Las personas con menos recursos están más expuestas a sufrir ansiedad, depresión y riesgo suicida
La pobreza puede estar asociada al estrés crónico. Las personas de bajos recursos tienen más posibilidades de sufrir ansiedad, depresión y riesgo suicida y menos chances de acceder a un tratamiento de salud mental. Ambas afirmaciones surgen de un informe sobre el estado psicológico de la población argentina realizado por el Observatorio de Psicología Social Aplicada de la Universidad de Buenos Aires en 2023, y publicado en 2024.
Los datos, que son los últimos divulgados, contrastan con la situación que atraviesa el área en el país en tiempos en los que el gobierno de Javier Milei decide pasar la motosierra en el hospital psiquiátrico “Laura Bonaparte”, donde la semana pasada concretó 200 despidos y este miércoles ejecutó una intervención para “garantizar la atención de los pacientes y recuperar el normal funcionamiento”.
De acuerdo con el estudio, “el 9,4% de los argentinos tiene riesgo de padecer un trastorno mental” y se encontró “de manera sostenida” que en la Argentina, “las personas con menores recursos presentan mayores puntajes en el índice de malestar global, mayores indicadores de sintomatología ansiosa y depresiva, así como también un mayor índice de riesgo suicida”.
“Las personas que viven en la pobreza a menudo tienen acceso limitado a recursos como atención médica, terapia psicológica y medicamentos, lo que puede dificultar la gestión y tratamiento de problemas de salud mental”, apunta el informe.
“La pobreza puede estar asociada con el estrés crónico debido a la falta de recursos económicos, vivienda inestable, y preocupaciones constantes sobre las necesidades básicas como alimentación y vivienda”, agrega.
En diciembre del año pasado, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), una familia tipo necesitó $1.024.435 para no ser pobre y $449.314 para no ser indigente. Además, en el primer trimestre del 2024 la pobreza fue del 54,8%, aunque en el segundo bajó al 51%; y en el tercero, al 38,9%.
En este sentido, el informe advierte: “El estrés crónico puede aumentar el riesgo de trastornos de ansiedad y depresión. Las personas en situación de pobreza a menudo enfrentan estigmatización social, lo que puede afectar su autoestima y bienestar emocional. La falta de vivienda adecuada y condiciones insalubres de vivienda pueden contribuir al deterioro de la salud mental. A su vez, la falta de acceso a una educación de calidad puede limitar las oportunidades de empleo y perpetuar el ciclo de la pobreza, lo que también puede afectar la salud mental”.
Ocurre además que “las personas que viven en áreas de alta pobreza pueden estar expuestas a niveles más altos de violencia y trauma, lo que puede tener un impacto negativo” en su psiquis a la vez que en la población infantil estos ambientes se asocian a distintos riesgos para el crecimiento y desarrollo psicoemocional. El estudio explica que, de acuerdo a distintos expertos, “quienes sufrieron maltrato en la infancia reportaron más síntomas de depresión, ansiedad y disfunciones debido a problemas de salud mental y física en la vida adulta”.
“Así como las enfermedades mentales reducen el rendimiento y aumentan el riesgo de desempleo, las intervenciones psicológicas incrementan las probabilidades de generar ingresos económicos. Dicho de otra manera, una población más saludable es también una población más productiva”, dicen en el relevamiento.
Economía y salud mental
El 46,2% de los participantes tiene una crisis económica y este porcentaje es aún mayor en los más jóvenes. A la vez, el 51,71% de quienes no están en tratamiento psicológico considera necesitarlo aunque “informa que las dificultades económicas son barreras para acceder a tratamientos psicológicos”.
Esto significa que “las personas con mayor riesgo de padecer un trastorno mental son quienes tienen más dificultades” para tratarse y aunque “Argentina cuenta con la mayor cantidad de psicólogos por habitante del mundo y fue uno de los primeros países de la región en profesionalizar y atender con los métodos más actualizados existentes (...) los datos más objetivos no reflejan la prometedora prosperidad de aquellos tiempos”.
“Nuestros estudios destacan que el estado emocional de la población argentina, especialmente de los jóvenes (segmento social más pobre) requiere de políticas activas de salud mental a través de la promoción de conductas saludables, el incremento del acceso a tratamientos psicológicos y el desaliento de las conductas problemáticas”, agrega. De hecho, durante 2023, la OMS realizó un significativo número de llamados de atención a los gobiernos para continuar prestando atención a la salud mental de la población.
“Una buena salud mental fortalece la capacidad de gestionar el estrés, fomenta relaciones sociales saludables y mejora la calidad de las interacciones familiares. Además, contribuye a un ambiente laboral positivo y a relaciones laborales efectivas. Por el contrario, los problemas de salud mental pueden afectar estas áreas, generando conflictos interpersonales, dificultades laborales, sociales, y desafíos familiares”, explica.
MM/JJD
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