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¿Negocios o política? Elon Musk negocia su primer gran contrato con Meloni en medio de su cruzada ultra en Europa

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Carlos del Castillo

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Unos 1.500 millones de euros a cambio de proporcionar comunicaciones seguras a través de Starlink, la red de minisatélites de órbita baja de SpaceX. Es el contrato ultiman Elon Musk y Giorgia Meloni, según avanzó la primera ministra italiana tras su encuentro con Donald Trump en Mar-a-Lago. Sería el primer gran acuerdo del magnate sudafricano con un miembro de la red de líderes de ultraderecha que está tejiendo alrededor del mundo, con Meloni o el húngaro Viktor Orbán como puntales europeos.

La negociación busca establecer un sistema avanzado de telecomunicaciones seguras para el gobierno italiano. Este acuerdo incluye la provisión de servicios de cifrado para las comunicaciones telefónicas y las conexiones a Internet utilizadas por el gobierno, así como soporte de comunicaciones militares en la región del Mediterráneo. Además, el proyecto contempla el despliegue de servicios de satélite directo a la célula, diseñados para garantizar comunicaciones en situaciones de emergencia, como desastres naturales o ataques terroristas.

El acuerdo ya ha sido respaldado por los servicios de inteligencia y el Ministerio de Defensa italianos, según la Agencia Bloomberg, que cita que también generó cierta oposición dentro del país por la posibilidad de que afecte negativamente a las telecos locales. La filtración llega además justo después del lanzamiento del proyecto Iris² de la Comisión Europea, que creará una constelación de 290 minisatélites como los de Starlink para asegurar las comunicaciones de los gobiernos europeos. El programa está dotado con 10.600 millones de euros.

De confirmarse, sería el primer contrato de este tipo en Europa y un espaldarazo para SpaceX. Pese a la enorme inversión destinada a abaratar los lanzamientos y aplicar economías de escala a la industria espacial, la empresa de Elon Musk no había logrado acceder a acuerdos como este más allá de Ucrania. Para Kiev, en cambio, sus servicios han sido claves para sortear los ataques y hackeos rusos a su sistema de telecomunicaciones.

El hecho de que haya sido Meloni, la principal aliada política de Musk en Europa, la que ofrezca ese primer empujón a Starlink, disparó las suspicacias sobre una posible estrategia comercial oculta del magnate para establecer gobiernos afines en busca de réditos económicos. Una sospecha que aumenta a la luz de su actual cruzada ultra en Europa contra países y dirigentes que no le gustan.

X, la herramienta de injerencia 'muskiana'

Elon Musk pasó los últimos días descargando bombas de profundidad contra algunos de los principales pilares de las democracias europeas, desde la inmigración a la libertad de expresión. La estrategia va aderezada con acusaciones sin pruebas como la que lanzó contra Keir Starmer, primer ministro británico, al que relaciona con un escándalo de violaciones por el que pide su encarcelación.

Starmer dio una rueda de prensa este lunes en la que afirmó que “no iba a individualizar esto contra Elon Musk ni contra nadie más”, pero también criticó a quienes “están difundiendo mentiras y desinformación lo más lejos y ampliamente posible”. Justo antes de la comparecencia, Musk había publicado un tuit en el que decía que “Estados Unidos debería liberar al pueblo británico de su gobierno tiránico”, que Starmer se negó a comentar.

El líder laborista es una de las fijaciones de Musk, que no le perdona que se posicionara contra Trump durante la campaña estadounidense. Este es el segundo gran conflicto que el propietario de X abre contra él, ya que también usó la plataforma para alentar los disturbios xenófobos el pasado verano, apoyado en una noticia falsa que aseguraba que un inmigrante había asesinado a unas niñas en el pueblo de Southport. Cuando la policía reveló que el principal sospechoso de los hechos era un ciudadano nacido en el país, acusó a las autoridades de mentir.

La agenda ultra de Musk también lo llevó a publicar que “solo AfD puede salvar Alemania”. El partido antiinmigración, con miembros vinculados al nazismo, marcha segundo en las encuestas para las elecciones generales que Alemania celebrará este 2025. Su programa incluye levantar las sanciones a Rusia o que Alemania abandone la UE. Algunas de sus organizaciones territoriales han sido calificadas por el Ministerio de Interior como grupos extremistas.

Mientras, Musk tacha al hasta ahora primer ministro, Olaf Scholz, de “tonto” y de haber llevado al país a “un momento crítico. Su futuro se tambalea al borde del derrumbe económico y cultural”. Bajo su mandato, Tesla puso en marcha la gigafactoría de Grünheide, en la que invirtió unos 5.000 millones de euros, la que hasta ahora es su mayor apuesta en el continente.

En cuestión de meses, el empresario se convirtió en la principal fuente de injerencia exterior del continente. “Hace diez años, si alguien nos hubiera dicho que el propietario de una de las empresas de redes sociales más grandes del mundo apoyaría un nuevo movimiento reaccionario internacional e intervendría directamente en las elecciones, incluso en Alemania, ¿quién lo habría imaginado?”, se preguntaba este lunes el presidente francés, Emmanuel Macron.

La Comisión Europea informó de que está siguiendo estos movimientos, pero no se posicionó respecto al apoyo de Musk a los ultras. “El señor Musk puede expresar sus puntos de vista personales, sus opiniones políticas en la UE, online y offline. Este es su derecho”, expresó el lunes el portavoz de la Comisión Europea para asuntos digitales, Thomas Regnier, quien evitó referirse a “injerencias” extranjeras dado que Musk forma parte del equipo del próximo presidente de EEUU.

La portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, defendió este martes en Consejo de Ministros que “las plataformas digitales actúen con absoluta neutralidad y sobre todo, sin ningún tipo de injerencia”. Una posición que ha compartido el portavoz del PP, Borja Sémper, que afirmó que “nadie puede influir en las elecciones libres, independientemente de que sean empresas o individuos”.

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