A cien años de la masacre de Guayaquil, una vuelta al mundo del anarquismo rioplatense
Contra toda autoridad del uruguayo Daniel Vida y el argentino Armando Minguzzi reúne más de 40 relatos y poemas de inicios del siglo XX, que aparecieron por primera vez en publicaciones periódicas anarquistas de Argentina y de Uruguay, en el pasaje de los siglos XIX al XX. Estos escritos antes ignífiguos, después de escasa o ninguna circulación gracias a la nueva y entusiasta búsqueda hemerográfica de los compiladores, quienes cuentan con logros del mayor grado académico y prolífera labor editorial sobre el anarquismo, pasan a integrar el “largo alumbramiento” del derrotero editorail de la literatura anarquista detallado en el estudio de Horacio Tarcus que prologa al libro y se ofrecen a los lectores especializados o a los que se inicianen el tema en esta nueva antología de la literatura anarquista rioplatense enfocada en el arco temporal comprendido entre los años 1886 y 1919, desde que aparece en Buenos Aires el primer periódico anarco feminista La Voz de la Mujer hasta la 'Semana Trágica'', la represión de la huelga anarquista durante la primera presidencia del radical Hipólito Yrigoyen elegido en 1916.
Esta compilación reconoce los orígenes compartidos del anarquismo en una y otra orilla del Plata, en sociedades criollas de estructura capitalista dependiente, rápida modernización y segregación económica de asalariados, en los simultáneos movimientos migratorios, y en sus formas de acción mancomunadas, constatadas en los poemas y relatos que a menudo se replican en ambos paísesl. Es así que la mayor singularidad de Contra toda autoridad de Vida y Minguzzi radica en librar “la penúltima batalla a favor de la unidad y la consistencia de su objeto, arrimando el anarquismo a la literatura y la literatura al anarquismo”.
La mayor protesta social de principio de siglo XX
El anarquismo uruguayo y argentino en la cultura del Novecientos rioplatense, signado por lo controversial y lo caótico, corresponde a una época de oro del movimiento libertario cuya literatura -que apela a todos los recursos disponibles- estuvo caracterizada por un “afán torrencial” debido a los sucesivos impresos que circularon en las calles y las plazas, los talleres y las fábricas, las bibliotecas y las salas de lectura en el ámbito rioplatense apenas el día en que alguna o algún migrante absorbida o absorbido por las ideas de Bakunin, Malatesta o Kropotkin arribo a estas tierras. Junto a los impresos, una profícua literatura oral. Decenas de himnos y canciones integrados a veladas y picnics anarquistas, coreados en marchas y actos públicos como las “Milongas sociales”, del Payador Libertario y el “Himno anárquico”, de autor anónimo.
Es así que la mayor singularidad de Contra toda autoridad, el libro que han editado el uruguayo Vida y el argentino Minguzzi, radica en ganar “la penúltima batalla a favor de la unidad arrimando el anarquismo a la literatura y la literatura al anarquismo”.
Los autores idearon siete apartados para desplegar este panorama ácrata, compuesto por poemas y cuentos de intelectuales anarquistas de extensa y voluminosa obra, y de otros menos conocidos, jóvenes del Novecientos que testimonian el interés de publicar sobre temas sociales en una hoja de combate anarquista, textos sin firma, algunos firmados con siglas o con seudónimo y uno de creación colectiva. Está el amor, están el gesto anticlerical, la ciudad, abunda la gauchesca, no falta el trabajo, y ni siquiera la rareza miscelánea. Con expresa constancia de que “Nos enfrentamos con la dificultad de la escasez a la hora de ubicar textos firmados por nombres femeninos”.
El amor: “Hay una gran lujuria en tus pupilas, en tus pupilas negras y malvadas”
El amor, muy diferente al de la pasión romántica; el impulso erótico y genésico sin trabas se dramatiza en la teoría del amor libre que fue un sesgo político social de protesta contra las reglas burguesas y desafío a las convenciones. Muchas veces con la búsqueda de refinamiento y perversidad decadentista como lo ilustran los textos de Rafael Barret, Roberto de las Carreras, Alberto Vega, Fernando del Intento, F. Terencio Bo, Francisco Anselmo Sicardi, Julio R. Aguirre y Salvadora Medina Onrubia.
La anarquía: “Los anarquistas son niños grandes que sueñan con la luz”
La preocupación reformadora y su credo individualista y ético propicio al gesto airoso e interesado en presentar su franquía de protesta con palabra detonante que puso en entredicho Propiedad, Estado, Ley y Familia. Aparece también la figura del poeta elocuente y libertario tocado a la vez por la disolución decadentista o por el orgulloso reclamo de la exquisitez distinguida de una poesía, concebida para ser leída en la tribuna o ante la multitud militante. Entre ellos, Alberto Ghiraldo quien no fue el único que alternó la escritura con la oratoria en actos y veladas registrada en las fotografías de las publicaciones periódicas anarquistas.
En el relato de Ángel Falco se denuncia el militarismo, como una escalada irracional y sembradora de muerte; el nacionalismo, que estimularía y dotaría de un caudaloso cortejo verbal a las celebraciones del Centenario, tiene la versión opuesta en Juan Mas y Pi; las salutaciones a la Revolución Rusa con versos plagados de idealismo y todavía incontaminada credulidad se encuentra en los textos de Julio Barcos y Enrique Bianchi. Con idéntico tono triunfal, otros poemas despliegan su confianza en la ascensión del pueblo sufriente hacia la victoria inexorable de la “canalla insurrecta”, el derrumbe de la sociedad oprobiosa y el triunfo de la vida (E.G, Pepita Guerra y Elías Castelnuovo). La celebración libertaria se desboca en “Himno anárquico (con música del argentino)”, lleno de “¡vivas!”, presagio de aurora, derrocamiento de esta “vil sociedad”, este “vil capital”.
Anticlericalismo: “¡Qué desconsuelo cuando se enteren que no hay cielo!”
El movimiento ascensional de las clases medias tuvo correspondencia con una imagen positivista y naturalista del mundo, la fe indeclinable en el porvenir y en la ciencia y un anticlericalismo.
El anarquismo practicó la crítica religiosa y la exégesis bíblica; respetó el magisterio humano de Jesucristo negando el aspecto sobrenatural e histórico del cristianismo y denunció a la iglesia como una entidad tiránica y anticultural, permanente conspiradora contra la libertad y la justicia humanas. Figuran en este apartado, Arcente de Vimas, F. Gutiérrez, S.A., Vicente de Todaro, dos anónimos, Horacio H. Dobranich, El Burro y S.J.A
La ciudad: “¿Y qué vamos a comer? ¿Adoquines?”
Buenos Aires, la capital argentina cada vez más megalópolis y cada vez menos gran aldea. Con el puerto del progresivamente próspero granero del mundo, con los ganados y las mieses que llegaban en tren desde sus pampas. La presencia del gran poeta nicaragüense Rubén Darío con sus libros centrales Los Raros y Prosas Profanas, ambos publicados en 1896 en esa “región de la Aurora”, el imaginario latinoamericano contó por primera vez con nuevas y poderosas imágenes inequívocamente urbanas de la que sería una prolongada belle époque. Del otro lado de la orilla del Plata, Montevideo era en aquel momento una ciudad con un enorme porcentaje de extranjeros que recorrían sus calles como recién llegados desde Italia, España y otros lugares. La actual zona del Cerro se llamó en primera instancia Villa Cosmópolis, aludiendo al sin fin de lenguas que hablaban sus pobladores. Eran los tiempos en que comenzaba a brillar con fuerza la personalidad política de José Batlle y Ordóñez, y también la de la última guerra civil que precedió al largo periodo de compromisos políticos entre los partidos tradicionales que está en la base de la solidez institucional del país anterior al terrismo.
Sin embargo, los relatos de los migrantes anarquistas expresan la decepción de quienes vinieron en búsqueda de la tierra prometida y, al recalar en el Río de la Plata se enfrentaron a la explotación que los desplazó, mayoritariamente, hacia la miseria de las urbes como testifican los escritos de Vicente Salaberry, Barret, J. Pratt. La ciudad será sinónimo de opresión y vicio, de cuerpos donde recala el hambre y las marcas de la degeneración humana (Eduardo Schiaffino, Ghiraldo). A la vez , el testimonio de recorridos urbanos, donde las marchas y las protestas de multitudes activas, muchas veces conducidas por intelectuales contra toda autoridad dotan de cierta épica al accionar ácrata del que no estuvo ausente la violencia aislada ni la confianza en “la huelga general”, apocalipsis del orden burgués .
La gauchesca: “¡Qué sabe el carancho de las necesidades del mataco!”
Las versiones ácratas de tradiciones populares entre ellas, la gauchesca en su mejor versión del payador libertario (Candelario Olivera, Francisco GandMontagne, Camilucho Tresmarías).
La variante gauchesca aparece amortiguada por un decir ciudadano y solo se despliega en casos dispersos como en “Crónica gaucha” de Tresmarías, aparecida en la revista Martín Fierro, el mejor ejemplo argentino del encuentro entre anarquismo y criollismo.
El trabajo: “Hoy la fábrica ha estado muda”
En el Montevideo del 900, las fábricas de grandes dimensiones eran pocas, sin embargo, las escasas referencias fabriles alcanzaron para que Germinal (Francisco Corney) y Luciano Stein (Florencio Sánchez), coincidieran en dibujar, ante el lector, la fábrica monstruosa y devoradora de hombres, de “fauces insaciables”.
En Buenos Aires, la Babel del Plata es el escenario de un drama ferroviario. Los restos de un obrero mutilado, enganchados en el miriñaque de la máquina del tren, parecen amenazar a las autoridades blandiendo un bastón (Alfredo Fernández). En otros escritos, la desigualdad social entre pobres y ricos y la paradoja capitalista: los que producen, sufren en la miseria, los explotadores del trabajador, disfrutan de la riqueza.
Miscelánea: “En Argelia gruñe el hipopótamo”
Último apartado, fábulas, sátiras a la élite, sarcasmo a una noticia del diario La Nación (Félix Bazterra y Máximo Rollau), biografías futuristas e historietas teñidas de fuerte jocosidad como otra forma de interpelación a la solemnidad.
A un año de su publicación, el libro Contra toda autoridad de 196 páginas que incluye ilustraciones correspondientes a la época en que se escribieron los textos compilados, testimonia que el anarquismo literario fue fiel a su credo. No tuvo una escuela sino infinitas “escuelas” en cada escritor que con optimismo y también con cierta ingenuidad desconoció la capacidad de resistencia de las fuerzas orgánicas sociales o confió en el nudo impulso de un entusiasmo suscitado por la palabra detonante y exaltada.
AGB
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