“Libertarios”: ¿Nada nuevo bajo el sol?
A veces, ante un fenómeno con rasgos novedosos surge el impulso de entenderlo como una iteración de lo conocido. Algo de cierto hay en la idea: la irrupción del rayo en cielo sereno es ajena tanto a la naturaleza como las construcciones sociales. Así, hay quienes observan las propuestas de Javier Milei y José Luis Espert apenas como la rentrée de viejos actores que, con un discurso distinto, ponen en el escenario las mismas ideas que supieron tener formaciones partidarias del pasado. Al fin y al cabo, dicen, y tienen razón, en “Avanza Libertad”, la lista de la Provincia de Buenos Aires, confluyen el centenario Partido Demócrata, el autonomismo de Romero Feris y la Unión del Centro Democrático (UCEDE). Además, más allá de los modos y de las variantes de escuelas económicas que se impulsan, ¿no se trata de candidatos que se presentan como “liberales”? Finalmente, del hecho de que estas plataformas tengan su base en Buenos Aires, algunos deducen que se trata de un voto de sectores prósperos —“incluidos que protestan” como sostuvo Andrés Malamud en su podcast de elDiarioAR— similar a experiencias conocidas.
Sin embargo, aun tomando estas consideraciones en cuenta, vale la pena hacer el ejercicio inverso al habitual; en lugar de mirar hacia atrás para ver qué es lo que es parecido, hacer una lectura que nos permita destacar aquello que es distinto, que no es poco.
Dime con quién andas
La más usual de las comparaciones entre los autodenominados “libertarios” y el pasado es con la década de 1980, el tiempo en que la UCEDE se convirtió en tercera fuerza y logró imponer sus temas en la agenda. Así, los que siguen a Milei serían los mismos que vitoreaban a Álvaro Alsogaray y hacían “la ele” con sus dedos (en oposición a la V de los peronistas) y los pibes “troskos de la derecha” que hoy llenan plazas serían los hijos de aquellos que nutrieron a la Unión para la Apertura Universitaria (UPAU) y ponían en riesgo la hegemonía radical en el mundo universitario.
Sin embargo, basta con mirar la composición de “La libertad avanza” (el frente electoral que impulsa a Milei en la CABA) para notar algunas diferencias importantes. En los 80 la UCEDE se presentaba a sí misma en oposición al nacionalismo de derecha (al que denunciaba como colectivista, ultramontano, vetusto). En ese entonces, la revista Cabildo y otros medios nacionalistas tenían en Alsogaray a un enemigo claro (cipayo, liberal, materialista). No obstante, en los últimos años, las diferencias entre estos dos sectores de la derecha se fueron limando hasta el punto de presentarse juntos a las elecciones, al menos en algunos distritos.
Es cierto que no es la primera vez que sectores liberal-conservadores y nacionalistas-reaccionarios se reúnen: lo hicieron en varios golpes de Estado y, ya en democracia, también supieron confluir en el peronismo de Carlos Menem, dentro del cual tuvieron lugar tanto los cuadros de la UCEDE como del Movimiento por la Dignidad y la Independencia (MODIN) de Aldo Rico. Pero en todas esas ocasiones las diferencias programáticas y la distancia entre sus horizontes se mantuvieron claras. Ahora, la convergencia parece ir más allá de lo táctico: nacionalistas de derecha que hablan en favor del libre mercado y libremercadistas que se pertrechan para las batallas culturales contra el feminismo, la partidocracia y un comunismo imaginario hecho de retazos raídos de la socialdemocracia y de políticas sociales del peronismo kirchnerista.
A la derecha de la derecha
Como siempre que se hacen comparaciones diacrónicas, un segundo punto al que conviene prestar atención es el contexto. La UCEDE, que se fundó en 1982 con un ojo puesto en la U.C.D. de Suárez en España, supo crecer durante ese tiempo breve en que tanto el radicalismo alfonsinista como el peronismo renovador de Antonio Cafiero pugnaban por representar de modo cabal a la centro-izquierda. Así, el partido de Alsogaray fue consolidando un espacio electoral y cultural de centro-derecha comprometido con la democracia liberal que supo permanecer aun cuando la UCEDE y la Alianza del Centro se diluyeron. De hecho, fue en parte de ese espacio que el menemismo ocupaba de un modo parcial, de donde se nutrieron diversas experiencias políticas de los 90 (como Acción por la República de Domingo Cavallo) y de los primeros años del nuevo siglo (como Recrear, el partido que impulsó la candidatura de Ricardo López Murphy en 2003). Fue también en ese entramado donde supo abrevar Mauricio Macri cuando creó Compromiso para el Cambio (otra vez mirando a España, esta vez al Partido Popular de Aznar) y que luego devendría Propuesta Republicana (PRO).
Así, lo que interesa enfatizar es que el desarrollo de los “libertarios”, pero también del partido NOS —del ex-funcionario de Macri Juan José Gómez Centurión— y de diversas agrupaciones provinciales que tuvieron desempeños destacables enarbolando una mixtura de apelación al voto celeste y otras posiciones conservadoras, se produce en un escenario distinto al de hace cuarenta años.
Hoy no contamos con datos que muestren de forma acabada cómo se compone el voto de estos sectores que han germinado a la derecha de Juntos por el Cambio. Sí sabemos, en cambio, que sus dirigentes y una parte importante de sus bases ven al macrismo como tibio “kirchnerismo de buenos modales” o incluso como un “socialismo amarillo” de “kambiemitas” incapaz de representar las demandas de una agenda cada vez más extrema. En este punto, los acercamientos públicos de líderes cambiemitas a figuras de este espacio (como las que protagonizó Patricia Bullrich) no parecen, por ahora, haber sido suficientes para convencer a esta franja de que a la diestra de Macri está la pared.
Algo nuevo bajo el sol
En un panorama global en el cual las derechas que se radicalizan dan pasos largos —muchas veces en una convivencia tensa con el sistema democrático liberal y otras directamente en contra de ella— puede ser apresurado asegurar que estamos asistiendo apenas a una repetición de lo que conocemos. Es verdad que nada se transforma de un día para otro, pero a veces los observadores fallamos en detectar y dimensionar correctamente tendencias que terminan plasmándose con un movimiento brusco. Y con esto no me refiero apenas al caudal de votos que los encuestadores auguran para los candidatos “libertarios” (que podrán corroborarse o no en unos días), sino al modo en que está cambiando tanto lo que se discute como el modo de hacerlo. Los rayos no caen en cielo sereno, pero conviene mirar para arriba para estar prevenido.
SM
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