Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
OPINIÓN

Shitcoins, la dimensión desconocida

Criptomonedas

0

Viajes interestelares, mutaciones humanas y civilizaciones alienígenas son solo algunos de los temas que, décadas atrás, mantenían hipnotizados a miles de televidentes frente a las pantallas en blanco y negro. La serie La Dimensión Desconocida (The Twilight Zone), con guiones que desbordaban de imaginación, no solo ofrecía entretenimiento, sino que, sin que lo percibiéramos del todo, nos enfrentaba a profundos dilemas morales.

Cuando algo se describe como que “parece ciencia ficción”, se lo ubica en el terreno de lo inverosímil o lo extraordinario. Este género no se limita a explorar el futuro: puede situarse en el pasado, el presente o en tiempos alternativos, ajenos a la realidad conocida. Sus escenarios son igualmente diversos: pueden ser mundos físicos, reales o imaginarios, terrestres o extraterrestres, o incluso los laberintos internos de la mente. En cuanto a sus personajes, el espectro es igual de amplio: desde humanos con capacidades extraordinarias hasta entidades artificiales de apariencia humana —robots, androides, ciborgs— o criaturas completamente alejadas del patrón antropomórfico.

Desde la década de 1970, la rentabilidad de las finanzas en América Latina ha superado ampliamente a la de cualquier otra actividad económica, salvo la explotación de recursos naturales o la prestación de servicios públicos en condiciones monopólicas. A medida que el sector financiero avanzó, la tasa de inversión real se redujo y, después de 1980, nunca volvió a alcanzar los niveles de las décadas de 1960 y 1970 (Comisión Económica para América Latina y el Caribe, CEPAL). La evidencia basada en cuentas nacionales muestra que, entre 1980 y 2007, el sector financiero en los países en desarrollo creció a un ritmo anual promedio del 9,5%, mientras que el resto de la economía lo hizo a sólo un 3,6%. ¿De qué hablamos? De un modelo en el que las finanzas capturan una porción cada vez mayor de la riqueza.

Sin embargo, hablar de finanzas no deja de ser una enorme generalización. El ámbito de las finanzas incluye, por ejemplo, la actividad bancaria, básicamente captar depósitos de dinero para luego prestarlos. Hoy nadie podría poner en dudas la imposibilidad de desarrollar una economía sin crédito. Un empresario con posibilidades de hacer crecer su negocio por haber tenido la capacidad de desarrollar una oferta aceptada por el mercado debería poder acceder al sistema financiero para conseguir el capital necesario para apalancar dicho crecimiento. Y, a renglón seguido, su negocio debería darle una rentabilidad suficiente como para cancelar su deuda y capitalizar una ganancia. Sin este mecanismo, el crecimiento consolidado de la economía se hace muy esquivo.

El concepto “finanzas” también abarca un vasto universo de instrumentos como bonos, acciones, títulos, letras y obligaciones, entre otros. Estos activos pueden comprarse, venderse, alquilarse, intercambiarse o securitizarse dentro del mercado. La lógica subyacente a estas operaciones es similar a la de la actividad bancaria: cada una de estas especies representa una contrapartida de capital que, en su origen, fue destinado a la economía real. En algún momento, la acción que hoy se negocia en el mercado significó un ingreso de fondos para una empresa, del mismo modo que una obligación negociable representó financiamiento directo para una organización.

Esas “finanzas” también incluyen el mercado secundario, un actor clave dentro del sistema financiero que permite la compraventa de estos activos entre inversores. A diferencia del mercado primario, donde la emisión de bonos, acciones u obligaciones canaliza fondos directamente hacia empresas o el sector público, en el mercado secundario el dinero cambia de manos sin generar nuevo financiamiento productivo. No obstante, su existencia cumple un rol fundamental al aportar liquidez y facilitar la formación de precios, asegurando que quienes invierten en el mercado primario puedan recuperar su capital si así lo desean.

Con el tiempo, sin embargo, este espacio ha cobrado vida propia, desarrollando dinámicas que pueden alejarse de su función original y dando lugar a mecanismos especulativos como el trading algorítmico o la titularización masiva de activos. En algunos casos, esta desconexión ha sido tan extrema que derivó en burbujas y fraudes financieros, como el derrumbe del mercado de hipotecas subprime en 2008 cuando instrumentos complejos sin respaldo tangible colapsaron y arrastraron a toda la economía. Es aquí donde el rol de instituciones regulatorias como la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC) resulta determinante para que estos mercados funcionen como dinamizadores de la economía y no como trampas que degluten el ahorro de miles de inversores y ahorristas. Sin regulación, todos quedan expuestos a maniobras fraudulentas, asimetrías de información y especulación descontrolada, convirtiendo lo que debería ser un mecanismo de financiamiento eficiente en un escenario de riesgo e incertidumbre extrema.

Las Shitcoins, a diferencia de otros activos financieros tradicionales, no representan una forma de capital productivo ni cumplen una función económica. Son, en esencia, el simulacro de un activo: monedas digitales sin respaldo, emitidas sin regulación y basadas en la promesa de rentabilidad puramente especulativa. Mientras que la titulización extrema ya había logrado el despegue de las finanzas de la economía real, las Shitcoins llevan la desconexión al máximo, al eliminar cualquier vínculo con la inversión o la producción. Su valor no se sostiene en una empresa, en una deuda contraída o en un flujo de ingresos, sino en la simple expectativa de que otro comprador estará dispuesto a pagar más. En este sentido, no sólo no son finanzas, sino que son la parodia de las finanzas: un delirio algorítmico que imita la estructura de los mercados sin aportar nada a la economía.

El caso de $LIBRA es una ilustración perfecta de este delirio algorítmico. Para que una Shitcoin funcione no basta con su mera existencia digital, necesita una figura visible que lo convalide, alguien que le otorgue una apariencia de legitimidad y arrastre seguidores dispuestos a apostar en él. En este sentido, la promoción del presidente Javier Milei no representó un respaldo económico real, sino la construcción de un espejismo especulativo. Bajo el discurso de la libertad financiera y la desregulación total, su apoyo no hizo más que inflar artificialmente el entusiasmo alrededor de un activo sin utilidad ni respaldo, asegurando que el esquema pudiera captar dinero antes de desmoronarse. El único valor generado fue para los organizadores del proyecto, quienes capitalizaron el fervor político y la confianza ciega en el líder para alimentar un mercado puramente especulativo. Como toda Shitcoin, $LIBRA no fue una innovación financiera, sino una burbuja inflada por la propaganda ideológica, destinada a explotar en manos de quienes creyeron en ella.

Si algo caracteriza a la ciencia ficción es su capacidad para explorar futuros posibles, a menudo desbordando los límites de la lógica económica y social. Pero incluso en sus tramas más disparatadas, el género mantiene una estructura de verosimilitud que permite que el lector o espectador suspenda su incredulidad. Las Shit Coins, en cambio, no aspiran ni siquiera a eso: son la encarnación de un sistema que ha sustituido el sentido común por la especulación sin fin. Como en un episodio de La Dimensión Desconocida, los inversores entran a un universo paralelo donde el valor se genera de la nada, pero a diferencia de la ficción, aquí no hay un guion que garantice un desenlace racional. Y si en la ciencia ficción clásica la historia suele estar protagonizada por robots, androides o criaturas de otros mundos, en este caso el relato estuvo a cargo de figuras, en apariencia, completamente antropomórficas que revestidos de modernidad y discursos libertarios, no hicieron más que interpretar su papel en un fraude perfectamente terrenal.

MS/MF

Etiquetas
stats