Hernán Vanoli: “Tengo serias dudas de si Javier Milei quiere ganar esta elección después de ver todos los errores no forzados que cometió”
Una radiografía del voto del candidato presidencial de La Libertad Avanza (LLA), Javier Milei, y de Unión por la Patria (UP), Sergio Massa. Eso es lo que analiza el sociólogo, escritor y director de la consultora Sentimientos Públicos, Hernán Vanoli. “La campaña del oficialista va en dirección a desideologizar. Su voto está en el medio porque tampoco puede perder el corazón de lo que tiene”, reflexionó. Las aspiraciones de los votantes de cada espacio, la incidencia de los discursos y lo que falta a miras del balotaje del próximo 19 de noviembre, en esta entrevista.
‒ ¿Cómo describirías lo que pasó el domingo en todo el país?
‒ Al responderte esta pregunta se me mezcla un poco esta cuestión de lo profesional y de lo que uno venía midiendo con cierta mirada personal. Lo primero es que saltamos un nivel al despejar la incertidumbre. Si Argentina estuviera como en un subsuelo y fuera como el príncipe de Persia, que va subiendo hasta llegar a una relativa normalidad o previsibilidad, lo pasó es una especie de final importante y se subió a un piso en el que se despejó una primera incertidumbre. Lo que yo vi en mucha gente, incluso en mí, fue un cierto alivio, más allá del resultado. Es un año dedicado a mirar elecciones en lugares ignotos y que encima cada vez significan menos, porque no es que hay una tendencia, sino que se arma un escenario de incertidumbre. Cada vez gana el que uno pensaba que no iba a ganar. Y ganar una elección provincial no significa nada. En el medio es todo un gran lío, o un gran quilombo, para decirlo en criollo. Y empezamos a ver qué es lo que podría venir en un periodo si se produjera una relativa estabilidad. Incluso viste que el día estaba todo cargado, amagó con llover, no llovía nunca. Fue una una escena medio surrealista, rarísima. Y después, por el lado más de los resultados, sorpresa. Había una tendencia en las principales. Hay dos tipos de consultoras, me parece, o varios tipos de consultoras, pero bueno, están esas que están midiendo este último momento, que para mí es una opción muy respetable. Nosotros habíamos cortado 15 días antes porque tratamos de hacer una cosa como otro enfoque un poco más cualitativo-cuantitativo, pero veíamos que crecía Massa. Nadie esperaba la diferencia de más de seis puntos. Eso fue una gran sorpresa y un poco recalcular del panorama que viene.
‒Con los estudios que hiciste con mirada política, ¿por qué pensás que se da este renacer de Massa con UP en un contexto de crisis infinita?, después de dos meses fatales con inflación, devaluación, datos que menciono mucho en este espacio y que evidentemente quedaron en un segundo plano a la hora de este renacer massista.
‒Sí, totalmente. Nadie puede decir que los indicadores son buenos, que se pone contento cuando va al supermercado o cuando va a comprar algo en Mercado Libre, y si no te tirás encima del teclado ya te aumenta. Lo viví personalmente, pero me parece que hubo una combinación de cosas. Si tuviera que decir las principales, hubo un peso de todo el aparato. Evidentemente Massa se tomó el trabajo de hacer un tirón de orejas en general y también de dialogar obviamente con la política, y me parece que eso se vio bastante. Eso por un lado. Creo que, por el otro, el hecho de que sea una campaña tan larga hace que un candidato que apuesta por algo tan disruptivo como Milei empiece a chocar con esos tiempos de la campaña. Hicieron una campaña de dos meses. Capaz que lo agarrás en un subidón y te gana en primera vuelta o te gana en un balotaje. Pero, ¿cuántas veces lo escuchamos a Milei decir lo mismo? Sus ideas empiezan ser más previsibles ante los ojos de las personas, que son las que deciden la elección, las más indecisos o las que van midiendo el pulso a último momento. Pierde credibilidad porque algunas banderas, como la de la dolarización, la empieza a soltar. Lo del Banco Central (BCRA) lo suelta y lo vuelve a agarrar. Es como que se lo empieza a ser cada vez más errático y repetitivo. El rol de ejecutar decisiones que tomó Massa también lo favoreció un poco en un momento de anomia, incertidumbre y orfandad de autoridad general. Que venga un tipo y empiece a tomar decisiones, más allá de que uno puede estar más o menos de acuerdo o los efectos pueden haber sido mejores o peores, esa iniciativa influyó mucho también. Toda esa sumatoria de cosas, además del desperfilamiento muy fuerte de Juntos por el Cambio (JxC) y el miedo.
‒El pánico de sectores, como trabajadores, populares, que dependen de la educación pública, de la salud pública, que viajan en el tren subsidiado y de la clase media aterrorizada, progresista, ¿qué papel considera que jugó?
‒Lo voy a decir desde una interpretación de lo que vengo escuchando cuando hablo con la gente o lo que veo en los números. A mí me parece que la campaña de miedo no funciona mucho. Los drivers de voto son más bien por la positiva. El miedo funciona en la gente que tiene una sensibilidad más progresista y que la ve a (la candidata a vicepresidenta de LLA, Victoria) Villarruel en la televisión y es como ver a satanás. Lo que corta en las personas es la variable orden-desorden. La verdad que la campaña de LLA se empezó a volver caótica. Cinco personajes diferentes tirando cosas inviables y capaces de ofender a un colectivo diferente al mismo tiempo. Además, hubo un silencio orador en los temas. Inexplicablemente cómo (el escándalo del ex funcionario bonaerense Martín) Insaurralde lo tomaron muy poco y salieron con cosas realmente disparatadas, como la propuesta de Lilia Lemoine para que los hombres renuncien a la paternidad. Cuando vos tenés dentro de los indecisos, el porcentaje más grande de mujeres, la verdad que decir eso, y tampoco quiero caer sobre ella, sino que se suma eso con todo un coro desordenado que parecía un corso a contramano. Y eso genera un ruido que a la gente le molesta.
‒Sos sociólogo, ya tenés una carrera como escritor y sos alguien más bien ligado a la cultura. Y ahora armaste una consultora, que llamaste Sentimientos Públicos. ¿Qué tiene de diferente este proyecto del resto? ¿Por qué te largaste con eso?
‒Después de la pandemia y con todo el proceso de deterioro social que atravesamos, necesitaba alguna certeza y me pareció que podía estar eso en los números. Eso por un lado. En el otro voy a ser directo: vivir de la cultura es prácticamente imposible. Puede ser divertido cuando tenés 20 años; raro cuando tenés 30; y cuando estás cerca de los 40 ya empieza a ser un poco más pesado y temerario, por decirlo de una manera amable. Siempre había trabajado en investigación de mercado, además de que también tengo una responsabilidad. Trabajé con Matías Lammens en el Ministerio de Turismo y empecé a meterme por ese mundo con gente que estaba dedicándose a lo cuantitativo. Me resultó un desafío y me dio esta libertad de hacer algo que es un poco más experimental. A mí no me gustaba mucho los estudios que eran puramente cualitativos. Me parece que aportan muchísimo, pero siempre hay un diálogo difícil con la parte cuantitativa. Hicimos este experimento con algunas preguntas que a veces pueden parecer un poco más voladas y que a veces no funcionan. Tratamos de forzar un poquito la interpretación y dentro de la pregunta para después empezar a analizar todo lo que son las aperturas, que es lo que lo hace más divertido e interesante para una sociedad que nadie nunca la termina de entender, pero por lo menos hacer hipótesis puede guiar.
‒La semana pasada mencioné el informe Valores progresistas, voto libertario. Apuntes para pensar una contradicción aparente, que me pareció interesantísimo. Había una lectura en base al laburo de ustedes sobre el perfil de los votantes de Milei. En realidad, ahí hay dos entradas: jóvenes y sectores bajos. En la última medición que ustedes habían hecho ya Milei superaba en sectores bajos a Massa por alrededor de 11 puntos. Eso quizás se transformó a último momento, pero me interesa la especificidad del votante de Milei y el contraste con el del peronismo.
‒Sí, es un poco la base histórica del peronismo en la que Milei es más fuerte. Al conversar con algunos amigos, un poco antes de las elecciones, yo con un poco de miedo y un poco de angustia, les decía mirá si mañana es el 17 de octubre y nosotros estamos del otro lado. No estamos yendo a la Plaza de Mayo, sino somos los que están en los balcones mirando un poco horrorizados. Si la composición de los votantes de Milei, nosotros hicimos un estudio ambicioso por la cantidad de casos, que fueron poco más de 8.400 casos. Hace falta tener una buena cantidad de casos para poder hacer algún tipo de inferencia significativa. Si vos ves que el nivel socioeconómico a Milei comparativamente le va mejor en los estratos más bajos, los niveles socioeconómicos más bajos, su población es muchísimo más joven y muchísimo más masculina. Cuando vos te fijas en las categorías ocupacionales, que era una de las cosas que a nosotros más nos interesaban, vos vas viendo que los tipos que que votan a Milei son preponderantes en todo lo que tiene que ver con gente que trabaja por cuenta propia sin otras personas a su cargo y que está buscando trabajo. Se destacaba mucho como eran más preponderantes en la gente que recibía ayuda social, otro tipo de ingreso que venía del mundo del trabajo y después en lo que tiene que ver con la situación de vivienda, gente que vive con los padres. Y después también tenías algunos picos en algunas categorías muy altas. O sea que ahí hay como una alianza entre algunos sectores. Uno podría decir más desinstitucionalizado, más financieros, más vinculados al comercio exterior de las clases altas que con los sectores más bajos y más institucionalizados, con trabajo, menos muchas veces en blanco. No es casual. La LLA es muy consciente de esto que es la gente que más golpeó la pandemia, porque cuando vos tenías que salir todos los días a ganarte el mango, (el presidente) Alberto Fernández estaba con los anteojitos mostrando los cuadros y no te dejaba. Para muchos era qué bueno que tenemos un presidente que es prudente y para otros era déjame salir a laburar. Ahí hay un caldo de cultivo muy fuerte. LLA es más un efecto de la pandemia acá en Argentina que producto de esta supuesta ola de extrema derecha global con la cual algunas veces se la quiere vincular. Sí, obviamente tiene elementos de eso también.
‒Dejó afuera al votante ya de Patricia Bullrich por razones obvias, pero era también interesante el contraste. Milei se benefició incluso de la militancia de Bullrich contra el confinamiento. El informe de sentimientos públicos dice que los votantes del libertario son conservadores de lo que les queda; mientras que los votantes de UP son una faceta de un mundo que se extingue, tienen 40 años o más, están acomodados en las instituciones y jerarquías del siglo XX, viven en el mundo en blanco. ¿Es posible ganar representando a esos sectores?
‒Sí, son los incluidos. En el caso de la provincia de Buenos Aires, hay muchas formas de estar incluido y me parece que esta vez quedó demostrado que que hubo un apoyo grande a las formas que propone todavía el siglo XX de estar incluido. Sí se puede ganar una elección sumando un poco más de lo otro, y también con un rival que también puede ganar, porque es muy moneda en el aire. Todavía es muy temprano para aventurar algún algún escenario posible, pero uno puede ir viendo algunas tendencias y lo que ve es que el rival que tienen enfrente es muy malo. Con cualquier rival un poco más mesurado, que los interpele un poco de manera más directa, que tenga algunas propuestas coherentes y lógicas dentro de su ideología, hubiera tenido un escenario mucho más favorable. Nosotros estamos con un candidato que es un trotskista de ultraderecha, una persona puramente teórica que repite en cada entrevista teóricos económicos, que generan cierta seducción por esa proximidad con el saber, pero cuando se rompió esa novedad y hay que bajarlo a la práctica. Cada vez genera menos engagement, menos credibilidad. Si bien UP demográficamente está envejecido, tiene un desafío enorme en reconvertir y en poder hablarle a esos nuevos sectores. Y después es otra discusión. Durante mucho tiempo se creyó que el feminismo era el lenguaje con el que se podía hablar a los jóvenes, a los nuevos sectores y a los precarizados. No fue tan así. Si uno se fija en la apertura por género, LLA está muy mal, pero ni JxC ni UP no se sobreperforman demasiado. Lo que lo que le faltaba a LLA es si iba por indecisos. Era un poco más alto en nosotros. Por una cuestión natural era que LLA tenía un número muy bajo en mujeres. Y otra cuestión muy importante es que hay un alto porcentaje del voto de UP, que es ideológico. Es un voto de creer en ciertos valores y defender ciertas no consignas, pero ciertas creencias que tienen que ver con, por ejemplo, la justicia social y la redistribución de la riqueza a través de la intervención del Estado. En eso, UP se parece bastante a la izquierda. En cambio, LLA no es ideológica, tiene un 15% de libertarianos duros, de los cuales el 10% estará en internet y después no es un voto más transaccional, es más silvestre. Es un voto más de hartazgo, antipolítica y querer resetear, que la plata alcance. Todo el mundo quiere eso, pero sin embargo el votante de LLA dice “tráeme cualquier cosa, tráeme la dolarización, tráeme una estabilidad”. La campaña de Massa va en esa dirección: desideologizar. Su voto está en el medio porque tampoco puede perder el corazón de lo que tiene. De vez en cuando hay algunas cosas más ideológicas, pero si vos comparas el discurso de (el gobernador bonaerense electo Axel) Kicillof con su discurso, son muy distintos.
‒Escuché a Kicillof después del discurso del domingo ante dirigentes, intendentes y ministros. Decía que volvieron a discutir todo otra vez y están dispuesto a discutirlo otra vez. ¿Cuándo interpretás que se pasó de esa indignación, que no podían creer que existiera un votante para Milei, para dar paso también a otro tipo de discurso?
‒Coincido con lo que vos decís. El resultado de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) también influyó en eso. Cuando la indignación se transforma en una realidad que es Milei y sale primero, surge una de las grandes preguntas que es por qué extrema su discurso o al menos lo mantiene después. Ahí supuestamente es el momento de la reconciliación. Tuvo una primera semana de moderación y después se descontroló mal. Y esa es una gran pregunta para mí, que obviamente no me puedo terminar de responder. Hay diferentes escenarios. Uno es bueno. Este tipo está usando unos manuales que vienen de la extrema derecha internacional que te dicen si vas a un balotaje, tenés que radicalizar porque es lo único que podés hacer, y es lo que te va a mantener tu base y podés sumar alguien más. Pésima lectura de la realidad argentina, porque lo que vos decías era una conversación entre padres e hijos en un país donde es re importante la institución. Hay otra: el tipo realmente tiene algún tipo de psicopatía que no lo puede evitar, y se toma un par de pastenacas la primera semana y después cuando no quiso subir la los miligramos o cuando se cansó, se le volvió a escapar la tortuga. Y otra que que que no quiere ganar. Tengo serias dudas de si quiere ganar esta elección después de ver todos los errores no forzados que cometió.
Entrevista realizada por Diego Genoud en su programa Fuera de Tiempo (Radio Con Vos).
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