los individuos, no lo es tanto”, dijo y luego brindó una definición contundente: “La poesía es un puente, sí, pero no seguro y de hierro, no de palabras siempre claras, sino riesgoso, lleno de fisuras. Con las angustias invisibles que quizá solo valen para quien lo construyó”.
Sobre el surgimiento de la poesía, la escritora sostuvo: “El poema es, entonces, la interrupción noble de un silencio, de ese silencio que reina maravilloso en el mundo”.
A la poesía no se le aseguran muchas glorias terrenales.¿Por qué algunos seres se empecinan, por lo general temprano en sus vidas, en ese camino injustificado para muchos y por muchos motivos? ¿Qué lleva entonces a escribir poesía?
“Wallace Stevens decía que un poema es un meteoro, es decir, algo fugaz, y que se lo capta en ese paso veloz o se pierde. El surgimiento de ese instante iluminado antes de su posible desaparición es un misterio. Podemos domesticar ese centelleo inexplicable llamándolo ocurrencia. Ya sabemos por un lado que el misterio es lo secreto, lo que se reserva para los iniciados. Por otro lado es servicio, oficio por influencia de la palabra ‘ministerio’. Podemos reconocer en esas dos posibilidades extremas dos vertientes de la poesía actual, por lo común irreductibles. Unos conciben a la poesía como algo abierto al misterio, que se alimenta de él o que lo suscita, que puede contrariar a la razón o estar por encima de ella. Otros le imponen la tarea de un ministerio sin derechos propios con una función de servicio comunitario. Pero no debemos abandonar nuestra obligación de acompañar al misterio. La opción poética debe cumplirse mediante la rigurosa aplicación precisa de medios afines. Pero no puede lograr su propósito sin un sutil punto de partida, ocurrencia o centelleo misterioso. El misterio es un llamado a la participación del poeta en lo real y del lector en el poema”, concluyó.
La opción poética debe cumplirse mediante la rigurosa aplicación precisa de medios afines. Pero no puede lograr su propósito sin un sutil punto de partida, ocurrencia o centelleo misterioso.
Cinco días de literatura
Las palabras de la escritora uruguaya llegaron luego de una breve presentación de bienvenida a una nueva edición que hizo Amalia Sanz, directora de Filba, quien prometió una programación con cinco días llenos de charlas, lecturas, presentaciones y talleres para fomentar la lectura y la escritura.
Luego de contar que en esta ocasión el festival tendrá un formato combinado entre actividades presenciales y virtuales, Sanz destacó la potencia de la literatura en estos tiempos.
“En la ansiedad, que es nuestro tema de este año, la única paciencia que sigue en pie es la de la literatura. Para escribir y leer hay que saber esperar. Hay que corregir, hay que subrayar. Es una paciencia que consiste en devolverle a la vida el ritmo que perdió. Mientras el mundo corre, la lectura sigue caminando a paso de hombre”, dijo y concluyó: “Lo que se desactiva leyendo es la urgencia”.
Para finalizar, Sanz citó una definición de Ida Vitale para darle pie a su discurso: “La poesía busca sacar de su abismo ciertas palabras que puedan constituir el tejido de cicatrización tras el que todos andamos sin saberlo”.
AL
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