Maduro enfrenta a Milei con su espejo
Este lunes, Nicolás Maduro lanzó una acusación contra el gobierno de Javier Milei durante un acto retransmitido: “Ellos venían desde el sur de América con planes específicos para atentar contra la vida de la vicepresidenta Delcy Rodríguez, dios la cuide, dios la cuida, dios la proteja”, dijo el presidente venezolano mientras la cámara enfocaba a la pobre Delcy, que ensayó una ligera sonrisa de triste sobreviviente. “Y directamente, el Gobierno argentino está involucrado en los planes violentos de atentar contra la paz en Venezuela”, sentenció, con su habitual exaltación.
La declaración se hizo a cuento del caso de Nahuel Gallo, el gendarme argentino detenido por el gobierno venezolano desde hace un mes por supuestos “graves hechos” que atentan contra “la seguridad” del país caribeño. Por supuesto, Maduro no presentó ninguna prueba. Sugirió que había una investigación en marcha en la justicia, pero ese poder en Venezuela es un simple apéndice del gobierno. La acusación se lanzó al universo mediático y allí vivirá durante un tiempo sin que a nadie le importe cuán verdadera es.
La agencia Associated Press, una de las más importantes del mundo, recogió las declaraciones de Maduro bajo el título: “Crece tensión entre Argentina y Venezuela tras dichos de Maduro sobre 'planes' para matar a su vice”. Los medios argentinos se hicieron eco de la “denuncia”. También en España, como el ultralibertario “Libertad Digital”, que suele alabar las medidas del mandatario argentino.
La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, rebatió la acusación de Maduro. Dijo que las “mentiras” del régimen “asesino” solo exponían su “desesperación”, y que el ejecutivo de Maduro estaba llegando a su fin. Las palabras de la funcionaria fueron recogidas por la agencia EFE de España. Ahora habría que esperar una reacción de Delcy o de algún otro funcionario venezolano. Lo que vaya a suceder con la situación del gendarme argentino es absolutamente incierto. El ejecutivo de Milei no ha dado grandes muestras de cintura diplomática.
Como fuera, la supuesta denuncia de Maduro tenía un solo objetivo: ensuciar el debate político en vísperas de la renovación de su mandato electoral, tras unas elecciones fraudulentas. Este 10 de enero, el líder caribeño planea cruzarse la banda en el pecho para cumplir un nuevo gobierno de seis años. Sin embargo, el dirigente opositor Edmundo González Urrutia, recibido este lunes por Joe Biden, y el sábado por Milei, asegura que será él quien salga al balcón del Palacio de Miraflores como flamante presidente de Venezuela.
En ese marco de disputas, Maduro necesita que la jornada esté marcada por la tensión, la incertidumbre. La idea de un complot internacional imperialista, de que otros se adueñen del país es una vieja estrategia del madurismo para reforzarse, venderse como lo único cierto, el garante de esta estabilidad precaria que sufre el país. En ese contexto, un enfrentamiento con Milei calza de manera perfecta.
El presidente libertario podrá negar la denuncia. Bullrich hará uso de su retórica barrabrava, y Santiago Caputo podrá motorizar a sus vasallos cibernéticos, pero Maduro no se inmutará. Seguirá allí instalado tras su escritorio, con su habitual expresión mesiánica, repartiendo mentiras o medias verdades, elevando la apuesta de sus declaraciones, a cual más extravagante.
En pocas palabras, lo mismo que suele hacer Milei y su aparato de comunicación a diario. Esta semana con las acusaciones contra la excúpula de la AFIP, las anteriores retuiteando mensajes con imágenes de un shopping en China que aludían a Buenos Aires, las próximas quién sabe. En muchas ocasiones, de forma consciente, con un objetivo similar al de Maduro: ensuciar el debate político, confundir, marcar agenda.
El caso (de dos mentirosos enfrentados) refleja un escenario más o menos inédito. En una entrevista con el periodista Ari Lijalad, el escritor y psicoanalista Jorge Alemán señaló que las fuerzas políticas no deberían utilizar las mismas herramientas que usa Milei en el debate público. No es el único, docentes y pensadores del ámbito de la política piensan que si al ruido se responde con ruido, se creará un espacio irrespirable, dañino para la democracia.
La economía le devuelve a Milei una sonrisa durante estos meses, pero cuando deje de hacerlo, cuando el supuesto logro económico deje al descubierto total las mentiras, el ruido y la suciedad del discurso oficialista, muchos advertirán con pretendida sorpresas que Maduro y Milei comparten mucho más que la “M” inicial.
AF/JJD
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