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Contra el ajuste libertario

Jubilados se resisten a Milei y rodean el Congreso cada semana: “No puedo ni llevar a mi nieta a tomar un helado”

La marcha de jubilados de este miércoles, rodeando el Congreso de la Nación.

León Nicanoff

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Mientras las cámaras de televisión aguardan la salida del Senado del jefe de Gabinete, Guillermo Francos, del otro lado del Congreso, sobre avenida Rivadavia, la escena es otra: tres hombres de negro miden los alcances de un grupo de jubilados muy enojados con Javier Milei. Delante de la formación policial, una señora de vestido verde fosforescente, eufórica, arenga desde un micrófono y con el puño cerrado al resto de sus compañeros. Todos los adultos mayores la rodean y aplauden. Como cada miércoles desde hace un año y medio –este es el tercero del 2025–, acá están bajo el rayo de un sol infernal para protestar contra el ajuste a sus bolsillos.

Entonces la mujer, docente jubilada, deja el micrófono y quienes la rodean se encolumnan detrás de una bandera para dirigirse a la esquina de Riobamba y empezar a rodear el Congreso. La protesta tiene sus razones. El Gobierno anunció el aumento en las jubilaciones para febrero del 2,7%. La mínima, que percibe casi el 50%, llega a los $273.086. Estos serán quienes reciban el bono más elevado, de solo $70.000. Los jubilados que cobren $286.000 obtendrán $60.000, y así el “beneficio” irá descendiendo hasta los $10.000, que recibirán quienes tengan un ingreso de $336.000.

Así se mantiene el nivel de precariedad con la que se cerró el tercer trimestre del 2024, cuando la  pobreza en ese sector alcanzó al 21% y la indigencia al 3,3%, de acuerdo al Observatorio de la Deuda Social de la UCA. Además, trabajadores del PAMI denuncian un vaciamiento de la obra social y que habrían negociados con empresas de salud para que se queden con el servicio. Este martes fue noticia una multitudinaria asamblea en la sede central del organismo para reclamar la reincorporación de 200 empleados desafectados sin previo aviso. Se rumorea que el viernes podrían haber más despidos. 

“Por los despidos del PAMI murió un compañero que tenía una operación y se la suspendieron. Están suspendiendo las operaciones, muchos más van a morir”, denuncia la señora de vestido verde, Nancy, a elDiarioAR

Los adultos mayores llegan a la primera esquina y los últimos uniformados se adelantan al trote para cercarlos sobre la vereda, como dicta el protocolo antipiquete de Patricia Bullrich. La marcha de la tercera edad canta: “Que feo debe ser pegarle a un jubilado para poder comer”. 

Hay un forcejeo entre un agente y un jubilado, que termina empujado a la vereda. Otros intervienen mientras en el fondo el cerco policial se cierra y la marcha se detiene. Ya sobre Combate de los Pozos, el olor a agua servida sube desde el cordón de la vereda y el ambiente se enrarece durante unos minutos; entonces algunos insultan a los policías que los presionan contra la vereda. La marcha se reanuda y dobla a la izquierda en Yrigoyen, encarando la puerta del Senado.

Luis, un exgastronómico de 75 años, camina hacia adelante y se balancea hacia su costado. Quedó rengo desde agosto pasado cuando quedó al frente de la represión que incluyó gases lacrimógenos. A él lo hirieron en la rodilla. “Para subirme al colectivo ahora necesito ayuda, me arruinaron”, dice a elDiarioAR

“La semana pasada cobre 270 mil pesos neto, no puedo ni llevar a mi nieta a tomar un helado”, lamenta el hombre que vive en Lanús y sale a vender alfajores y turrones para subsistir. “Los viernes jugábamos a las cartas con los muchachos en la cantina, pero hasta eso nos quitaron, ya no nos juntamos porque nadie tiene un peso y eso te entristece, te rompe, te mata; igualmente yo vengo todos los miércoles”.

Los jubilados terminan de dar la vuelta al Congreso para mantener en pie su reclamo. La tercera edad es de los sectores más afectados por el ajuste de Milei. Próximamente finalizará la moratoria previsional (que permitió completar los aportes a trabajadores que no llegaban a los 30 años requeridos), y desde abril solo una de cada 10 mujeres y tres de cada 10 hombres podrán jubilarse.

“Es un genocidio lo que están haciendo, no solo nos mantienen a nosotros en la pobreza y nos matan sacándonos los medicamentos sino que no les permitirán jubilarse a las próximas generaciones de adultos mayores”, cuestiona Alicia, 75 años.

Con el fin de la moratoria, el Gobierno ofrecerá a los trabajadores seguir aportando hasta llegar a los 30 años o acceder a la Pensión Universal del Adulto Mayor (PUAM), que es inferior a la jubilación mínima y que se percibe recién a los 65 años en las mujeres. Además, no contempla la pensión por viudez y solo está limitada esta opción a las personas en situación de vulnerabilidad. 

“¿Querés que me quede llorando en mi casa?”, pregunta Lidia, 77 años. “Yo estoy pum para arriba, no podemos bajar los brazos, porque el cambio se tiene que dar desde acá”, arenga la antropóloga jubilada que lamenta “vivir estresada”. “No confiamos en la CGT, ellos son un grupo de bailarinas que se pasea por la Casa Rosada”, lanza.

La mujer habla sobre la frágil emocionalidad de los “viejos” que transitan sus últimos años de vida sumidos en la “indignidad”, que no asisten a esta marcha porque “no tienen para comer ni para el colectivo”, y apunta a la sociedad en general: “Las viejas que apoyan esto yo me pregunto qué comen; y a la gente no la entiendo, está totalmente inmovilizada, este es nuestro presente pero es el futuro de ellos”.

Ahora la marcha se detiene en el semáforo de Entre Ríos y Rivadavia. Los adultos mayores sortearon el cerco policial y están cortando la avenida. Por unos instantes, se envalentonan, cantan y arengan (“jubilados le enseña cómo luchar a la CGT”) y se escuchan bocinazos. La mayoría en señal de acompañamiento. Al trote y en motocicletas, llegan más policías. Los jubilados abandonan la avenida y suben a la vereda. 

“Tendríamos que habernos quedado más tiempo cortando”, reniega Luis, el gastronómico. Oscar, 78 años con más de 30 de aporte como trabajador gráfico, dice tajante: “No vamos a dejar de luchar”. Cristina, de 70, agrega: “Hay compañerismo, si bajas los brazos se pierde. Sobre todo ahora, que ya no tenemos más los medicamentos y muchos empiezan a complicarse con su salud”.

Es que también a los afiliados del PAMI que cobran más de $390.000 les cortaron el programa “Medicamentos Gratis” que garantizaba la cobertura del 100%. Mientras, los fármacos aumentaron un 6,2% por encima de la inflación: 215% en 2023 sobre 208% en el último año, según el Centro de Economía Política Argentina. 

“Mí hígado está casi líquido, pero ahora tengo que seguir pintando para comer una vez al día”, cuenta Santiago, un pensionado de 63 años que no llega a los 300 mil pesos por mes, que tiene afectados órganos vitales por haber trabajado como curador de madera. El hombre, que reza tres veces al día, dice que se refugió en Dios para no caer. “Vivimos en la lucha; en realidad vivir es una lucha”. 

Otro que le pide a Dios es José, de 71 años –“Si Dios quiere, el mes que viene cumplo 72”–, pero también tiene deseos terrenales: “Cuando puedo me compro una tirita de asado”. Apoyado sobre una de las paredes del Congreso, con una nueva marcha de los jubilados ya terminada, hace sus cálculos y concluye: “La canasta es de un millón de pesos y con el bono se llega a 340 mil. Acá celebran la inflación de Milei pero fue gracias a destruirnos a nosotros, los jubilados. Argentina es un país en el que se tiene que trabajar hasta morir”.

MC

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