Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
El conflicto en Medio Oriente

Sederot, la “ciudad de los cohetes” desde la que Israel admira la destrucción en Gaza

Un grupo de personas observa desde el Mirador de los héroes de Sederot la destrucción en la Franja de Gaza el mismo día en que comenzaba el alto el fuego.

Javier Biosca Azcoiti

Sederot (Israel) —

0

Por la ventana de su casa, muchos vecinos de Sederot pueden ver Gaza. En lo alto de la ciudad israelí, el 'Mirador de los héroes' se ha convertido en un punto de encuentro de aquellos que quieren ver las bombas cayendo sobre la Franja y los cohetes que lanza Hamas. En los últimos 15 meses, amigos y familias se han concentrado en lo alto de la colina para disfrutar de las vistas con un refresco y algo de comer. Pagando cinco shekels (1,3 euros), uno puede incluso agarrar unos vinoculares y apreciar la destrucción.

“Es una locura pensar que está tan cerca, pero, por otro lado, mira cómo están. Me siento segura”, aseguraba una joven justo cuando debía entrar en vigor el acuerdo de alto el fuego el domingo pasado. Delante de ella, un grupo de judíos ultraortodoxos observa cómo se levanta una gran columna de humo tras un bombardeo israelí. De fondo, el sonido constante de los drones israelíes sobrevolando la zona.

A solo 840 metros de la Franja de Gaza en su punto más cercano, la guerra con Hams lo marca absolutamente todo en Sederot, “la ciudad de los cohetes”. Paseando por la calle, cada pocos pasos hay un refugio contra los cohetes de Hamas, el sonido de las alarmas antiaéreas es algo normal y las explosiones sobre Gaza llevan resonando sin descanso por toda la ciudad 15 meses. Tan solo dos horas antes de la entrada en vigor del alto el fuego se escucharon decenas de explosiones.

En la calle, en un centro público de información sobre la ciudad, están expuestos algunos de esos cohetes de Hamas y en las rotondas hay monumentos en honor a los 10 fallecidos por estos lanzamientos previos al 7 de octubre. La ciudad incluso ha convertido uno de sus refugios en una réplica de un túnel donde Hamás mantiene a los 98 rehenes. Oscuridad, sangre, balas, pañales... Pero allí dentro nadie habla de los 47.000 muertos al otro lado de la valla.

Sederot tiene alrededor de 33.000 habitantes, de los cuales el 93% son judíos y menos del 1%, árabe. La ciudad se fundó en 1951 tras la expulsión a Gaza de las comunidades árabes que cultivaban y residían en la zona, señalan los historiadores.

“Solo quedándonos y viviendo aquí ya estamos luchando contra el terrorismo”, dice Aviya, residente en la ciudad, sentada sobre la plaza levantada en el lugar sobre el que se erigía la antigua comisaría de policía. Durante el 7 de octubre, miembros de Hamás recorrieron las calles de la ciudad hasta llegar hasta este punto, donde se libró una dura batalla que acabó con la muerte de 72 residentes de la ciudad. 20 de ellos, policías.

“Al principio crees que toda esta forma de vida es normal, pero luego te das cuenta de que no”, dice Aviya, estudiante de música, mientras presume de saber diferenciar los tipos de cohetes de Hamas por el sonido y si detonan en el aire o si, por el contrario, llegan a impactar en tierra. Para solucionar el conflicto, la joven propone que los países árabes pudieran acoger a los ciudadanos de Gaza, lo que supondría, una vez más, un desplazamiento forzoso. “Gaza siempre va a ser un agujero de terror y no va a cambiar. Como país podemos decidir si lo ignoramos o lo combatimos”.

Rechazo al acuerdo de alto el fuego

En este sentido, en la ciudad no están contentos con el acuerdo de alto el fuego, que “permite ver la división entre los que solo ven la cuestión de los rehenes y la gente que ha sufrido y va a sufrir [a Hamas] antes y después”, dice Aviya. “Nada va a cambiar después de este acuerdo y son decisiones equivocadas durante 20 años las que nos han traído hasta aquí. Hay que terminar el trabajo. Y si no lo hacemos, en 20 años mi hijo vivirá lo mismo”, añade.

El alcalde de la ciudad, Alon Davidi, se manifestó en mayo en contra del alto el fuego. “Necesitamos continuar esta guerra, pero de manera mucho más dura”, decía. “El liderazgo del país nos abandonó durante años. Desde 2001, esta es nuestra realidad. Los líderes del país y del ejército nos abandonaron el 7 de octubre y pido que no lo hagan otra vez”.

“Si queremos un cambio, tenemos que controlar Gaza durante muchos años”, decía un mes después. “Un acuerdo así no se puede firmar. Un Primer ministro que acepte eso sin destruir a Hamas y que permita a un millón de palestinos volver al norte de Gaza no puede seguir siendo primer ministro de Israel”.

Paseándose por la plaza, que acoge numerosas visitas guiadas de colegios para recordar lo que ocurrió en la ciudad en octubre de 2023, Aviya afirma: “Incluso si se destruye Hamas y reconstruimos todo Gaza, nacerá alguna organización e irá a por nosotros. Un acuerdo y volver al pasado no nos llevará a la victoria ni a ningún sitio. Ni siquiera a los rehenes”.

“Los soldados que han muerto en Israel en la última semana o mes ¿Para qué habrá servido? Para nada”, dice. “Cuando empezó la guerra tuve la esperanza de que algo cambiaría, pero sé lo que va a pasar después de este acuerdo. Los rehenes volverán. Y poco después seguiremos luchando hasta alcanzar otro acuerdo”.

Muchos en Sederot se sienten abandonados ante lo que consideran políticas blandas del Gobierno. “Solo aquellos que vivimos aquí podemos entender lo que significa vivir esta guerra día a día y hora a hora”, dice Gitit Botera, que también fue evacuada de la ciudad tras los ataques del 7 de octubre.

“La cosa estará tranquila un tiempo y luego todo empezará de nuevo. Israel tiene que eliminar a Hamas”, dice Yoav. Preguntado por la dificultad de algo así, responde: “Es posible si la gente en Gaza hace lo correcto: pueden no celebrar cuando matan a gente, pueden ayudar a Israel a salvar a los rehenes, pueden derribarlos...”.

Tras unos minutos en silencio, Aviya concluye: “Esta situación nos acabará matando de alguna manera. Yo sabía que algo así iba a pasar. Es como una enfermedad que no puedes parar. Te matará. La pregunta es cómo tratarlo”.

En la realidad de Sederot, el mundo está equivocado frente a lo que ocurre en Gaza. “Israel ha hecho todo lo posible para no herir a civiles. Somos los únicos en todo el mundo que protegemos a Gaza. Les damos comida, electricidad, dinero…”, dice Abiya, sin mencionar el estricto bloqueo de hace más de 17 años que asfixia a sus vecinos palestinos. 

DM

Etiquetas
stats