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Análisis

Trump tendrá que luchar con China para recuperar terreno en América Latina

El presidente chino, Xi Jinping, en un acto con su homólogo de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, en Brasilia en noviembre de 2024.

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El presidente Donald Trump delineó su estrategia para recuperar la presencia de Estados Unidos en el continente americano. Su propuesta se centra en tener un mayor control territorial en Canadá, Panamá, América Latina e, inclusive, Groenlandia. En su estrategia de negociación incluye los aranceles y la expulsión de migrantes, y no descarta el uso de la fuerza. 

Esto supone un giro a una política exterior estadounidense, ya que la región había sido ignorada después del 11 de septiembre de 2001. América Latina ya no era una prioridad en la agenda de Washington, lo único que le importaba era la información obtenida de Guantánamo. Al terminar la Administración de George Bush en 2009, el comercio exterior y el crimen organizado eran los temas de interés en América Latina, pero no existía una agenda con objetivos a medio plazo.

La existencia de elecciones democráticas y tratados de libre comercio, y la adopción de medidas de libre mercado, apuntaban a que la amenaza de gobiernos socialistas apoyados por la extinta Unión Soviética no eran un riesgo; los líderes guerrilleros ahora pertenecían a partidos políticos y el bono demográfico apuntaba a un crecimiento sostenido.

La conquista china de América Latina

Sin embargo, China, un régimen comunista, inició una incursión silenciosa utilizando instrumentos financieros capitalistas para otorgar préstamos estructurados, coinversiones, compra de concesiones y contratos de materia prima con derivados. Hoy existen más de 100 préstamos por un monto estimado de 120.000 millones de dólares entre bancos chinos, empresas y gobiernos de América Latina. El intercambio comercial entre ambos tiene un valor de 400.000 millones de dólares. China se ha convertido es el mayor socio comercial de Brasil, Chile y Argentina.

Este crecimiento no fue orgánico, sino una política exterior planificada y exitosa basada en el programa 'Nueva ruta de la seda', ejecutado de manera silenciosa y articulada por China y empresas de este país. Pekín firmó acuerdos de libre comercio con Chile, Perú, Costa Rica, Ecuador y Nicaragua. Siete países –entre ellos Brasil, Perú, Venezuela, Chile, Bolivia, Argentina y Ecuador– se han unido al Banco Asiático de Inversión en Infraestructura.

Para integrar el sector financiero, China firmó acuerdos bilaterales de swap de moneda local con los bancos centrales de Argentina y Chile. Múltiples instituciones bancarias chinas han abierto sucursales en muchos países latinoamericanos. Chile, Brasil y Argentina han establecido bancos de compensación en renminbi (moneda China), mientras que Brasil, Argentina y Bolivia han anunciado el uso de esa moneda para la liquidación en el comercio exterior. A finales de 2022, el renminbi superó al euro convirtiéndose en la segunda moneda en reservas de divisas de Brasil.

Este entramado institucional permitió que el comercio e inversión haya crecido en los últimos 15 años en la región. China se ha dedicado a construir infraestructura para transportar productos agropecuarios, minerales y petróleo de la región. Ejemplos de ello son la inversión en el puerto Chanchay en Perú; el tren bala entre Santiago de Chile y Valparaíso; la infraestructura de carreteras en Bolivia; la inversión en el triángulo de litio; estaciones para lanzar satélites en Chile y Venezuela; los puertos y puentes en el canal de Panamá; y la posible inversión de la planta nuclear argentina Atucha III.

En febrero del año pasado, Nucleoeléctrica Argentina y la Corporación Nuclear Nacional China firmaron el contrato marco para la construcción de la planta nuclear más grande de Argentina. La empresa china ofrece financiar el 85% de la obra de 8.300 millones de dólares, mientras que la argentina aportaría 1.200 millones de dólares.

El presidente Javier Milei trató este tema con su homólogo chino, Xi Jinping, durante el G20 que se celebró en Río de Janeiro y acordaron cerrar el acuerdo en el primer semestre de 2025. A pesar del corte neoliberal de Milei, parece que al mandatario no le importaría aumentar la dependencia de Argentina de un régimen comunista, por lo que China sería el principal inversor extranjero, además del principal socio comercial.

Inversiones con condiciones políticas

Sin embargo, las inversiones chinas vienen atadas a condiciones políticas. En 2017, cuando Panamá se unió a la 'Nueva ruta de la seda', cortó relaciones diplomáticas con Taiwán. Hoy empresas chinas controlan tres de los cinco puertos en la entrada del canal y un puente.

La dependencia comercial de una economía centralizada también pone en riesgo la estabilidad económica de la región, ya que China no solo es el principal socio comercial, sino que controla la infraestructura estratégica de la región, lo cual determina la salida de las exportaciones y entrada de importaciones. Irónicamente, las herramientas de un país comunista son el control de los flujos monetarios.

Trump quiere reducir la brecha de 20 años de abandono de la región, con tarifas, sanciones y amenaza del uso de la fuerza. El nuevo presidente tiene razón en que la presencia de China en América Latina, África y Asia podrían reducir materias primas estratégicas como el litio, minerales preciosos y tierra arable para productos agropecuarios, tanto para EEUU como para la región.

Pero la estrategia de Trump es equivocada: debería copiar y mejorar la oferta de Pekín, con mayores coinversiones y préstamos para mejorar la infraestructura en la región, y crear trabajos para reducir los incentivos de migración; de lo contrario, puede convertir a la región en un campo de batalla económico que solo desplazaría más migrantes a EEUU. 

Hoy la ventaja la tiene China y Washington debe buscar opciones integrales a largo plazo. El corredor interoceánico ubicado en el istmo de Tehuantepec en México puede ser un contrapeso al canal de Panamá, pero necesita carga e inversiones, que podría facilitar la Administración de Trump. Para ello, necesita funcionarios que puedan sumar las iniciativas gubernamentales con empresas privadas y con una cartera de préstamos para contener la ola china.

En México, la inversión de empresas chinas en 2023 fue de 5.300 millones de dólares, con presencia en el sector de telecomunicaciones e infraestructuras. TikTok se estima que tiene más de 105 millones de usuarios en Brasil y 77 millones en México, dos de sus mayores mercados. Las empresas chinas conocen nuestros gustos y costumbres, y controlan las infraestructuras física y digital.

DM

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