Los arcos dorados de McDonald's espían a delegados y empleados afiliados a sindicatos
El 24 de febrero, el sitio web Vice informó que McDonald's, durante años, ha espiado a activistas y empleados comprometidos en la organización sindical y en la campaña en busca de un aumento de salarios llamada ‘Pelear por USD 15 la hora’. Los documentos societarios internos de McDonald's obtenidos por Vice confirmaron que la empresa se ha preocupado por reunir “información estratégica” sobre los trabajadores involucrados en los esfuerzos para asegurar salarios más altos, mejores condiciones de trabajo y organizar un sindicato. Esto incluye el uso de software que recopila los datos necesarios para monitorear a los empleados y el uso de sus redes personales a través de las redes sociales y “un equipo de analistas de inteligencia computacional en las oficinas de Chicago y Londres”.
Esta situación aparece después de años de informes sobre esfuerzos similares que Amazon llevó a cabo para evitar la sindicalización de sus propios empleados. Ofertas de empleo dirigidas a los analistas de inteligencia computacional para monitorear e informar respecto a “amenazas de organización sindical ”; monitoreo de redes sociales; herramientas interactivas de “mapas indicativos ” a fin de anticipar y prevenir huelgas o campañas sindicales; operarios de la agencia de detectives Pinkerton; y, más recientemente, los esfuerzos coordinados con los funcionarios del condado de Jefferson para cambiar los horarios de los semáforos fuera de las instalaciones de Amazon en la ciudad de Bessemer del estado de Alabama, con el propósito de evitar que los organizadores hablen con los trabajadores durante los cambios de turno. Todas estas medidas se han implementado con el objetivo de asegurar los resultados perseguidos por la empresa.
Como señala el sitio Vice, la vigilancia contra los sindicalistas que organizan a los trabajadores no es nada nuevo. Lo que resulta nuevo es el uso de la tecnología en la prosecución del éxito de estos esfuerzos, que también pueden llegar a ser considerados violatorios de la ley laboral federal.
La vigilancia e intimidación de los trabajadores es una característica, no es un error, y ha llegado a ser un factor principal en la definición del capitalismo estadounidense en el mismo país y en el extranjero. Como señaló el sitio web Vox en junio pasado, “la creación de fuerzas policiales urbanas fue impulsada en gran medida por el deseo de contener el activismo y la protesta sindical”. Mientras que la policía en las ciudades del sur es en gran parte una excrecencia de las patrullas de los capataces de esclavos, para vigilar y controlar a los negros esclavizados, en ciudades del norte como Chicago, los empresarios de élite presionaron por el desarrollo de fuerzas policiales municipales para reprimir la organización de los obreros en torno a demandas como la jornada laboral de ocho horas. El concepto de vigilancia policial como “seguridad pública” llegó más tarde.
No hay evidencia que sugiera participación alguna del gobierno en la vigilancia ejercida sobre los trabajadores de Amazon o de McDonald's. Sin embargo, el hecho de que las administraciones pasadas no hayan condenado estas atroces violaciones laborales - ni tampoco la enorme brecha de riqueza entre las megacorporaciones y los trabajadores mal pagados de cuyo trabajo dependen esas empresas- equivale a una aprobación tácita del uso de los medios necesarios para ejercer de manera habitual esta práctica coercitiva.
Este domingo, Biden quebró esta terrible tendencia cuando fue difundida su declaración sorprendentemente fuerte en apoyo a los sindicatos. Si bien no llegó a llamar a Amazon por su nombre, el video que lo acompañaba estaba dirigida a los “trabajadores de Alabama” y representa la declaración pro- sindical más fuerte expresada por presidente alguno en la historia moderna de EEUU.
“Deben recordar que la Ley Nacional de Relaciones Laborales no solo dice que se permite la existencia de los sindicatos, sino que también dice que debemos alentar a los sindicatos”, dijo Biden. “No debe haber intimidación, coacción, amenazas, propaganda antisindical. Cada trabajador debe tener la opción libre y justa de afiliarse a un sindicato. La ley garantiza esa elección”.
Bajo un sistema económico que enriquece a los CEOs pagando menos a los trabajadores por el valor de su tiempo y embolsando las ganancias, existe una conexión directa entre las tácticas distópicas -que atacan toda utopía que persiga la concreción de los derechos laborales- utilizadas por McDonald's y Amazon y la transferencia de riqueza de USD 1.3 billones al reducido número de 664 multimillonarios del país durante el transcurso de la pandemia. El camino del magnate Jeff Bezos para convertirse en el primer billonario del mundo se debe precisamente a sus exitosos esfuerzos para evitar que los sindicatos se arraiguen en su imperio privado Amazon.
Así dijo Karl Marx en las páginas finales del primer volumen de El Capital : “El capital es trabajo muerto, que, como un vampiro, vive solo de chupar trabajo vivo, y cuanto más vive, más trabajo chupa”.
Biden ahora tiene que tomar una decisión: Amazon o sindicatos. No puede luchar por ambos.
En la campaña electoral, Biden envió mensajes contradictorios al ponderar la imagen de un sindicalista y al mismo tiempo prometiendo en una sala llena a sus acaudalados donantes empresarios que, bajo su presidencia, “el nivel de vida de nadie cambiará, nada cambiará fundamentalmente”.
Biden adoptó un salario mínimo de USD 15 como una de sus pocas concesiones a la izquierda, en un esfuerzo por ganar a los partidarios de Bernie Sanders, y luego cambió su tono diciendo que no creía que la disposición permanecería en el más reciente paquete de estímulo contra la pandemia del Covid-19. La declaración equivalía a hacer caso omiso de una entre las varias promesas de campaña que parece menos probable que se cumplan día a día. Los demócratas ahora están culpando deshonestamente solo a una parlamentaria del Senado poco conocida, Elizabeth Mc Donough, quien argumentó que el aumento salarial no puede incluirse en las medidas de rescate y se encuentra relacionado con las finanzas de sectores privados. Sin embargo, la vicepresidenta de EEUU Kamala Harris fácilmente podría anular la decisión y sacar a casi un millón de personas de la pobreza.
Nosotros podemos y debemos dar crédito a Biden por su reciente declaración sobre los sindicatos y al mismo tiempo reconocer que las palabras por sí solas no son suficientes. Biden tiene el poder de aprobar de inmediato un salario mínimo federal de USD 15 la hora, aumentar los impuestos corporativos, pedir a la Junta Nacional de Relaciones Laborales que investigue compañías como McDonald's y Amazon que espían ilegalmente a sus empleados, y realizar un viaje a Bessemer para mostrar su apoyo a los reclamos de 5.800 trabajadores de la empresa.
Esta es una pelea de David contra Goliat y lo que está en juego es simplemente demasiado alto para detenerse antes de la acción ejecutiva. Hasta que demuestre lo contrario, debemos recordar el mensaje de Biden a las empresas estadounidenses: nada cambiará fundamentalmente.
Traducción de AGyB
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