Las sospechas se posan sobre Karina Milei, la encargada de pelearle los centavos al Presidente

“Cuando me quedé sin laburo, allá por 2004, Conan ya estaba conmigo. La situación era compleja: yo estaba en el piso y todo el mundo me pateaba la cabeza. Algunos parecía que sacaban turnos. Los únicos que siempre estuvieron conmigo han sido Conan y mi hermana, Karina”, escribió Javier Milei en su autobiografía, El camino del libertario, publicada en 2022, hace tres años. El Presidente y su hermana, secretaria General de la Presidencia, tuvieron una vida antes de ser lo que son, funcionarios públicos. En ese pasado, Karina Milei se ocupaba de su hermano como se ocupan las amigas, una cuidadora, un estudio contable o un asistente personal. Ahora, ambos envueltos en el caso $LIBRA, se defienden de las denuncias mediáticas, y los señalamientos y memes en las redes sociales. Hay, mientras tanto, dos investigaciones en curso, una en la Argentina y otra en los Estados Unidos. El Presidente, por lo pronto, decidió ponerle –solo, solo él– la cara al “cachetazo”. Su hermana, en cambio, es la mujer más blindada del Ejecutivo en torno al escándalo de la criptomoneda.
En la entrevista ofrecida el lunes a la señal TN, el Presidente insistió que el posteo en el que anunció $LIBRA salió desde su cuenta personal en X. Es cierto: es su usuario, en la bio dice “Economista” y aunque no la cambió lleva el tilde gris, la verificación oficial que otorga la plataforma para identificar organizaciones gubernamentales o funcionarios públicos. Karina también tiene el tilde gris. En defensa del Presidente se ha dicho que no es Jefe de Estado “24/7” –reflexión de la diputada Marcela Pagano– y que “no cometió ninguna ilegalidad” –conclusión de la diputada Lilia Lemoine–. Hay elementos para pensar que más que un tuit se trató de una acción publicitaria que terminó en una gigaestafa. Sigue siendo temprano para determinar responsabilidades.
“Llegó la hora del hombre común”, sentenció Milei en la cadena nacional del 10 de diciembre, primer aniversario de su gestión. A su derecha, Karina. ¿Siguen siendo sus vidas como eran antes, ciudadanos ordinarios, de a pie, trabajadores? ¿O el rol que gran parte de la sociedad le ha asignado a él y él a ella los desaloja de ese slogan altamente efectivo, el del “hombre común”? ¿Hace falta respuesta para estas preguntas?
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Desde que asumió como secretaria General, Karina nunca ocupó el despacho que por tradición corresponde a su cargo en la Casa Rosada. Prefirió el del hermano, la oficina presidencial. Hasta que echaron a Nicolás Posse, aquel compañero de Milei en Corporación América designado en el arranque como jefe de Gabinete. La hermana se instaló en la Jefatura de Gabinete, ubicada inmediatamente al lado de la oficina presidencial. No hay forma de ver a Milei sin que ella se entere. No es una novedad. Javier Milei, especialista en crecimiento económico con y sin dinero –tal como se presenta– necesitó de su hermana para organizar su tiempo y gastos personales antes de llegar al poder.
En 2017, Javier Milei ya era un personaje de la televisión. Beligerante y popular podía pronunciarse, en la misma entrevista, sobre inflación y sexo tántrico. Quien quisiera tenerlo en su programa, debía acordar con Karina. En ese tiempo, quien hoy es Presidente trabajaba como asesor en Corporación América, el grupo empresario de Eduardo Eurnekian. En simultáneo, explotaba su costado de conferencista. La hermana atendía las solicitudes de empresas, universidades y organizaciones de jóvenes que querían escuchar a Javier. Era ella la que ponía las condiciones: un atril, porque al hermano no le gusta tener el micrófono en la mano; un pasillo, porque el hermano quiere llegar al salón desde los fondos y entre la gente; las luces, para que no lo cieguen, para destacar ciertos rasgos –los masculinos– de su rostro. Y también ponía precio a su presencia, era la que cerraba los tratos y los contratos. En dólares. El tarifario trepaba a 10.000 dependiendo de quién pedía la cita. Karina y Javier eran una dupla, una sociedad. Pero había una diferencia. Él sucumbía ante las cámaras de tevé. Ella las evitaba.
En 2018, Nito Artaza –senador nacional entre 2009 y 2015, una vida dedicada al espectáculo– produjo El Consultorio de Milei, una obra de teatro. Recomendada por su hermano para sumarse al show, Karina hacía de secretaria del psicoanalista –Diego Sucalesca, hoy director de Marca País, designación hecha por Karina– que atendía a un paciente, interpretado por Milei. El día posterior a la función Artaza, recibía el mismo mensaje cada vez: “¿Los números, Nito?”. Sabré por Artaza que la hermana peleaba el centavo. “Como vendíamos las entradas por Internet y la guita se acreditaba en quince días, yo les adelantaba el porcentaje que les correspondía en un cheque. Si eran, supongamos, $9.771,20 y yo hacía el cheque con la cifra redondeada en setenta. Karina reclamaba lo que faltaba”, me contará el productor.
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A fines de 2019 sentar a Milei en una cena con empresarios tenía costo para el anfitrión. Sucedía que por cholulismo o interés político –o las dos cosas– quien hoy es Presidente era un hombre solicitado. Su prédica económica, a esa altura, mezclaba cepo e inflación con “batalla cultural”. En palabras de Milei, después de “cien años de decadencia socialista”, de ser víctimas de “zurdos empobrecedores”, los individuos empezaban “a despertar”. Los contactos arrancaban en WhatsApp y seguían al teléfono. Karina tenía un argumento para cobrar: quienes querían ver al economista se acercaban con la idea de “ayudar”, pero después se borraban. Hasta ahí, un contrato entre privados. Los influencers también cobran por hacer presencia en boliches.
En 2020, el año de la pandemia, Milei escribió Pandenomics, su décimo libro. Se lo dedicó a sus cinco perros y “al ser humano más maravilloso del mundo, mi hermana Karina”. El abogado y cineasta Santiago Oría propuso a los hermanos hacer del libro un audiovisual. Javier aceptó la idea pero puso dos condiciones: que Lilia Lemoine, entonces cosplayer, participara del corto y que Karina apareciera con dos alas blancas. “Kari es mi ángel guardián y yo quiero que ese símbolo esté”, dijo Milei y Oría tuvo que ceder. Karina aparece en las escenas finales, alada. El arnés lo confeccionó Lemoine.
Javier Milei ya había decidido candidatearse a diputado cuando se estrenó Pandenomics,el 20 diciembre de 2020. Karina llegó temprano y apiló en una mesita los ejemplares del libro escrito por su hermano. Pensó que si armaba un pequeño stand en el hall de ingreso, los que fueran a ver la proyección podrían comprarlo. Para la post función había organizado una cena. Era algo así como un meet and greet. Era para que los comensales, que habían pagado unos $5.000 por el plato y la silla, pudieran interactuar con el candidato. Había por delante una campaña. Karina buscaría financiamiento dónde fuera, libros o comidas. El estreno, en medio de las restricciones por el Covid-19, fue a sala llena en el Grand View.
El 12 de enero de 2022, Karina Milei sorteó por primera vez la dieta que su hermano ganaba como diputado, es decir, su primer sueldo. Subida al trailer que había contratado y que ubicó en Playa Grande, Mar del Plata, anunció al ganador, que se llevó $205.596. Milei rifó 24 dietas, el total de su tiempo como diputado. Que un diputado pusiera en la tómbola su sueldo fue una noticia de trascendencia internacional. En cada entrevista en la que le consultaron de quién había sido la idea, Milei celebró a la hermana: “Idea de Kari”.
Pero… ¿de qué vivió Milei si desde que asumió la diputación sorteó su sueldo? ¿Cómo pagó el alquiler de la casa en el barrio privado Valle Claro? Una incógnita.
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Para 2023, año de la campaña presidencial y en el que se calcula que el tarifario para ver a Milei arrancaba en 3.000 dólares, Karina delegó tareas. En julio de ese año, un gerente de Aeropuertos Argentina 2000 fue señalado como “el recaudador” de los hermanos. Se trataba de Nicolás Posse, que estuvo a cargo de los aeropuertos patagónicos de la concesionaria de Eurnekian. Posse pidió licencia sin goce de sueldo en la empresa dado que para la empresa su colaboración en la campaña representa “un conflicto de interés”. Quien lo apuntó como cajero de los hermanos fue un empresario cuyo nombre nunca trascendió y coincidió con un revuelo de denuncias por la presunta venta de candidaturas en las listas de La Libertad Avanza. El fiscal con competencia electoral, Ramiro González, actuó de oficio. La causa se archivó unos meses después por falta de pruebas. Milei pasó las tres instancias de votación y ganó la Presidencia.
El 10 de diciembre, el Presidente le tomó juramento a su hermana, que asumió como secretaria General. Sería la primera mujer –y la primera persona sin biografía política ni experiencia alguna en el Estado– en ocupar ese cargo. Desde que Karina tomó el mando, la secretaría General no funciona de la manera en la que funcionó siempre. Dejó de confeccionar, por ejemplo, los informes sobre estados de situación y borradores de discursos oficiales. La principal tarea de la secretaría General durante el primer año de gestión fue armar el partido La Libertad Avanza, que fue reconocido por la Justicia electoral en septiembre. Para eso, Karina nombró a Eduardo “Lule” Menem –cuatro décadas como asesor en el Senado– subsecretario de Gestión Institucional. Pero la “gestión institucional” de Lule fue, desde la designación, ser el brazo ejecutor de Karina para lograr la nacionalización de La Libertad Avanza como partido y, de acuerdo a algunas notas periodísticas, repartir las cajas de PAMI y Anses entre referentes provinciales.
VDM/DTC
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