La invasión de Ucrania cumple tres años con Kiev acorralado por la sintonía entre Putin y Trump
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Hace tres años, tras tres meses de tensiones por despliegues sospechosos de tropas rusas cerca de Ucrania, la embajada de Rusia en España convocó a la prensa para transmitir un mensaje: “Es un bulo con intención de crear pánico”. Yuri Korchagin, el embajador, repetía insistentemente que Rusia no iba a atacar Ucrania. “Las tropas rusas están a la misma distancia que Calatayud de Francia. ¿Es eso cerca? Pienso que no”, dijo.
20 días después, Rusia invadía Ucrania. En 24 horas, el ejército de Putin llegó a las puertas de Kiev, pero Ucrania consiguió expulsarlo. Durante tres años, Europa y EEUU han financiado el esfuerzo bélico de su aliado con más de 120.000 millones de euros en asistencia militar y una cantidad similar en asistencia humanitaria y financiera. Un apoyo que ha sido la línea de vida para resistir tres años de guerra bajo un precio humano enorme —centenares de miles de soldados de ambos ejércitos han muerto—. Tres años que ahora están en cuestión por el cambio radical de política estadounidense bajo el mandato de Donald Trump, que ha optado por enfrentarse a Volodímir Zelenski y cuya prioridad es acabar la guerra y recuperar el dinero invertido.
En el tercer aniversario desde el inicio de la guerra, la ONU ha registrado al menos 12.654 civiles muertos —la cifra real es mucho mayor por la falta de acceso a determinadas zonas, según Naciones Unidas—. El 84% de los civiles muertos y heridos se han producido en territorio controlado por las autoridades ucranianas. En la víspera del aniversario, Rusia lanzó uno de sus mayores ataques sobre Ucrania desde el inicio de la guerra con centenares de drones, según informó Kiev el domingo.
El último año ha sido especialmente duro y el avance de ambos ejércitos ha sido muy costoso y se ha limitado principalmente a algunas áreas como Donetsk —con alguna ofensiva en otros puntos, como la rusa en Járkov en mayo de 2024 y la ucraniana en el territorio ruso de Kursk—. Según la ONU, Rusia incrementó el número de bombardeos y ataques y el número de víctimas civiles aumentó en un 30% respecto a 2023. Por su parte, los ataques a centros sanitarios se multiplicaron por tres y las operaciones contra centros educativos experimentaron un incremento del 96%. Desde el inicio del conflicto, al menos 790 ataques han dañado o destruido instalaciones médicas y otros 1.670, centros educativos. Rusia también ha tenido como uno de sus objetivos principales la ingraestructura enérgética clave.
Rusia controla alrededor del 20% del territorio ucraniano y millones de personas viven en estas regiones, a pesar de que al anunciar la “operación especial” dijo: “Nuestros planes no incluyen la ocupación de territorios ucranianos”.
Además, en los últimos tres años, Ucrania se ha convertido en el país más minado del mundo y ambos ejércitos han utilizado este armamento prohibido a nivel internacional por el daño y peligro indiscriminado a la población civil. Actualmente hay 6,86 millones de refugiados ucranianos que han salido del país.
El padrino de Ucrania dice adiós
Mientras inicia conversaciones con Rusia (sin Ucrania y la UE), Trump ha llamado “dictador” a Zelenski, a quien ha acusado de iniciar el conflicto y de querer mantenerlo para “hacer dinero fácil”. “Un comediante de éxito modesto, Volodímir Zelenski, convenció a Estados Unidos a gastarse 350.000 millones de dólares en una guerra que no se podía ganar y que nunca debería haber empezado”, escribió el presidente.
“EEUU se ha gastado 200.000 millones de dólares más que Europa [...] en una guerra que es mucho más importante para ellos que para nosotros. Nosotros tenemos un gran y bello océano de separación”, añadió.
Trump no citó su fuente, pero el think tank alemán Kiel Institute for the World Economy ha hecho un seguimiento de la asistencia económica, humanitaria y militar de Europa y EEUU a Ucrania desde el inicio del conflicto y su investigación desmiente al presidente.
Entre el 22 de enero de 2022 y el 31 de diciembre de 2024, Ucrania recibió una ayuda total de 267.000 millones de euros (similar al PIB anual de Finlandia), lo que equivale a unos 80.000 millones al año. Del total, casi la mitad, 126.000 millones, corresponden solo a asistencia militar y, pese a las afirmaciones de Trump, EEUU y Europa están bastante igualados: 62.000 millones de países europeos y 64.000 de EEUU. En cuanto a la asistencia humanitaria y financiera, Europa, con 70.000 millones de euros, supera con creces a EEUU, 50.000 millones.
Sin embargo, solo EEUU representa el 50% de la asistencia militar y, sin Washington, Ucrania no puede defenderse. El viraje de Trump es lo que ha cambiado toda la dinámica de la guerra.
EEUU, Alemania y Reino Unido representan el 76% de la asistencia militar total. Sin embargo, analizado en términos de porcentaje de PIB y esfuerzo económico, ni EEUU (0,53%), ni Reino Unido (0,51%) ni Alemania (0,44%) están entre los 10 primeros donantes. En este caso, los seis primeros son los países Bálticos y escandinavos. Estonia y Dinamarca, por ejemplo, han dedicado cuatro veces más de su PIB que EEUU a asistir a Ucrania.
La ayuda militar, que pasó rápidamente de cascos y chalecos a munición, sistemas de defensa aérea, carros de combate e incluso aviones, ha menguado considerablemente los arsenales de los socios donantes de Ucrania, lo que también ha quedado reflejado en el tipo de ayuda entregada durante estos tres últimos años. En 2022 solo el 27% procedía de compras a la industria armamentística, mientras que el 73% restante era de los propios arsenales existentes. Mantener ese ritmo ha sido imposible para los donantes y en 2024 al menos el 66% provino de compras.
En sus ataques, Trump también ha acusado a Zelenski de tener solo un 4% de popularidad. Una encuesta de Gallup publicada en noviembre de 2024 refleja que la popularidad del presidente ha caído notablemente del 84% al inicio de la guerra al 60% actual, pero muy lejos del 4% que dice Trump. Cuando se les pregunta a los ucranianos si tienen confianza en el Gobierno nacional, el “sí” se ha desplomado del 60% al inicio de la guerra al 28% actual.
Tres años de guerra también ha cambiado la percepción del conflicto: si al principio el 73% de los ucranianos estaban a favor de continuar combatiendo hasta ganar, a finales de 2024 la cifra era del 38%. En el mismo periodo, el porcentaje de personas que dicen que Kiev debería negociar un final a la guerra lo antes posible ha pasado del 22% al 52%. Dentro de ese grupo, la mitad están abiertos a “concesiones territoriales”.
Sin embargo, Trump ha abierto un proceso de negociación bilateral con Rusia en el que, antes de empezar, su gobierno ha reconocido que Ucrania no entrará en la OTAN y que tendrá que hacer concesiones territoriales. Estas declaraciones, junto con los ataques directos a Zelenski y la relación de dependencia que tiene Ucrania con Washington, han debilitado su capacidad de negociación frente a un Putin rehabilitado que solo en 2024 avanzó 4.000 kilómetros cuadrados en territorio ucraniano.
“He estado observando [a Zelenski] durante años y lo he visto negociar sin cartas. No tiene cartas. Y uno se cansa de eso. Uno simplemente se cansa de eso. Y yo ya he tenido suficiente”, aseguraba Trump el viernes. El presidente, en cambio, tenía buenas palabras para su homólogo ruso: “Quiere llegar a un acuerdo, pero no tiene por qué hacerlo, porque si quisiera, conseguiría todo el país”.
Zelenski dijio el domingo que está dispuesto a dimitir si con ello se garantiza la paz para Ucrania. “Puedo cambiarlo por la entrada en la OTAN”, añadió.
Ucrania, “la pequeña Rusia”
Aquella convocatoria del embajador ruso en febrero de 2022 en el majestuoso edificio blanco de la embajada en Madrid se producía tras tres tensos meses en los que los expertos de todo el mundo trataban de interpretar las intenciones de Moscú y su gran despliegue de tropas en el extremo occidental de Rusia.
Unas semanas antes, Putin había propuesto a EEUU y la OTAN la firma de dos borradores de tratados para reconfigurar la arquitectura de seguridad del continente y desescalar la situación. Entre las propuestas, no ampliar la OTAN hacia el este, no desplegar sistemas de armamento ofensivo cerca de las fronteras y eliminar toda infraestructura militar instalada en Europa del Este después de la firma del acta Fundacional Rusia-OTAN en 1997. EEUU y la OTAN rechazaron los textos de Moscú alegando el derecho de cada Estado soberano a elegir libremente sus alianzas.
“La propuesta de tratado de Rusia justo antes del inicio de la guerra era una trampa clarísima para conseguir algo de tiempo y un gobierno afín. Su objetivo era, como mínimo, conseguir que Ucrania fuera como Bielorrusia, es decir, estar sometida a su régimen. Eso no iba a pasar y por eso cualquier tipo de negociación era una farsa para ganar tiempo. Está claro que Putin no agotó todas las instancias de diálogo antes de lanzar sus tropas”, dice José María Faraldo, historiador especializado en nacionalismo ruso y autor del libro ‘Rusofobia’.
Tras mantener buenas relaciones a principios de los 2000, en los que incluso se hablaba abiertamente de un posible ingreso de Rusia a la alianza, la cumbre de Bucarest marcó un punto de inflexión. EEUU quería formalizar el proceso de adhesión de Ucrania y Georgia pese a la oposición de socios europeos, como Alemania, que querían atender los intereses rusos. Finalmente acordaron una fórmula en la que señalaban que Ucrania y Georgia serían miembros en el futuro, pero sin formalizar el proceso. Un año después, en un homenaje al general Antón Denikin, Putin recordaba: “Denikin habla de la Gran y la Pequeña Rusia, Ucrania. Y escribe que nadie puede interferir en las relaciones entre nosotros: eso siempre ha sido asunto de la propia Rusia”.
Ucrania tiene un papel clave en lo que Rusia considera su esfera de influencia y la Revolución Naranja de 2004 —que llevó al poder a un gobierno pro-OTAN— fue una primera advertencia. Una década más tarde, nuevas protestas civiles contra el Gobierno y apoyadas por EEUU y la UE acabaron con la caída del presidente Yanukóvich, que Putin definió como un golpe de Estado.
En marzo de 2014, Putin se anexionó Crimea en una maniobra no reconocida internacionalmente alegando la defensa de la población rusa de la península. Poco después, rebeldes prorrusos proclamaron la independencia y se inició un conflicto armado en el que Rusia armó, participó y apoyó a las autodenominadas República Popular de Lugansk y República Popular de Donetsk.
Tras cinco años de conflicto y unos acuerdos de paz que ambas partes se acusan de violar mutuamente (Minsk), Zelenski ganó las elecciones en 2019 haciendo buena parte de su campaña en ruso y acusado por su rival de ser blando con Moscú. En un fenómeno apenas visto en Ucrania, Zelenski ganó en todas las regiones del país, incluido en el este. Ante la caída de su popularidad, el presidente ucraniano adoptó una creciente retórica antirrusa. “Zelenski ha abandonado la esperanza de ser un 'presidente para todos', y ha renunciado a intentar contentar a todos los grupos dispares que le votaron en 2019. Ahora está construyendo una nueva imagen como estatista, y se ha reconciliado con el hecho de que Ucrania tendrá enclaves que rechazan por completo su política”, decía entonces el Carnegie Endowment for Peace.
Putin lanzó su invasión a gran escala el 24 de febrero de 2022 alegando que estaba protegiendo a los residentes del Dombás del Gobierno ucraniano y a Rusia de la expansión de la OTAN. Sin embargo, el Gobierno ucraniano surgido tras las protestas del Maidán dijo poco después de asumir el poder que no iba a cambiar el estatus “neutral” de Ucrania y que no iba a pedir el ingreso en la OTAN. Meses después, en agosto, cambió de posición tras el estallido del conflicto en el este del país y pidió el ingreso.
“Haber tenido una guerra de esta escala en Europa por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial es un gran fracaso de las políticas de seguridad”, dice Farraldo. “La guerra ha desestabilizado Rusia en mayor medida de lo que quieren demostrar y la economía está peor de lo que parece, aunque también es cierto que el Gobierno se ha mostrado férreo y asentado. Ucrania ha aguantado y Putin ha ido cambiando de objetivos a medida que no iba consiguiendo lo que buscaba y actualmente aguanta con lo que ha conseguido. Sin embargo, es Trump quien ha roto esa situación”, añade.
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