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OPINIÓN

La UIF, bajo amenaza: el riesgo de perder la independencia en tiempos de crimen organizado

El fiscal federal Paul Starc, nuevo titular de la UIF.

Pedro M. Biscay*

22 de enero de 2025 06:47 h

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La Unidad de Información Financiera (UIF), encargada de prevenir y sancionar el lavado de dinero y el financiamiento del terrorismo, se encuentra en una encrucijada peligrosa. La reciente remoción de su titular ha puesto en evidencia un debilitamiento progresivo de esta institución clave para garantizar la transparencia financiera y controlar el flujo ilícito de capitales que contaminan la economía legal.

En un contexto regional marcado por el avance del crimen organizado, el deterioro del organismo compromete su independencia y capacidad para llevar a cabo investigaciones profundas y eficaces. Este debilitamiento no solo refleja una falta de voluntad del gobierno en fortalecer las instituciones, sino que también pone de manifiesto la falta de un plan robusto para perseguir los delitos económicos y reducir los niveles de impunidad asociados a la corrupción.

La ley argentina faculta a la UIF a actuar como querellante en casos de lavado de dinero, un rol diseñado cuando los jueces aún dirigían las investigaciones. Con la reforma procesal penal, que asigna esta tarea a los fiscales, su relevancia ha disminuido. Sin embargo, preocupa que, pese a su base legal, los titulares del organismo no puedan litigar en casos complejos. Incluso bajo el nuevo código procesal, podrían integrarse a los equipos de fiscales para llevar estos casos a juicio. Si la remoción del titular está vinculada a este aspecto, estaríamos ante un grave acto de avasallamiento de su autonomía.

A raíz de la gestión deficiente y la falta de liderazgo mostrada en los últimos años, el sistema antilavado nacional se encuentra al borde del colapso. Si bien hemos evitado ser sancionados con la inclusión en la denominada lista gris del GAFI, ha sido gracias al rol persuasivo de la diplomacia que representa al país ante dicho organismo. La inclusión en esta lista habría deteriorado aún más la confianza internacional, afectando gravemente las inversiones extranjeras y las relaciones financieras con otros países.

Cabe señalar que las deficiencias y problemas identificados en la última evaluación mutua no solo no han sido resueltos, sino que, por el contrario, continúan agravándose. Un claro ejemplo de ello es el cierre de importantes causas de narcotráfico a raíz de la aplicación del principio de ley penal más benigna, favorecido por la última modificación legal al sistema antilavado.

Desde su creación a través de la sanción de la Ley 25.246, la UIF está llamada a desempeñar un papel fundamental en la investigación, prevención y sanción de conductas financieras ilícitas. Como organismo rector en materia de inteligencia financiera, coordina la red de sujetos obligados a informar, recibe información y produce análisis de manera constante. Debe colaborar estrechamente con los fiscales, a fin de analizar operaciones complejas y reunir información sensible sobre operaciones sospechosas, en investigaciones vinculadas al lavado de dinero y al financiamiento del terrorismo.

Sin embargo, nada de esto ocurre en el país. La UIF debe actuar como un puente entre el sistema financiero y las autoridades judiciales, garantizando que las actividades financieras ilícitas sean detectadas y perseguidas a tiempo. También juega un rol crucial en el cumplimiento de las normativas internacionales, especialmente en el marco de las recomendaciones del Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI).

Sin embargo, las injerencias políticas han socavado su capacidad de acción y liderazgo, lo que ha afectado gravemente a todo el sistema antilavado. Un claro síntoma de este proceso es la migración masiva de funcionarios e investigadores hacia el sector privado, fenómeno que se viene produciendo de manera simultánea al desarrollo del sector Fintech en el país.

La independencia de la UIF es esencial para garantizar la eficacia de todo el sistema antilavado. Debe operar sin presiones políticas ni intromisiones externas que puedan poner en riesgo su misión institucional en materia de prevención y mitigación de riesgos, especialmente frente a un entorno cada vez más amenazante. Sin esta autonomía, el sistema pierde su capacidad de detectar y desarticular estructuras criminales que contaminan la economía.

Este deterioro del organismo no es un hecho aislado, sino parte de un patrón más amplio que refleja un proceso de reconfiguración del poder que podría comprometer la lucha contra la corrupción. La remoción del titular de la UIF parece alinearse con decisiones similares, como la designación del nuevo titular de la Agencia de Recaudación de Impuestos ARCA, quien está seriamente cuestionado por ocultar activos en el exterior mediante sociedades vehículo y por mantener relaciones sospechosas con agentes de inteligencia. También es preocupante la nominación del juez Lijo como candidato para ocupar un puesto en la Corte Suprema de Justicia, una situación que se agrava si esta designación se realiza a través de un decreto presidencial.

Es imperativo que se realice un verdadero ejercicio de rendición de cuentas sobre el desempeño de las gestiones de la UIF, con el objetivo de garantizar una mayor transparencia en sus procesos. Es fundamental que los informes de gestión no se limiten a cifras vagas o generales, sino que incluyan estadísticas detalladas y accesibles sobre los resultados concretos de las investigaciones, desglosadas por tipo de amenaza, incidencia delictiva y cursos de acción adoptados. Además, debe llevarse a cabo una evaluación periódica de la eficacia de sus investigaciones y una revisión exhaustiva de su capacidad operativa y sancionatoria.

La ciudadanía y las instituciones deben exigir una UIF que, además de estar blindada de presiones políticas, sea capaz de demostrar con hechos concretos su eficiencia en la lucha contra el lavado de dinero y el crimen organizado. Solo así se podrá recuperar la confianza y fortalecer el sistema de justicia, asegurando un futuro de integridad y estabilidad para el país.

*Director del CIPCE.

ED

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