Sin pan, sin gas, ¿sin más?
En abril, el secretario de Energía, el contador peronista Darío Martínez, prometió en un acto en su tierra, Neuquén, que en mayo se licitaría la construcción del gasoducto Néstor Kirchner, que debe unir Vaca Muerta con la provincia de Buenos Aires para abastecer el mercado interno, elevar las exportaciones de verano a Brasil y Chile y dar el primer paso hacia el sueño de suministrar gas en 2026 a una Unión Europea que ya no quiere suministro ruso. También en abril el entonces secretario de Comercio Interior, el contador cristinista Roberto Feletti, calculaba en privado que en mayo bajaría el precio del pan por el subsidio que se financiaría con el aumento de retenciones que se aplicó en marzo a los productos derivados de la soja. Pasó mayo y ni el pan se abarató ni se publicó la licitación del gasoducto. En un mundo en el que se habla de hambruna ante el encarecimiento del trigo y de crisis energética ante las sanciones al gas ruso, la Argentina tiene ambos recursos pero uno a precio demasiado alto para su gente y otro en el subsuelo.
Impericia, acusan algunos empresarios. La interna entre albertistas y cristinistas por la que unos ponen palos en las ruedas de otros, aducen otros. Comercio Interior ahora se cuadró bajo las órdenes del ministro de Economía, Martín Guzmán, pero la gestión de la energía sigue fragmentada. Ambos bandos también se imputan gestiones para favorecer a empresarios amigos en la licitación del gasoducto, cuya unidad ejecutora estaba hasta esta semana en manos de Antonio Pronsato, un ex funcionario de Julio De Vido que terminó llevándose mejor con Guzmán que con el cristinista Agustín Gerez, presidente de Enarsa, a cargo del proyecto. Se mencionan los nombres de Cristóbal López o Paolo Rocca, el dueño de Techint que extrae gas de Vaca Muerta con Tecpetrol, proveerá los caños Tenaris made in Valentín Alsina para el ducto y es dueño de una de las pocas constructoras con antecedentes para instalarlo. Otra es Sacde, la de Marcelo Mindlin. No se sabe si Gerez buscará un solo constructor, como sostenía en privado hace un mes, o si licitará la obra por tramos para avanzar más rápido, como sugieren en el sector privado.
Rocca, Luis Pagani, propietario de Arcor, y Alejandro Bulgheroni, de Pan American Energy (PAE), son de los grandes empresarios que en las últimas semanas se han reunido con Alberto Fernández, que intenta infructuosamente mejorar su confianza. Algunos de ellos le comentaron la oportunidad histórica que tiene la Argentina en un mundo interesado por sus granos, su energía y sus minerales, como el litio, pero temen que sólo con una eficiencia inhallable en la administración pública argentina se completaría el gasoducto para el invierno de 2023, como se anhelaba. “Apuren que lo va a terminar inaugurando (Javier) Milei”, bromean entre sí en el oficialismo. Sin bromas, harto de las demoras, Pronsato renunció este lunes. Habrá que ver si el estallido de la polémica acelera los trámites, como promete Guzmán.
Rocca, Pagani, Héctor Magnetto (CEO del Grupo Clarín) y Alfredo Coto serán los principales oradores el próximo martes en la jornada de festejo de los 20 años de la Asociación Empresaria Argentina (AEA), que nació en la crisis de 2002, cuando se temía la extranjerización de las grandes compañías locales que habían sobrevivido a los 90, pero que vino a reemplazar al Consejo Empresario Argentino (CEA), célebre porque impulsó a uno de sus presidentes, José Alfredo Martínez de Hoz, como ministro de Economía de la última dictadura. Frente al Gobierno pero también ante una oposición en conflicto, la AEA dejará un mensaje de reivindicación del sector privado, de sus inversiones como solución a los problemas del país y quizás también repita su prédica contra el proyecto oficial aún no presentado para gravar la renta inesperada por la guerra. Este jueves, el jefe de Gabinete, Juan Manzur, defenderá la iniciativa en el Senado, similar a la que aprobaron en las últimas semanas Italia y Reino Unido sobre el sector energético. Este proyecto y el de perseguir y blanquear la riqueza offshore escondida para pagar al Fondo Monetario Internacional (FMI) servirían para calmar la insatisfacción cristinista con el rol redistribuidor del gobierno del Frente Todos (FdT). El fondo para pagarle al Fondo comenzó a discutirse este miércoles en la Cámara de Diputados y el FdT confía en sumar apoyos de diputados socialistas e independientes. El Congreso debería tratar también este mes el proyecto del presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, para aliviar la carga tributaria de los monotributistas y autónomos. Mientras, la jefa de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), Mercedes Marcó del Pont, busca recursos extra controlando la subfacturación de las exportaciones de litio.
Pero volvamos al pan barato y al gasoducto. También se demoraron por el temor de algunos funcionarios a firmar resoluciones que les terminen provocando causas penales, según fuentes del albertismo. Quien no tuvo ese miedo fue Feletti, que antes de dejar el cargo autorizó el desembolso del subsidio al trigo para Molino Cañuelas, la empresa de la familia Navili que recibió cuantiosos préstamos de bancos públicos en el gobierno de Mauricio Macri y después entró en una crisis que derivó en su concurso preventivo el año pasado. Diputados de la Coalición Cívica, el provincial bonaerense Luciano Bugallo y las nacionales Marcela Campagnoli y Victoria Borrego, denunciaron al ex secretario de Comercio Interior. Guzmán lo defiende y valora que se hiciera responsable antes de renunciar. Ahora el economista de su confianza que lo reemplazó, Guillermo Hang, buscará sumar más molinos al fideicomiso porque por ahora sólo adhirieron tres. De todos modos, el pan y otros derivados del trigo se han encarecido por encima del impacto que el alza del cereal tiene como insumo de estos alimentos. Más que abaratar el pan, ahora el Gobierno se conforma con que aumente menos que la inflación.
No sólo faltan pan barato y gas nacional. En un mundo en el que la guerra de Ucrania derivó en una escasez de alimentos y energía y, por tanto, en saltos de la inflación, la Argentina sufre esos azotes y otros propios. Por ejemplo, Hang quiere terminar con el desabastecimiento de productos incluidos en Precios Cuidados y acotar la brecha que estos mantienen con los encarecidos alimentos que están fuera de ese programa. Este miércoles se reunió con las máximas autoridades de la Coordinadora de Industrias de Productos Alimenticios (Copal), pero a lo largo del mes recibirá a empresa por empresa para pensar en la renovación del plan para el tercer trimestre. Los hombres de negocios se ilusionan con domar a Hang y celebran que se acaben las tensiones entre Comercio Interior y Economía, pero saben que su propuesta de bajar el IVA al aceite o la harina no cuajará. ¿Hang les propondrá un congelamiento por tres o seis meses de los precios, los salarios, el dólar y las tarifas, como proponen referentes tan disímiles como Andrés Asiain, director del Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (CESO) y columnista de Página/12, y el CEO de la agroquímica Syngenta, Antonio Aracre, de diálogo frecuente con Fernández y Guzmán? Es que después de un mayo con una inflación en leve descenso (del 6% de abril a más del 5%) y de un junio con un piso alto por las subas de luz y gas, para julio ya habrán pasado esos aumentos y las paritarias. Pero en la industria de la alimentación desconfían de un congelamiento por faltantes y, por ende, encarecimientos de insumos importados en un país que raciona sus divisas. También las automotrices advierten sobre la escasez de insumos y un eventual parate no sólo por el cepo cambiario sino por el tercer paro de las fábricas de neumáticos, que el trotskismo iniciará este viernes en demanda de un aumento salarial superior al 66% ofrecido por las empresas Fate, Pirelli y Bridgestone.
Pero el ministro de Economía reniega de los planes de shock, estabilización y congelamiento. Apuesta a su receta gradual y ahora que dimitió Feletti más que empoderado estará más responsabilizado de los resultados de los índices de inflación. Será el único blanco de eventuales críticas ya no sólo de Cristina Fernández de Kirchner y su gente sino también de Massa y su tropa. El 14 de junio se conocerá el indicador de junio. A fin de mes Guzmán tendrá otra prueba: el directorio del Fondo Monetario Internacional (FMI) aprobará el cumplimiento de las metas del acuerdo en el primer trimestre, pero es altamente probable que someta a revisión las del segundo cuarto del año. Los objetivos de reducción del déficit fiscal y acumulación de reservas son difíciles de satisfacer. La otra meta atañe a la mema del financiamiento monetario del rojo de las cuentas públicas. Durante junio Guzmán deberá avanzar además con la segmentación de las tarifas de luz y gas, de modo de quitársela al 10% más rico. En las empresas del sector advierten retrasos por el poco diálogo del ministro con la jefa de la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses), Fernanda Raverta, en cuyas manos está una base de datos clave para identificar los ingresos de los usuarios.
Habrá que ver si el el jefe del Palacio de Hacienda aguanta más allá de julio. Mientras, precalienta para 2023 Carlos Melconian, el economista con el que sueña Mauricio Macri y que prepara un plan de fuerte ajuste desde la Fundación Mediterránea, la misma que promovió a Domingo Cavallo en los 90 y ahora sostienen el Banco Macro (de los Brito), los grupos Roggio y Techint, el laboratorio Bagó y la Aceitera General Deheza (AGD, de los Urquía), entre otros.
¿Otros faltantes? El Gobierno busca normalizar el abastecimiento de gasoil en el campo en el norte del país. A su vez, la Federación de Transportadores por Automotor de Pasajeros (Fatap), los dueños de los colectivos, amenaza con parar en el interior porque sostienen que no les alcanza para mantener el servicio. Los gobernadores se quejan de que la Nación no les envía los subsidios necesarios, pero el ministro de Transporte, Alexis Guerra, les responde que sólo cuatro provincias rindieron sus cuentas en abril y una sola en mayo. Ciudades como Córdoba, Santa Fe y Rosario elevaron el mes pasado el boleto un 17%, mientras Guzmán analiza si Buenos Aires deberá hacer lo mismo para acotarle la canilla de subvenciones.
Pero más allá de los faltantes y la inflación, aún crecen la economía, el consumo, el empleo, la industria, la exportación y hasta la inversión, respecto a los bajos niveles de los últimos años. Claro que la principal superpotencia del mundo, Estados Unidos, está tan aquejada por los precios que se teme una recesión, lo que impactaría en todas las latitudes. Fernández podrá enterarse de primera mano del panorama desde este lunes en Los Ángeles en la Cumbre de las Américas, a la que terminó decidiendo ir después de desconcertantes semanas de duda sobre su comparecencia en medio de las ausencias de México, Venezuela, Cuba y Nicaragua y el fantasma detrás de la otra potencia que ambiciona en la región, China.
AR
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