El argentino Juan Diego Botto aborda la migración en una obra: “El verdadero problema son los 5.000 muertos en el Mediterráneo”
La obra, 14.4, cifra que designa la distancia entre África y Europa a través del estrecho de Gibraltar, comienza con tono de comedia amable, pero pronto todo se tuerce y el espectador comienza a conocer la dura historia de Ahmed Younoussi, actor conocido en España por la serie El príncipe, pero que acarrea sobre sus hombros todo un pasado.
Con seis años, Younoussi tuvo que abandonar su casa paterna en un pueblo del norte de África, Ksar el Kebir (Alcazarquivir): “En mi infancia estuve recibiendo golpes por encima de mis posibilidades”, confiesa este actor sobre aquel hogar donde a la mínima le caían por todas partes y que dejó trasladándose a las calles de Tánger. Allí, hizo un amigo que perdió a manos de la policía, conoció la fuerza del pegamento, aprendió a pedir sin poner cara de pena ―asumiendo que ya lleva en su rostro la marca del desarraigo y la necesidad― e intentó, sin conseguirlo, cruzar siete veces la frontera, esos 14.4 kilómetros que separan el continente africano del llamado primer mundo.
El actor argentino residente en España Juan Diego Botto tiene claro qué es lo que movió al director Sergio Peris-Mencheta y a él para levantar este proyecto, que se estrena hoy en las Naves del Español en Matadero Madrid. “Me parecía algo pertinente de contar, aquí tenemos la historia de un niño, un niño que vino solo a España a los nueve años, lo que muchos llaman un MENA”, explica Botto -que también estará en el Festival de las Ideas y la Cultura organizado por elDiario.es-. “Vamos a hablar de esto, de estos seres humanos, de estos Marco Polo modernos que viven situaciones que ninguno de nosotros viviríamos ni en tres vidas y a los que miramos por encima del hombro no solo con desdén, sino muchas veces con odio. Vamos a hablar de uno de estos muchachos y de lo que es vivir en la calle y recibir palizas y sacarte las castañas del fuego y llegar a otro país y conseguir sacar adelante una vida”, añade.
Antes, estos dos hombres de teatro habían levantado sendos exitosos proyectos, Un trozo invisible de este mundo (2012) y Una noche sin luna (2020), obra sobre Federico García Lorca con la que triunfaron en los premios Max hace dos años. Dos proyectos que surgieron de las manos de Botto. En esta ocasión, fue distinto. En 2010, el cineasta Juan Gautier estrenó el corto Metropolis Ferry, protagonizado por Peris-Mencheta, donde un abogado que veía cómo en la frontera apalizaban a un inmigrante que estaba intentando cruzar en los bajos de un camión e intentaba en vano denunciarlo. El actor que interpretaba al inmigrante era un joven Ahmed Younoussi de 20 años. “Ahí ya Sergio me dijo que en algún momento teníamos que hacer una obra sobre su vida”, recuerda Botto. “Me presentó a Ahmed, hable con mi madre [Cristina Rota, que dirige una conocida escuela de teatro en Madrid], y se lo becó para dar los cuatro años de formación”, añade.
Luego llegaron las series de televisión y Ahmed comenzó una carrera exitosa como actor. “Pero cada equis tiempo Sergio me decía, tenemos que escribir la historia de Ahmed. El verano pasado me dijo que ya no podíamos esperar más, que había que hacerla. Así que me junté con Ahmed, me contó de nuevo su vida y de ahí salió el primer esbozo del texto que en cierto modo es ya muy parecido a este final que ahora se estrena”, explica Botto sobre este texto en el que, aparte de licencias para dar a la obra ritmo espacio-temporal, se basa fielmente en la vida que Younoussi le trasladó en aquellas charlas.
De Los Ángeles a Madrid
La charla normal de una entrevista, en la que se suele hablar de la interpretación, la puesta en escena y la pertinencia de la historia, en esta ocasión se corta pronto. En ocasiones, para lo bueno y lo malo, se impone la vida. Sergio Peris-Mencheta anunció en enero de este año que le habían diagnosticado cáncer, una leucemia. Hace poco recibió un trasplante de médula, “y no ha habido rechazo, su médula está empezando a fabricar otra vez glóbulos blancos, pinta muy bien. Ha estado con tres ciclos de quimio. Está con el sistema inmune por los suelos, muy frágil y sensible pero al igual que todos está muy esperanzado”, indica un contento Botto que quiere recalcar el esfuerzo, empuje y vigor que puso Peris-Mencheta en el proyecto.
“Cuando iban a empezar los ensayos, un día Sergio me llamó y me dijo, 'me ha pasado esto, estoy en un hospital', entró por un cólico nefrítico y le dijeron que no se podía ir porque tenía leucemia. Me dijo, 'no puedo ir a España'”, recuerda Botto, que explica que intentó trasladar al propio Peris-Mencheta y a la productora que creía que debían suspender, pero “Sergio dijo que no, que el proyecto iba a ser motivador, que le iba a ayudar a luchar contra el cáncer”. Así que se montó todo un operativo desde el hospital, “para que desde la UCI, a través de su ordenador, se conectara a los ensayos. Se ha ensayado con un dispositivo con varias cámaras y con Ahmed microfonado. Así Sergio ha ido pudiendo dar notas, interrumpir los ensayos, hablar con los escenógrafos e iluminadores. Todo el equipo se ha dejado la piel para que se pueda dar la obra, pero lo de Sergio ha sido admirable”, reconoce Botto.
En la obra, Ahmed está durante casi dos horas solo en el escenario. Interpreta a varios personajes y está sostenido y apoyado en escena por un trabajo de video a cargo del cineasta Ezequiel Romero, para el que incluso se rodaron escenas en puerto de Tánger, y por el espacio ideado por el reconocido y prolífico escenógrafo Alessio Meloni. Además de lo biográfico, Botto insertó con acierto una contextualización de la migración y de la relación entre África y Europa. En un momento de la obra, se proyecta el mapamundi tradicional de Mercator donde los países del norte son desproporcionadamente más grandes que los del sur. Dice Ahmed: “Se ve que, en el siglo XVI, cuando se hizo este mapa, les gustaba pensar que el norte colonial era más grande que el sur colonizado. Esta cosa del tamaño que obsesiona a algunos”. De este modo, Ahmed, durante toda la obra, irá diseminando datos sobre el periodo colonial, la descolonización y la situación actual de relación entre la Unión Europea y el continente africano.
Se habla sobre la atrocidad de la época colonial de Francia, Inglaterra, Alemania y, sobre todo, Bélgica y su rey Leopoldo II, que exterminó a la mitad de la población del Congo Belga, más de 10 millones de seres humanos. Se desmitifican tópicos de vencedores o salvadores; por ejemplo, al recordar que, después de la Segunda Guerra Mundial, Francia, que había prometido la independencia a los argelinos por ayudarles en la guerra, reprimió a aquel país asesinando a 45.000 personas para aplacar las protestas. Pero la obra no rehúye el presente y Ahmed en escena aborda varias vergüenzas como el comercio de Coltán: se permite que Ruanda sea hoy el gran exportador mundial de Coltán sin una mina en su territorio para así poder mantener la situación esclavista de las minas del Congo.
En la obra, también se denuncia la actuación de la agencia europea Frontex (Agencia Europea de la Guarda de Fronteras y Costas) con un presupuesto de 845 millones el año pasado frente a los 85 millones que tenía en 2012; cada vez que hay más presupuesto aumenta el número de muertos en el mar, apunta la obra. Una agencia que en los últimos años está bajo el punto de mira por diferentes escándalos, como la dimisión de su director Fabrice Leggeri, acosado por las violaciones de derechos humanos que suponen las devoluciones en caliente en las fronteras. Leggeri es hoy representante de Reagrupamiento Nacional, el antiguo partido de Marie Le Pen. Unas denuncias que aportan y enriquecen la parte testimonial que tiene la obra, dándole una perspectiva histórica y política de una situación acuciante.
Marlaska y la amenaza híbrida
Al preguntar a Botto por esta dimensión de la obra y sobre el papel que está jugando España y su ministro del Interior Fernando Grande Marlaska, su respuesta es clara, “Marlaska lo que tiene que hacer es dimitir, mintió en el Congreso, varias veces, sobre la tragedia que pasó en Melilla en 2022”. “Pero ya sea Marlaska, ya sea el PSOE, ya sea cualquier ente europeo, lo que hay que cambiar es la forma de mirar el fenómeno migratorio. Es muy relevante que en la última cumbre de la OTAN, en sus conclusiones, se define la migración como una amenaza híbrida”, explica Botto sobre la cumbre que tuvo lugar en 2022 en Madrid. “Está en las resoluciones, y me parece alarmante que para la OTAN la migración suponga una amenaza y que, además, entendamos que la forma de resolverlo es a través de ese organismo”, añade.
“El verdadero problema de la migración es que hay más de 5.000 personas muertas este año en el Mediterráneo intentando cruzar a España, que luego las que consiguen cruzar están siendo explotadas en los campos, que además estamos pagando dinero a países como Libia que tienen campos de refugiados donde violan los derechos de los migrantes e incluso se les está vendiendo como esclavos, y que seguimos como en la época del colonialismo yendo al sur para quitarles sus recursos naturales”, explica con calma, sin acelerar la palabra nunca, Juan Diego Botto.
“Los principales problemas que tenemos no tienen que ver con los migrantes. El problema de la gente en España no es que debajo de su portal hayan puesto un falafel. El problema es que paga un alquiler que se lleva el 70% de su sueldo y eso no tiene que ver con los migrantes. El problema de que la gente del campo tenga muy poco margen de beneficio para vender sus lechugas no tiene que ver con los migrantes. Si tuviera a Marlaska enfrente, le diría esto”, concluye.
Pero la fuerza de la obra está en Ahmed Younoussi. Juan Diego Botto vio crecer a Ahmed en la escuela de su madre. Confiesa que “ha sido muy conmovedor, muy bonito ver todo el proceso”. “Es muy difícil hacer un monólogo, pero lo es más cuando hablas en primera persona de tu vida. Hablar de tus padres, de amigos tuyos que ya no están, de tu tutor, de Borja, que para él es como su padre, y que desgraciadamente murió de cáncer a los 38 años… El reto en el que se ha metido Ahmed es enorme, pero lo solventa con muchísima verdad, con sencillez y profundidad”, explica. También destaca que el montaje tiene “algo metateatral que va más allá de lo teatral. No estás viendo solamente a un actor encarnando, te lo está contando la persona que lo vivió. Hay algo que traspasa el hecho teatral”.
Se estrena esta semana una obra que tiene todos los visos para recorrer España entera. Estará hasta agosto en Matadero Madrid y comienzan a conocerse otras plazas. En agosto estará en el veterano festival murciano de San Javier, y teatros de la importancia del Arriaga en Bilbao o el Teatre Lliure de Barcelona ya anunciaron su inclusión en sus nuevas temporadas.
PCH/CRM
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