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40 años del Juicio a las Juntas

Luis Moreno Ocampo: “El juicio generó consenso contra la violencia y por la democracia, y ese acuerdo sigue vigente”

Luis Moreno Ocampo es un reconocido abogado argentino, fiscal del histórico juicio a las Juntas Militares y exfiscal internacional.

Bárbara Komarovsky

22 de abril de 2025 06:26 h

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Luis Moreno Ocampo fue fiscal adjunto del Juicio a las Juntas militares, que comenzó el 22 de abril de 1985 y casi 8 meses después, el 9 de diciembre de ese año, condenó a Jorge Rafael Videla y Emilio Eduardo Massera a reclusión perpetua, a Roberto Eduardo Viola a 17 años de prisión, a Armando Lambruschini a ocho años y a Orlando Ramón Agosti a 4 años y seis meses. Omar Domingo Rubens Graffigna, Basilio Arturo Ignacio Lami Dozo, Leopoldo Fortunato Galtieri y Jorge Isaac Anaya fueron absueltos.

Moreno Ocampo trabajó junto al fiscal Julio César Strassera y un equipo de jóvenes que —tal como retrata la película Argentina 1985— investigó y colectó la prueba para probar los delitos: presentaron 709 casos. Entre 2003 y 2012 Moreno Ocampo fue fiscal general de la Corte Penal Internacional y dio clases en las universidades de Stanford, Yale, Nueva York, Columbia y Harvard. Actualmente investiga en la Universidad de San Pablo sobre el crimen organizado en América Latina.

En esta entrevista con elDiarioAR, a 40 años del juicio que marcó el inicio del juzgamiento de los crímenes de la última dictadura, consideró a la decisión del entonces presidente Rául Alfonsín de “inesperada y revolucionaria”y valoró como una “novedad inmensa” que a partir del juicio las élites dejaron de apoyar los golpes de Estado y hoy llegan al poder mediante elecciones. El exfiscal adjunto valoró que en la región de América Latina no haya guerras entre Estados y consideró prioritario que los Estados cuenten con estrategias contra el crimen organizado.

—El próximo 22 de abril se cumplen 40 años del Juicio de las Juntas, del que usted fue fiscal adjunto de Julio Strassera y que en 1985 condenó a los comandantes de la última dictadura ¿Cómo lo convocaron para esa tarea? ¿Qué recuerda de la investigación y cómo evalúa ese juicio cuatro décadas después?

—En aquella época no había redes sociales ni teléfonos celulares. La comunicación era muy diferente: lo que no estaba en los diarios o en la televisión, no existía. La dictadura militar argentina había logrado convencer a todo el mundo que había eliminado a la guerrilla de forma legítima. Y como todo el mundo tenía miedo a la guerrilla, la sensación en 1982 era que los militares habían hecho un gran esfuerzo en la lucha contra la subversión. En ese contexto tienen lugar las elecciones de 1983. Y Alfonsín hace una promesa única que era investigar a los comandantes, lo cual hace que gane las elecciones. Fue un momento donde los moderados tuvieron un líder. Eso a los jóvenes de ahora no les pasa, ¿no? No hay un líder para los moderados. Alfonsín era un líder de moderados, pero que juntó un millón de personas. Y la promesa de juzgamiento la implementa inmediatamente. Apenas sube al poder pide que se investigue a los guerrilleros y a los militares. Organiza la Conadep. Manda un proyecto de ley para anular la amnistía militar, que había sido apoyada por el candidato peronista (Italo Luder). Era un momento en que toda América Latina estaba gobernada por dictaduras y ningún político había propuesto investigar el pasado, por el contrario, el modelo de transición a la democracia era el español donde no había habido ninguna investigación del pasado, sino que hubo un acuerdo muy maduro liderado por el Rey con la parte más democrática del franquismo, con el comunismo y el socialismo, que estaban proscriptos. Entonces, lo que hizo Alfonsín fue inesperado, revolucionario y hoy los jóvenes pueden decir 'bueno pero solo juzgó a los jefes'. Pero sí, esa fue su propuesta, eso fue lo que la gente votó. Naciones Unidas adoptó en 2000 esa idea. La justicia internacional juzga a los jefes.

—¿Cómo vivió ese momento?

—Yo vi todo eso como un ciudadano normal, yo no tenía nada que ver con la política. Enseñaba derecho penal, me habían nombrado en la democracia subdirector del Instituto de Investigación de la Facultad de Derecho y asesoraba al Procurador General de la Nación en los casos frente a la Corte Suprema. Conocí a [Julio] Strassera (fiscal del Juicio a las Juntas) en la Facultad, que estaba buscando ayuda y no encontraba a nadie. Fuí el último al que llamó. Me pareció fascinante. Julio me planteó que había que investigar en cuatro o cinco meses. Le dije que no tenía ninguna experiencia en casos penales. Y él me dijo: 'Mucho mejor. Porque si investigamos cómo se investiga en la Argentina, no vamos a llegar a nada'. Uno de los factores que teníamos en cuenta es que casi todos los defensores de los comandantes habían sido jueces. Y ellos conocían que el sistema normal de investigación no iba a llegar a investigarlos, no iba a haber prueba. Entonces, Julio me dio este desafío y bueno, y a mí me encanta que la película Argentina 1985 muestra como un equipo de jóvenes logró hacer una cosa que les parecía imposible. Eran chicos entre 19 y 25 años, solo uno o dos eran abogados, los demás ni siquiera. Y con ese equipo armamos la investigación (la fiscalía presentó 709 casos ante el tribunal). La película hizo otra cosa maravillosa: generó consenso. Incluso la ex presidenta Cristina Kirchner reconoció el impacto de la película y agradeció el Juicio a las Juntas.

Me encanta que la película Argentina 1985 muestra como un equipo de jóvenes logró hacer una cosa que les parecía imposible. Eran chicos entre 19 y 25 años, solo uno o dos eran abogados, los demás ni siquiera. Y con ese equipo armamos la investigación

Y ahí es gracioso porque algún grupo de radicales en lugar de alegrarse del papel de Alfonsín, criticaron que no estaba muy presente en la película. Creo que eso es un grave error. Justamente Alfonsín propuso la idea, lideró la campaña, ganó las elecciones con este tema, armó la Conadep, armó las leyes pero después no se metió en el juicio. Porque era el presidente. No tenía que meterse. El Juicio a las Juntas generó consenso en la Argentina contra la violencia y por la democracia. Y 40 años después ese consenso se mantiene. A partir de la propuesta de Alfonsín se generó un acuerdo sobre la idea de que está prohibido matar y hay que investigar el pasado: Menem perdonó a todos pero impulsó el juicio a Videla por un viaje a Francia en el que quería quedar bien con el primer ministro. De la Rúa no hizo mucho, dejó que los jueces investigaran y profundizaran las pesquisas. Y luego el presidente Kirchner promovió un fuerte impulso a la declaración de inconstitucionalidad de las leyes de Alfonsín y eso hizo que unos 1.200 militares fueran investigados. Ahora, Milei está impulsando que se investiguen los crímenes de la guerrilla. El Juicio de las Juntas hizo que se terminara el apoyo de la élite a los golpes de Estado. Ahora la élite llega al poder mediante elecciones libres, como pasó con Macri. Eso es una novedad inmensa.

—¿Cómo ve usted la propuesta del entorno del presidente Javier Milei de investigar los hechos previos al golpe del 24 de marzo de 1976 y la postura que viene sosteniendo en materia de derechos humanos y de memoria histórica?

—El video (que difundió Presidencia el 24 de marzo] no se puede objetar. La persona que lo presenta, que es joven (Agustín Laje), cita a la Conadep y la sentencia del Juicio a las Juntas. Quiere que eso vaya más lejos. Hay un debate sobre a quiénes investigar pero la idea de que hay que castigar el pasado está implementada. Técnicamente es cierto el argumento de que los crímenes de lesa humanidad (y por lo tanto imprescriptibles) pueden ser cometidos tanto por un Estado como por un no Estado. La Corte Penal Internacional y la Corte de Yugoslavia condenó a milicianos.

Técnicamente es cierto el argumento [del gobierno actual] de que los crímenes de lesa humanidad (y por lo tanto imprescriptibles) pueden ser cometidos tanto por un Estado como por un no Estado. La Corte Penal Internacional y la Corte de Yugoslavia condenó a milicianos

—En el prólogo del libro “Cuando hicimos historia. Acuerdos y desacuerdos en torno al Juicio a las Juntas” (Siglo XXI) dice que “la contradicción entre la voluntad política y la ley marcó la gestión de Alfonsín en el período posterior al Juicio de las Juntas. Lo que al principio fue épico, luego se transformaría en una aparente debilidad”. ¿Cómo vio usted las leyes de Obediencia Debida y Punto Final?

—Alfonsín podría haber dicho como Luder que la amnistía era válida. También, que la amnistía no era válida y que los jueces elijan a quien investiguen. Con lo cual, quizás iba a haber algún intento de jugar a [Afredo] Astiz y a oficiales inferiores. Las Madres de Plaza de Mayo pedían aparición con vida y castigo a todos los culpables. Podría haber propuesto eso, pero castigar a todos los culpables con el crimen masivo es imposible. Yo hablé con el fiscal de Nuremberg y le pregunté, ¿cómo hicieron para elegir? Y me dijo que los nazis eran muy organizados y tenían documentos para juzgar a miles de personas. Al final juzgaron a 22 por una cuestión de espacio. Entonces, no había un criterio, justamente uno de los problemas de limitar el número de personas a perseguir es que no hay un criterio legal sino que es una cuestión política. Entonces, Alfonsín podría no haber hecho nada, anular la amnistía o decir que los jueces investiguen, como hizo [Fernando] de la Rúa después. Sin embargo, él propuso que se investigue a los jefes y a nadie más. El problema es que la ley que tuvo que aceptar, porque no tenía mayoría en el Senado, decía que las torturas y los actos atroces y aberrantes no pueden justificarse, cosa que es cierto. Entonces, esa idea de solo juzgar a los jefes se terminó y el Juicio a las Juntas hizo que la gente entendiera mucho más y quería que se castigue a todo el mundo. Así, la propuesta de Alfonsín, que era absolutamente épica en 1983, en 1987 y 1988 se transformó en cobarde.

—¿Y en ese sentido cómo evalúa la respuesta de Alfonsín a los levantamientos carapintadas?

—Alfonsín había prometido a los jefes militares que no iba a haber ningún oficial inferior acusado. Cuando no pudo manejar eso, cuando los jueces empezaron a investigar a los inferiores, los generales de Alfonsín dejaron de tener poder para controlar la situación, entonces el entonces presidente hizo aprobar las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, que no tienen justificación legal, pero fueron su política. Mis hijos no saben ni quién es [Mohamed Alí] Seineldín. Los levantamientos militares que ocurrieron entre 1987 y 1990 encontraron una oposición absoluta de la población, mi papá tenía más de 67 años y la primera vez en su vida que fue a una marcha fue contra el amotinamiento de Semana Santa. Y en el último levantamiento militar, no solamente los civiles reaccionaron sino que también los militares, para frenar el amotinamiento.

—A partir de su experiencia en la Corte Penal Internacional, ¿cómo ve el rol de los organismos de justicia internacional en los crímenes que suceden hoy por hoy en distintos países del mundo?

—Hoy hay una combinación de lo que pasaba en la Argentina en 1976 donde hay operaciones para enfrentar el terrorismo internacional que son ilegales posiblemente y criminales, pero coexisten con cortes internacionales actuando. Entonces, la Corte de Justicia Internacional, que dirime conflictos entre Estados, ha dicho que hay un riesgo de genocidio en Gaza. Y la Corte Penal Internacional, que investigaba personas, ha dicho que los líderes de Hamas cometieron crímenes contra la humanidad, pero también (Benjamín) Netanyahu y su ministro de Defensa cometieron crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad cuando bloquean el ingreso de bebida y alimentos a Gaza. No se puede atacar a los civiles en una guerra. Y el bloqueo de la comida y el agua a Gaza es un ataque a los civiles.

—Volviendo a la Argentina, ¿cómo evalúa el avance del juzgamiento de los crímenes de lesa humanidad cometidos por la dictadura desde la reapertura de los juicios y en particular el rol de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, que desde que asumió el secretario Alberto Baños despide a los abogados que están al frente de las querellas y desmantela los sitios de memoria?

—En la Argentina ya se juzgaron a más de 1.000 responsables de la represión. Son números increíbles. Hoy pienso que lo más preocupante es pensar un plan para enfrentar el crimen organizado. En Argentina no tenemos grupos guerrilleros hoy. No tenemos un terrorismo de Estado, pero sí tenemos crimen organizado, en Rosario muy notablemente. Hay que ser eficiente contra el crimen organizado. Estoy trabajando en cómo usar la inteligencia artificial para controlar el crimen organizado, tenemos que evolucionar. También en los abusos policiales. Si vos sos pobre y estás en la miseria, la policía se abusa.

En Argentina no tenemos grupos guerrilleros hoy. No tenemos un terrorismo de Estado, pero sí tenemos crimen organizado, en Rosario muy notablemente. Hay que ser eficiente contra el crimen organizado

Trabajé seis años en la Universidad de Harvard y ahora estoy en la Universidad de San Pablo, en un equipo con un físico y un matemático pensando estrategias para enfrentarlo. El crimen organizado no es un problema de la derecha o de la izquierda, es un problema de los argentinos. Tenemos que aprender de las experiencias internacionales. Una cosa muy importante en la región es que no hay guerras entre estados en América Latina. Hay un problema entre Venezuela y Guyana por petróleo, es un riesgo, pero no podemos permitir que haya guerras en la región. No hay armamento salvo en Colombia, no hay terrorismo internacional. Hay problemas muy serios de violencia estatal en Venezuela y en Nicaragua, pero el tema común a la región es el crimen organizado, que no se controla solamente por un país. Esa investigación estamos intentando hacer en San Pablo.

BK/JJD

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