
¡Libertad, Libertad, Libertad!

Del Norte al Sur del continente americano, 2025 es año de elecciones. Desde Canadá hasta Chile, pasando por el Ecuador, Honduras y Bolivia, y gracias a Donald Trump, las izquierdas latinoamericanas están mejor posicionadas que en enero y mucho mejor que en marzo para retener o recuperar el poder del Estado y el gobierno de la Nación. La altísima participación en el balotaje ecuatoriano de más de 8 de cada diez votantes y la nítida reelección del presidente Daniel Noboa ratifican en tándem tanto el nuevo ardor en el compromiso del electorado participativo como la penuria de ese fuego contagioso para una efectiva conflagración de izquierda.
Daniel Bukele, o cómo en casa uno puede ser Trump sin insufribles paréntesis demócratas
El domingo 13 de abril marcó la fecha de la segunda elección presidencial ecuatoriana consecutiva que el próspero heredero de la familia Noboa ganaba en poco menos de 35 años de existencia y poco más de 3 de vida política. Empresario, millonario, Daniel Noboa es hijo de Álvaro Noboa, empresario, multimillonario, y ‘rey de la banana’. La exportación tropical a EEUU desde el puerto pacífico de Guayaquil, donde residen, convirtió al costeño Álvaro en el hombre más rico del país sudamericano y estado tapón entre Perú y Colombia. Hoy desde los puertos ecuatorianos, formales e informales, el narcotráfico internacional profesional exporta a EEUU y al área del Indopacífico la cocaína que producen las dos naciones soberanas vecinas austral y boreal de la tierra nativa de los costeños Noboa.

La inseguridad -con una crisis económica que el electorado encuentra derivada de aquella- fue el tema más importante en los debates y las campañas presidenciales. Preventivamente, durante la jornada electoral del balotaje las fronteras peruana y colombiana de Ecuador fueron mantenidas cerradas y custodiadas por las armas del Ejército.
Dos países pacíficos y dolarizados, o viceversa
El presidente del primer país sudamericano que dolarizó siguió el exitoso método represivo del primer país centroamericano que dolarizó. El político y empresario salvadoreño Nayib Bukele, antiguo alcalde de la capital San Salvador en elecciones ganadas como candidato de la centro izquierda tradicional salvadoreña formada por la desmilitarización de las guerrillas de los 70s. Hoy es presidente de El Salvador, elegido y reelegido como candidato de un partido de derecha extrema creado por él a su medida (y la de su familia).
Para la derogación del signo monetario salvadoreño y para su sustitución por el dolár estadounidense en el ejemplo de la dolarización que ha regido en Ecuador desde inicios del siglo XX. Una posterior legalización de la criptomoneda bitcoin como moneda alternativa en El Salvador fue idea presidencial suya, que a nadie ha inspirado aún en los hechos.
La biografía política de Noboa Sr luce más intensa y extensa que la de Noboa Jr su hijo, presidente de Ecuador y príncipe de la patriarcal banana. Cinco veces fue Álvaro candidato presidencial centrista, y cuatro veces estuvo a punto de ganar la presidencia ecuatoriana. Si no maté reyes moros / engendré quien los matara, se jacta un romance medieval anónimo de tiempos de la Reconquista o expulsión de judíos y musulmanes de España.
Hijos de papá, o ¿de casta le viene al galgo el tener el rabo largo?
Las familias se ayudan. Entre sí las aliadas, y todas protegen a los suyos. Las mafiosas, más, y con mayor celo. No sugerimos en absoluto que la de Noboa lo sea en los términos de las ciencias jurídicas y sociales que definen al crimen organizado. Ni en los más laxos, pero escasamente serviciales para la carecterización de las ventajas a veces oscuramente ilegítimas, casi nunca claramente ilegales, de los patrimonialismos bien administrados para la trascendencia de generación en generación de una funcionalidad siempre aggiornada y reinvertida.
El culto intergeneracional de la amistad recíproca con los pares actuales o prospectivos y de los amistosos contactos internacionales forma parte central de la educación informal del joven presidente Noboa que vivió y trabajó en Florida, consagrado parque de diversiones predilecto por las nuevas derechas infanto-seniles transatlánticas. Noboa Jr llegó a ser tan buen amigo de Donald J. Trump que después de su segunda victoria electoral no consecutiva en noviembre de 2024, el republicano declinó invitar a su asunción presidencial al ultraderechista presidente nacionalista húngaro Víktor Orban, pero invitó al ecuatoriano a Washington para la ceremonia de jura en el Capitolio del lunes 20 de enero.
La infraestructura, la logística, los transportes, la llegada territorial de las empresas de Noboa Sr y sus compadres prestaron beneficios de enorme utilidad, de una omnipresencia tan evidente que la tornaba sobria y discreta, para la campaña reelectoral del presidente candidato. Acaso no sea insincero Noboa Jr cuando denuncia a los medios y a la oposición de exagerar la desigualdad de oportunidades que lo favorece: esas diferencias son naturales como el agua y el aire, y los beneficios connaturales de la propiedad opulenta son sagrados.
Los Noboa y los Kennedy, o tradición, familia y propiedad católicas en tierra infiel
El Príncipe de la banana también da por sentada y legítima la ventaja que recauda de los contactos internacionales del Rey. Su padre ha dedicado su vida a cultivarlos según conservadoras reglas de etiqueta y cortesía criolla, cristiana y burguesa.
Es así que la familia Noboa está conectado con una poderosa, multimillonaria, oligárquica familia católica de orígenes irlandeses, muy activa en la costa atlántica de EEUU, país al que dieron un presidente y varios senadores demócratas. No son los Biden, católicos y de genealogía irlandesa (pero pobres y obreros hasta que Joe se recibió de abogado). Son los Kennedy (que a pesar de ser tan ricos y de haber sido tan temidos y corruptos tampoco son una mafia). Noboa Sr es amigo personal de Robert F. Kennedy Jr, hijo del senador y candidato presidencial Robert F. Kennedy asesinado en 1968 y sobrino del presidente John F. Kennedy asesinado en 1963.
La familiaridad de Bobby Jr con la Oficina Oval precede a la de todos los restantes personajes de este Panorama. Su ocupado padre lo depositaba en la Casa Blanca como en una guardería -la más segura de la capital de EEUU-, según le ha contado a Trump. Casi un bebé, Bobby Jr gateaba por la alfombra del despacho presidencial, y oía cuando su tío JFK alzaba la voz hablando por télefono.
Las posiciones políticas de Noboa Sr se corrieron decididamente hacia la derecha. Como las de Bobby Jr. La familia meridional coincida también con sus ‘primos’ septentrionales los Kennedy.
Bobby Jr hizo una fortuna vendiendo o haciendo lobby por sucedáneos a las vacunas fabricadas en masa por los grandes pulpos de las farmacéuticas multinacionales ellas sí mafiosas, según difundía en sus páginas web rebosantes de ofertas de remedios naturales. El amigo de Noboa Sr llegó a la cúspide de su popularidad y se volvió reconocido por millones gracias a sus sus redes sociales desde que el boom de letalidad del coronavirus fue una realidad irrefregable. Ganaba seguidores con un ritmo acompasado al crecimiento de las tasas de mortalidad de la pandemia. Cuando Trump, en la cúspide de su primera presidencia y de la crisis sanitaria del covid, también era muy antivax. Hoy los dos son mucho menos antivax, mucho más amplios de miras. O más ambiguos, mucho más cuidadosos en sus declaraciones y posteos, muy renuentes a ser llevados al lindero de la vejante cuestión inmunológica. Hoy Bobby Jr., que es abogado, se dice convencido de que las vacunas previenen el contagio de sarampión tan bien como la vitamina A que es mejor.
Hoy Bobby Jr. se sienta como ministro de Salud en la mesa del Gabinete del presidente Trump en la Casa Blanca. El presupuesto del Ministerio del amigo de Noboa padre (y de Noboa hijo) es de dos billones de dólares. El tamaño del PBI de Australia. (Incidentalmente, el domingo se lanzaron las campañas electorales rivales en Australia: el oficialismo, con popularidad acrecida por su desafío a los aranceles aduaneros de Trump, puede retener un poder que parecía predestinado a entregar).
El héroe de los varones, o ¿no asusta mejor un papá que no usa pollera?
En sus respectivas victorias electorales repetidas, Trump y Noboa coincidieron, dos veces, en impedir que sus respectivos países tuvieran, por primera vez en sus historias, una presidenta mujer. Cada vez que ganaron una presidencial, derrotaron a una rival mujer. Noboa a la misma, la progresista Luisa González. Trump a dos contrincantes demócratas, Hillary Clinton en 2016 y Kamala Harris en 2024.
El domingo 13 de abril marcó también el día segunda derrota consecutiva en segunda vuelta de una misma y repetida adversaria, la experimentada abogada y universitaria Luisa González, candidata presidencial de la Revolución Ciudadana. Favorecida sucesora, antes que heredera genealógica, de Rafael Correa. Entre sus votantes, es nostalgia de la tranquilidad de la década de Correa sentado en la residencial presidencial quiteña antes que el reclamo de planes y políticas sociales un resorte para acudir a las urnas. Pero aquella época se distancia en la perspectiva. Quienes la recuerdan son personas ya más adultas, que pueden identificarse, si lo quisieran, aun personalmente con el perfil de la candidata correísta vencida, de visible diferencia de edad con un vencedor desacomplejado para hacerla resaltar con orgullo y prejuicio. ‘Si en Ecuador cada hora una persona más muere asesinada, yo, no ella -señala con su dígito derecho Noboa Jr- soy el Bukele para llegar a la tasa diaria cero de homicidios'
Los premios
El joven presidente ecuatorinao debe la segunda derrota consecutiva en balotaje que ha infligido a una misma y competitiva adversaria, la correísta Luisa González, diez años de edad mayor que él, a su triunfo, a una política brutal que es tan difícil de cuantificar y cualificar en sus magnitudes y propiedades definitivas y distintivas como es fácil de detectar su abrumadora gravitación total. A la militarización de la guerra contra la violencia narco en el territorio interior del país. A su imitación de la mano muy dura de Bukele.
Acaso importe menos la medida del buen éxito de esa vía armada, e incluso si algún éxito puede registrarse positivimente. Los números de la seguridad Bukele, con el 2% de la población activa encarcelado, son mejores, mucho mejores, que los de Noboa Jr. Y en verdad, menos desconfiables. Bukele se auto-felicita en posteos que informan ‘otro día más sin homicidios de la presidencia salvadoreña salvadora’.
Las armas secretas
La superioridad del atroz redentor centroamericano sobre su mejor discípulo sudamericano no conviene atribuirlas a distingos en el método, a timidez del alumno y osadía del maestro, a suprema o ínfima idoneidad de las FFAA y de Seguridad encargadas de una represión ubicua, y mucho menos a altibajos en el entusiasmo de una respecto al de la otra. Acaso el entusiasmo, espoloneado por el racismo, sea mayor en el Ecuador: en la categoría ‘víctimas inocentes’ de los ‘excesos de la represión’ destacan las de origen afroecuatoriano. La fuente de la modestia guerrera de la presidencia Noboa Jr a la hora de presentar su inventario represivo se encuentra en el que sus enemigos son asociaciones del crimen organizado multinacional, con dirigencias fuera del territorio ecuatoriano (a los consabidos carteles mexicanos y colombianos se añade la peculiaridad de un protagonismo local albanés). Bukele combatió, reprimió y encerró a pandilleros, a los integrantes de bandas enemigas formadas en la post-guerra civil salvadoreña de los 80s, que se financiaban con secuestros y otras extorsiones. La baja profesionalidad de los cabecillas locales de las maras de cuerpos profusamente tatuados -cuyas imágenes de prisioneros encadenados, postrados y semi desnudos Bukele gusta viralizar- es un atractivo indigente a los ojos de los carteles. Los salvadoreños viven de las remesas giradas desde el Norte y El Salvador ni es vía regia del trasiego de las drogas ilegalizadas ni sus bandas han aportado socios de renombre y mérito a un tráfico internacional tan rendidor y riesgoso.
La dolarización llegó a El Salvador al mismo tiempo que la represión. El estímulo de la invisibilidad, tan decisivo para que el narcotráfico eligiera al desregulado Ecuador como depósito y puerto, resultó insuficiente para que medraran las actividades clandestinas del narco en este país centroamericano pero no interoceánico (sus únicas costas marinas están sobre el Pacífico). No tienta mucho a los carteles invertir en un sector privado que ven dominado en sus niveles formal e informal por la autoridad y el control patrimonialistas de la doctrina que guía íntima pero abiertamente el uso del poder por una familia Bukele que lo ha ganado en elecciones de cuestionables campañas e irreprochable pureza del sufragio.
La Oficina Oval, o al fondo a la derecha de la derecha
El Salvador es un país expulsor, como se decía en los estudios demográficos: un tercio de su población son migrantes y su mayoría migrante vive en EEUU. Ecuador también lo es, aunque el destino favorito de una migración más diversificada por mejor educada sea la Unión Europea. El lunes 14 de abril fue el día en que Salvador Bukele, de visita en Washington, reunido con Donald J. Trump en la Casa Blanca, anunció que El Salvador no restituirá a EEUU un migrante deportado injustamente a su país. La connivencia presidencial era evidente. La fluidez del presidente salvadoreño cuando habla inglés también. Contrasta con el lenguaje penoso y el ‘funny accent’ del colega ucraniano Volodimyr Zelenski, espectáculo más grotesco que gracioso según los medios de derecha. También Noboa Jr. habla un inglés fluido. Bibi Netanyahu visitó Washington antes que Bukele. Pero después de la declaración de Trump desde una tarima en el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca de la lista de de aranceles más y más punitivos pero igualitariamente universales contra todas las naciones del globo. El inglés del premier israelí es perfecto. Rico y sin acento como el del ex presidente boliviano Sánchez de Losada, perseguido por crímenes de lesa humanidad y refugiado en EEUU.
Un resonante episodio en castellano coloca a Noboa Jr con los otros dos presidentes americanos reunidos el lunes 13 en el exiguo pero espectacular teatro de la Oficina Oval. El de cuando ordenó a las fuerzas de Seguridad de su gobierno que ingresaran a la Embajada de México en Quito con tanta violencia como la necesaria para cumplir su cometido, y se llevaran a un ex funcionario correísta amparado allí en la sede diplomática. La Ley, bien vista, es la Fuerza, y la Legitimidad es el Voto. Ved en Trono a la Noble Igualdad. Y los pueblos del mundo responden ¡Libertad, Libertad, Libertad!
AGB
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