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Entrevista

Facundo Nejamkis: “El conflicto Milei-gobernadores no es sólo por la plata sino, sobre todo, político: quién paga el ajuste”

Facundo Nejamkis, consultor y analista político, y director de Opina Argentina.

Juan José Domínguez

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Es una disputa histórica, desde la conformación del Estado argentino, y por eso es que se resalta tanto en estos días que las provincias son preexistentes a la Nación: la pelea por los fondos coparticipables. Pero para el analista político Facundo Nejamkis, la puja actual tiene un adicional no menor, que es político: quién paga el costo del ajuste. El Gobierno central, encabezado por Javier Milei, dice que son las provincias las que deben ajustar y seguir así el ejemplo de su gestión; los gobernadores entienden, a su vez, compareten este propósito pero a la vez reclaman los recursos que les corresponden de acuerdo con su capacidad productiva (por caso, Chubut y el petróleo).

En un diálogo con los periodistas Hernán Cappiello, Juanjo Domínguez y Ariel Cohen en su programa de Radio Con Vos, Gambito de Datos, el director de la consultora Opina Argentina analizó este escenario de tensión, las posibilidades de una explosión política, al estilo de 2001, y la duración de las dos últimas lunas de miel presidenciales.

—Este fin de semana fueron los clásicos del fútbol, River-Boca, Independiente-Racing, Huracán-San Lorenzo, pero también el de la política, Nación-Provincias...

—Sí, más bien es el Estado Nacional contra el resto. Pareciera ser que la disputa pasa por ese lugar, un lugar incómodo, porque además, como nunca antes, el presidente no tiene más escudo que el propio Estado Nacional, ¿no? Es decir, carece de un bloque de gobernadores, aunque sea mínimo, que lo apoye y lo sostenga, y que al mismo tiempo, y esto hay que decírselo a la gente también, se traduzca en apoyo legislativo, porque recordemos que en la Argentina, si bien existen los partidos políticos nacionales, el peronismo, el PRO, el radicalismo, son los gobernadores los que tienen influencia en el armado de las listas y por ende, senadores y diputados que les responden. No es el conflicto con los gobernadores que es encapsulado en la cuestión con los gobernadores. Y esto tiene una expresión muy fuerte en el Congreso: es el conflicto histórico por los recursos en determinación de las provincias, con una disputa adicional: quién paga ante la sociedad el costo del ajuste.

—¿Quién lo paga?

—Saliendo de la discusión técnica, de si el ajuste es necesario o no, y concentrándonos en sus ribetes políticos, va a haber gente que la va a pasar mal, los salarios del sector público probablemente pierdan la carrera contra la inflación y probablemente también se deterioren en parte servicios que presta el Estado; algunos hasta van a desaparecer o no se prestarán por lo menos por un tiempo. Los gobernadores cargan con la mayoría de las políticas públicas más relevantes y más sustantivas que se llevan adelante en el país. Tres ejemplos: la seguridad, la salud y la educación hasta el nivel secundario. Por lo tanto, esta pelea iba a aparecer más tarde o más temprano.

—Milei dice que tiene la legitimidad para hacer el ajuste porque lo votó el 56% en el balotae pero los gobernadores también tienen el respaldo de su electorado, al que también le deben rendir cuentas.

—Claro, los docentes le van a hacer la huelga primero al gobernador; los médicos, el personal de la sanidad, lo mismo. Si bien muchos paros están teniendo la característica de ser nacionales, por ejemplo el paro de sanidad, después van a empezar a haber conflictos que son exclusivamente provinciales, entonces la pregunta es hasta dónde gobernadores, que no tienen una relación óptima con el presidente de la Nación, están dispuestos a acompañarlo en ese proceso de ajuste y de explicación a la sociedad de que hay que pasar este momento porque lo que viene es mejor.

—Es cierto que la salud y la educación son, digamos, responsabilidad de las provincias, pero hay también hay algo que puede atribuirse directamente a la política económica del Gobierno central: la actividad económica. Esta semana empieza marzo, si no hay un mango para nada, ¿hasta cuándo la gente banca el “viva la libertad, carajo” o le parece gracioso el abrazo con Donald Trump?

—Mirá, me encantaría a mí poder decirte tres meses, seis meses, un año, dos años. La verdad que no creo que ni yo ni ningún colega esté en condiciones de pronosticarlo. Son muchos los factores que intervienen en esa decisión. Es decir, no siempre las crisis económicas o las recesiones tienen que explotar en un cansancio de la gente. Estamos muy acostumbrados a la imagen del 2001, ¿no? Es decir, creemos que en un momento la gente se cansa y explota. Pero esa crisis conjugó varias cosas. No era solo que había una recesión económica; había una recesión económica y un corralito en el banco. Había un montón de situaciones que terminaron derivando en ese episodio, que sí explotó. También puede haber una crisis de legitimidad popular del Presidente, por tomar estas decisiones, que podría eventualmente recuperar si en el mediano plazo su política económica empieza a dar resultados.

—¿Qué sería el mediano plazo?

—Estoy pensando antes de la elección del 2025. Por lo tanto, es incierto el momento. Sí te puedo decir dos antecedentes: a Mauricio Macri la luna de miel le duró dos años, hasta la elección de medio terminó, que la ganó Cambiemos. Muchos crearon un mito respecto de la pedrada que hubo en la aprobación de la ley de movilidad jubilatoria, como un momento de quiebre y ruptura. Pero ningún gobierno pierde legitimidad popular porque hay un episodio de pedrada en una plaza.

—Fue, más bien, el desmadre cambiario de 2018, ahí se derrumbó Macri...

—Nosotros hacemos una pregunta desde hace muchos años, porque la argentina vive en crisis: quién es el principal responsable de la actual crisis económica. En el caso de Macri, hasta la elección de octubre del 2017, la gente decía que era Cristina Kirchner. En noviembre, pasada la elección, ya empezó a decir que era Macri. Y eso no significaba que la imagen de Macri caía, la imagen empezó a caer después. Pero la gente en un momento dijo: bueno, ya está, no me vengas más con la herencia recibida. A Alberto Fernández le duró un año. Arrancó su gobierno, la pandemia, creció 80%; todos, alrededor de Alberto Fernández, Horacio Rodríguez Larreta, Axel Kicillof, todos. Bueno, eso duró un año. Al año la gente le dijo: basta, no me hables más de Macri, de la deuda, resolveme el asadito que me dijiste que me ibas a poner arriba de la parrilla, que no me lo pones. Resolveme esto, déjame salir, no me cierren más con la pandemia. Le duró un año. ¿Cuánto le durará a Milei...? Uno podría decir que las sociedades son muy impacientes ahora, puede durar seis meses. Sí, puede durar seis meses, también le puede durar cuatro años.

—¿Y la oposición qué hace, mientras tanto?

—La sociedad hoy está dividida en dos mitades. Una mitad está a favor de lo que plantea y propone Milei, y es el tipo que te dice “no me importa que la estemos pasando mal, esto había que hacerlo una buena vez, terminar con este modelo, y la salida no va a ser sin dolor”. Mucha gente dice eso, y gente no que tiene un máster en economía en Chicago, mucha gente piensa así la salida de esta situación de crisis. Y después tenés otra mitad, que está en desacuerdo en la forma en que el Presidente define cómo es la salida de esta crisis, que debería ser con mayor sensibilidad, con un ajuste menos severo, bueno, buscando otros caminos, caminos alternativos. La diferencia es que la mitad que lo sigue a Milei tiene un liderazgo, que es el Presidente, la otra mitad está desarticulada y carece de un liderazgo y de una propuesta alternativa, porque no puede decir, como cuando terminó el gobierno de Cristina y entró Macri, que con Cristina estábamos mejor. Lo puede decir alguno, pero es muy difícil decir que con Alberto estábamos bien. Entonces, eso dificulta la construcción de una alternativa en el campo opositor. Y después, por otro lado, todavía Milei es muy nuevo como para constituirse en el eje que domina y controla el sistema político, y entonces, más que controla, ordena el sistema político, y entonces opositores, detractores y defensores se ordenan alrededor de su figura. Digo muy nuevo porque recién pasaron dos meses y todavía no desplegó todas las aristas que va a tener su gobierno. Por ejemplo, en Brasil la oposición se terminó articulando en contra de Bolsonaro, y eso derivó en la articulación de Lula con Fernando Henrique Cardoso. Es casi como si se sentaran Cristina con Macri. Casi. No es igual, pero casi. Acá todavía estamos lejos de eso.

—La Unión Soviéta fue aliada de Estados Unidos contra Alemania...

—Si Milei entrase en un conflicto más profundo y más severo con las instituciones democráticas, por ejemplo con el Parlamento, y tensionase y pusiese en duda si él está dispuesto a defender las instituciones republicanas, bueno, eso podría empujar, por ejemplo, al radicalismo a un acuerdo con parte del peronismo para salvar la democracia. Pero todavía no.

—A lo mejos ahora no quieren poner a Milei en el lugar de blanco y quieren esperar a que su imagen se deteriore y caiga por su solo.

—La caída de Milei por una crisis es un pronóstico que uno escucha mucho en el analista, en el político, en el periodista... Miramos las cosas de una manera muy tradicional y racional. Hoy las sociedades son otras, y este tipo de liderazgos son muy fuertes, salvo que haya una crisis muy profunda, un detonante, que haga que la gente salga de su casa y pueda eventualmente terminar con la destitución de un Presidente. Hoy hay un bloque muy intenso que sostiene al presidente Milei. Estamos hablando de una minoría de 30 puntos, un núcleo duro de 30 puntos, que le permite a él sostener esta pelea que está dando contra lo que él denomina la casta política.

—Sí, un 70% de personas de entre 16 y 24...

—Y varones. Muchos varones. Y eso todavía sigue firme.

JJD

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