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Trump lleva las relaciones con Europa a su peor momento tras un mes en la Casa Blanca

Donald Trump, tras la firma de una orden presidencial en el Despacho Oval

Irene Castro

Corresponsal en Bruselas —

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La unidad de los aliados ha sido el gran arma con la que Ucrania ha combatido a Vladímir Putin. En gran medida por el milmillonario desembolso en armas y asistencia que ha llegado del otro lado del Atlántico en los tres años de guerra. Sin embargo, la unidad de acción —que hasta ahora ha sufrido pequeños altibajos, muchas veces protagonizados por países pequeños, como Hungría– se ha resquebrajado. La UE respiró con cierto alivio en los primeros días de Donald Trump en la presidencia, pero apenas un mes después de su toma de posesión las relaciones transatlánticas pasan por su peor momento en décadas.

La anterior crisis también le tuvo a él como protagonista. Fue en 2018, cuando el líder populista decidió imponer aranceles a los productos europeos. Siete años más tarde, la historia se repite. Pero la tensión es mucho mayor.

En el plano comercial, este miércoles se dio un paso con el primer contacto del comisario de Comercio, Maros Sefcovic, con su homólogo estadounidense, Howard Lutnick. En la UE no han descartado que la amenaza se quede en eso, como hasta ahora ha pasado con países como Colombia o México, y que se abra paso a la negociación. Europa se ha abierto a rebajar los aranceles que actualmente impone a los vehículos procedentes de EEUU como forma de calmar a la Administración Trump.

Sefcovic recordó que el déficit en favor de la UE supone un 3% de la mayor relación comercial del mundo. “No es algo que no podamos superar”, dijo el comisario. “Si tenemos que resolver 50.000 millones, podemos hacerlo si nos lo proponemos. Y creo que relativamente rápido. Por lo tanto, pienso que sólo necesitamos seguir hablando y aprovechar el impulso que, espero, hayamos generado”, agregó en una rueda de prensa tras la reunión con Lutnick.

Pero la inquietud se ha multiplicado en la Unión Europea a raíz del giro de 180 grados que Trump le ha dado a la posición sobre Ucrania. Ha llegado a acusar a ese país de ser el culpable del inicio de la guerra y, en concreto, a Volodímir Zelenski de no haber querido negociar en estos 36 meses. El presidente de EEUU llamó “dictador” al ucraniano: “Se niega a convocar elecciones, está muy bajo en las encuestas”.

El ataque, que es directo para quitar de en medio a Zelenski, se produce después de la negativa de su Gobierno a firmar un acuerdo planteado por Washington que supondría tomar el control del 50% de las preciadas tierras raras que tiene el país. El asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, Mike Walz, fue muy explícito el miércoles respecto a esa exigencia: Zelenski debe “bajar el tono” y firmar el acuerdo con EEUU para la explotación de minerales. Más tarde añadió: “el presidente Trump está muy contrariado”. Zelenski entendió el mensaje. Tras reunirse con el representante especial de la Casa Blanca para la guerra en Ucrania, Keith Kellogg, publicó un mensaje contemporizador en el que dio las gracias por la ayuda estadounidense y se mostró dispuesto a un acuerdo “sólido y eficaz en materia de inversiones y seguridad” con Trump.

Al tiempo que redobla la presión sobre Ucrania, EEUU multiplica los miramientos con Rusia. El secretario del Tesoro, Scott Bessent, dijo en una entrevista con Bloomberg que las sanciones sobre Rusia se podrían reforzar, pero también relajar, en función de la voluntad de negociación que el Gobierno de Vladímir Putin demuestre en las conversaciones bilaterales. “Es una buena descripción”, contestó cuando se le preguntó por este escenario. De similar modo se expresó posteriormente en una entrevista publicada en X el secretario de Estado, Marco Rubio. “Tenemos que tener relaciones con Rusia, nos guste o no nos guste todo lo que hagan, como las teníamos con la Unión Soviética. Tenemos que poder comprobar si realmente quieren poner fin a la guerra”, apuntó.

Y Trump no está dispuesto a hacerse cargo de la seguridad de Ucrania ni de la de Europa en su conjunto, como dejó claro el secretario de Defensa, Pete Hegseth, en una reunión del grupo de contacto para Ucrania en la sede de la OTAN en la que, además de rebajar las exigencias de Ucrania respecto a una negociación con Rusia que Trump inició de forma bilateral ese mismo día, apuntó a que Europa debería hacerse cargo de su propia seguridad bajo la premisa de que EEUU debía centrarse en la amenaza de China en el Indopacífico.

El “amable hombre” de Washington que presiona a sus aliados

En la UE llevan ya tiempo inmersos en el debate sobre cómo incrementar el gasto en defensa para disminuir precisamente su dependencia estratégica en esa materia de EEUU. Pero las decisiones en el club comunitario son lentas por la dificultad en poner de acuerdo a 27 gobiernos y sobre todo cuando de lo que se habla es de una inversión de centenares de millones de euros. Trump ya empujó a los aliados a aumentar el gasto militar hasta el 2% del PIB y ahora que la mayoría cumplen –un puñado de países, entre ellos España, no han llegado– presiona para que se invierta más.

El secretario general de la OTAN, el exprimer ministro holandés Mark Rutte, que está completamente alineado con los intereses de Trump, ha apuntado a que el porcentaje debe ser “considerablemente superior al 3%”. Y ese será el umbral por el que apostará en la cumbre de La Haya del mes de junio. El calendario de Pedro Sánchez es llegar al 2% en el año 2029. La presión se ha redoblado en las últimas semanas. “Si no reaccionáis a mis llamadas de teléfono, quizás recibiréis las llamadas de un amable hombre de Washington”, les ha dicho Rutte a los líderes que no han llegado al compromiso.

Pero la máxima preocupación en la UE es el nuevo (des)orden mundial al que consideran que está llevando Trump, empoderando a Putin en una negociación bilateral sobre Ucrania que deja fuera a ese país y también a la UE, cuya seguridad, especialmente en la frontera, esta siente amenazada por Rusia. La decisión de Trump de sentar a su Gobierno con el ruso y la posibilidad de un acuerdo del que se quede fuera sitúa a Europa en una posición de absoluta debilidad.

La UE se vuelca, consciente de la necesidad de EEUU

Por el momento, la mayoría de la UE –con la excepción de Hungría y de la ultraderechista italiana, Giorgia Meloni, que se ha puesto de perfil– rechaza el acercamiento bilateral de Trump y Putin, así como el plan del presidente estadounidense, y cierra filas con Zelenski. La semana que viene, coincidiendo con el tercer aniversario de la invasión, se desplazarán a Kiev el Colegio de Comisarios y el presidente del Consejo Europeo, António Costa. También lo hará Pedro Sánchez que, aunque este tipo de viajes no se organizan de la noche a la mañana, ha querido dejar claro que su presencia es en apoyo “a la democracia ucraniana y el presidente Zelenski” después de que Trump lo haya puesto todo en cuestión.

Pero en la UE son conscientes de que todo eso no sirve de nada si EEUU retira el apoyo. Y el gran temor en la mayoría de capitales europeas, desde Lisboa a Varsovia, es que la presión para cerrar un acuerdo suponga un cierre en falso de la guerra que conlleve una oportunidad para que Putin se rearme y vuelva a atacar en el futuro.

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