Esteban Paulón: “Milei decidió enfrentarse al Poder Legislativo y va a tener su respuesta”
Esteban Paulón dice que el presidente Javier Milei le recuerda a un antecesor suyo, el radical Fernando de la Rúa, porque pretende mostrarse fuerte sabiéndose débil. Esa es la razón por la cual, a su criterio, el actual mandatario puso toda la carne al asador: un DNU con 366 medidas sin pasar por el Congreso y un proyecto de ley con 664 artículos que, entre otra cantidad de asuntos controversiales, le otorga superpoderes durante todo su mandato, lo que define como una “pretensión autocrática”.
El diputado nacional del Partido Socialista por Santa Fe, integrante del variopinto bloque Hacemos Coalición Federal, que conduce Miguel Pichetto, dijo en una entrevista que les concedió a los periodistas Juan José Domínguez y Sebastián Fest, en Radio Con Vos, que el debate de la ley ómnibus tiene dos grandes ausentes, a la vez que cuestionó a uno de los presidentes de las comisiones, por su manejo autoritario de los debates. Además, como activista de la lucha por los derechos de las minorías sexuales, señaló que le preocupan algunas medidas anti-LGBT de los dos grandes paquetes del Gobierno.
—¿Hacia adónde va el gobierno de Javier Milei?
—Si bien ganó con el 55,56% de los votos en el balotaje, los apoyos de balotaje a veces suman apoyos no tan plenos. Milei tiene menos del 10% de los senadores y apenas el 15% de los diputados. No tiene ningún gobernador de su partido y no tiene intendentes de su partido en las principales ciudades de la Argentina. Es decir, no tiene territorio. En ese sentido, sabiéndose un presidente débil, simula fortaleza y se intenta hacer fuerte por vía, primero, del DNU (70 de 2023) y, después, de la ley ómnibus. Es una trilogía monárquica que empezó el 10 de diciembre, cuando en su discurso inaugural decidió darle la espalda al Congreso con la excusa de ir a hablarle al pueblo, que en verdad era un puñado muy pequeño de personas que se habían acercado a la plaza. Desairó a la soberanía popular que también reside en quienes representamos al pueblo en el Congreso.
—Si usted asumiese con el 15% de los diputados y el 10% de los senadores, ¿no haría lo mismo?
—A caballo del apoyo popular que tuvo en el balotaje veo un sentimiento de mucho agotamiento sobre el modelo que se terminó, que se fue dejando una inflación galopante, una pobreza inaceptable, internas en el gobierno, una estabilidad política muy grave, un presidente (Alberto Fernández) prácticamente borrado en el último año y un súper primer ministro que no logró encauzar la cosa. En esta etapa, ya con nuevo presidente, en vez del DNU y de esta ley ómnibus había condiciones para un diálogo con ciertos sectores de la oposición para plantear su plan de gobierno. Es cierto que todos los presidentes han gobernado con DNU, pero la verdad es que el DNU de Milei modificando más de 300 normas no tiene antecedentes y es una pretensión autocrática, plantea el cierre del Congreso, y eso se completa con la ley ómnibus.
—¿Qué observaciones tiene sobre el proyecto de ley ómnibus?
—Estamos discutiendo qué pasa con la fórmula de los jubilados, si se cierra el instituto del cine (INCAA), si va a haber problemas con los libreros, si se va a eliminar el precio mínimo de los libros; los cuatro o cinco primeros artículos de la ley establecen una delegación inaceptable de facultades al Poder Ejecutivo. El diputado Julio Cobos (UCR-Mendoza) mostró la cantidad de competencias delegadas y por cuánto tiempo que está pidiendo Milei en este proyecto y resulta que no hay antecedentes desde 1983: son más de 60 y por cuatro años. En democracia lo que toca es sentarse a dialogar, creo que hay disposición de muchos sectores en el Congreso de contribuir con herramientas, de acercar propuestas. Milei decidió enfrentarse al Poder Legislativo y va a tener su respuesta. Además, se va a seguir incrementando la respuesta negativa del Poder Judicial. Algunas declaraciones de Milei me hacen recordar a Fernando de la Rúa, cuando fue entrevistado en un programa de Mariano Grondona y de pronto golpeó la mesa y dijo: El presidente soy yo. Era octubre o noviembre de 2001.
Algunas declaraciones de Milei me hacen recordar a Fernando de la Rúa, cuando fue entrevistado en un programa de Mariano Grondona y de pronto golpeó la mesa y dijo: El presidente soy yo. Eso era octubre o noviembre de 2001
—¿Qué le pareció la actitud del excanciller Santiago Cafiero de rebelarse ante la conducción del plenario de comisiones por parte de José Luis Espert, y cómo le parece que Espert manejó el debate?
—La de Cafiero fue una reacción un poquito exagerada pero todos buscamos dar nuestro mensaje y hay que decir que desde el inicio del debate Espert se ha manejado de una manera muy autoritaria, con especial autoritarismo hacia las diputadas mujeres y, más específicamente, hacia las diputadas mujeres progresistas.
—Pareció haber cierta incomodidad incluso de alguien que en teoría es más cercano a Espert a lo ideológico, como Nicolás Massot, que le sugirió una forma distinta de manejar el debate. ¿Se puede conversar con Espert para que cambie la actitud, más allá de que tiene sentido que trate de ordenar las cosas?
—Espert preside la comisión de Presupuesto y Hacienda pero la cabecera del plenario es la de Legislación General, que la preside el diputado Gabriel Bornoroni, que condujo las sesiones con muchísimo respeto y con muchísima altura. Espert tuvo fijación con algunas diputadas y diputados. Nicolás se lo dijo, yo estaba junto a Nicolás cuando lo planteó. Pero más allá de las actitudes, el debate en sí es incompleto: menos de la mitad de los ministros vinieron a la Cámara. El ministro de Salud, Mario Russo, no vino y este domingo nos enteramos de que hay un contrato de compra directa por US$ 28 millones a Pfizer para planes de vacunación. La ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, tampoco vino. Sí vinieron tres de sus cuatro secretarios, no vino el de Trabajo (Omar Yasín), en un momento en que el salario ha perdido enorme capacidad de compra.
—El ministro de Economía, Luis Caputo, tampoco.
—Ni hablar de Caputo y de Nicolás Posse (jefe de Gabinete). Ambos deberían haber venido poque esta ley es un plan de gobierno y Caputo lleva la parte más gruesa del debate en términos de renegociación de deuda, de delegación de competencia económica, de la emergencia financiera, de la pretensión de quedarse con el Fondo de Garantía y Sustentabilidad (FGS). Tendrían que estar aquí explicando todo, y no vinieron.
—En el DNU y en el proyecto de ley ómnibus, ¿hay algún sesgo anti-LGBT?
—Hay dos medidas que van en ese sentido. Una es la eliminación del INADI, la única institución creada por ley dedicada a velar por los derechos de diversos colectivos, no solo el de la diversidad sexual, LGBT sino también comunidades originarias, personas con discapacidad, etcétera. El INADI sirvió para combatir el antisemitismo y la xenofobia, fue incorporando agendas y tuvo un rol relevante para los colectivos de diversidad sexual, porque fue casi la primera ventanilla estatal a la cual pudimos acudir. Tiene muchos fallos relevantes en distintas materias pero en materia LGBT ha sido auxiliar de la Justicia en muchas ocasiones y muy importante. Y la otra medida es la modificación a la ley de Salud Mental, un retroceso en materia de derechos humanos, que puede provocar, por ejemplo, la intimación compulsiva: abrir la posibilidad de las comunidades terapéuticas en las que muchas veces hay detrás grupos evangélicos con el tema de la famosa cura de la homosexualidad. Hay muchas cosas que nos preocupan.
JJD
0