Lo que los niños ciegos que recuperan la vista nos enseñan sobre la visión: para ver bien, primero hay que ver mal
En una sala del proyecto Prakash, en Delhi, una médica retira la venda de los ojos a un niño de 11 años y este empieza a ver el mundo por primera vez. Este pequeño ‘milagro’ se ha repetido con más de 500 niños desde que la iniciativa se puso en marcha en la India en 2005, liderado por Pawan Sinha, profesor de Neurociencias en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT). Un proyecto que tiene a la vez una faceta humanitaria y una parte científica, pues es una fuente de información muy valiosa para conocer cómo ven estos niños tras recuperar la visión y qué diferencias hay con el resto.
En un trabajo publicado este jueves en la revista Science, el equipo de Pawan Sinha revela un nuevo y sorprendente resultado: después de realizar diversas pruebas, han comprobado que los niños que recuperan la vista tienen más dificultades para detectar objetos si las imágenes están en blanco y negro, como si la recuperación de la visión, con la paleta completa de colores, fuera una desventaja para ellos a la hora de reconocer la realidad.
“El experimento fue muy sencillo”, relata Lukas Vogelsang, uno de los tres autores principales del estudio, a elDiario.es. “Tras la operación, a estos niños se les presentaban una serie de objetos cotidianos en una escala de grises y se les pedía que los identificaran. Y después se hacía lo mismo con imágenes en color”. Lo que vieron fue que en niños de control, con visión normal, apenas había diferencias de acierto entre unas imágenes y otras, pero en los niños del proyecto Prakash, cuando se quitaba el color, la tasa de reconocimiento caía de manera significativa.
Para ver bien, primero hay que ver mal
Este resultado lleva a los investigadores a plantear una novedosa hipótesis: que para ver bien y que nuestro sistema visual se configure de manera correcta, es importante empezar viendo mal, como les sucede a los bebés, que van de menos a más, tanto en visión de colores como en agudeza visual. O dicho de otro modo, que empezar a verlo todo bien puede jugar en contra de nuestra percepción, porque se trata de un sistema que necesita configurarse poco a poco. “Aunque intuitivamente puede parecer deseable una buena visión de los colores desde el principio, planteamos la hipótesis de que la inmersión inmediata de los niños Prakash en imágenes ricas en colores puede, de hecho, ser perjudicial”, escriben los autores.
De recién nacido, el niño con visión normal se ve privado, en cierto sentido, de la visión de los colores, y eso resulta ser una ventaja
Pawan Sinha y su equipo creen que la adquisición súbita de una visión completa de los niños del proyecto Prakash —que significa luz en sánscrito— puede inducir una dependencia anormalmente fuerte de las señales de color, un extremo que han corroborado también mediante un modelo computacional de visión. “Por el contrario, para las personas con visión normal, la experiencia temprana con entradas de color degradado puede resultar beneficiosa al crear instancias de representaciones que enfatizan la luminancia en lugar de las señales cromáticas, teniendo así una resistencia implícita a la eliminación del color”, argumentan. Es decir, el cerebro se entrena para usar el contraste de luz para reconocer formas. Y después, cuando llega el color, ya no es tan relevante para esta identificación.
“De recién nacido, el niño con visión normal se ve privado, en cierto sentido, de la visión de los colores, y eso resulta ser una ventaja”, afirma Sidney Diamond, neurólogo jubilado del MIT que ha participado en el estudio. El cerebro humano tiene más plasticidad en una etapa temprana de la vida y puede aprender fácilmente a identificar objetos basándose únicamente en su luminancia, comenta. Y, aunque parezca contraintuitivo, esa escasez de información sobre el color puede ser beneficiosa, ya que aprende a identificar objetos basándose en información escasa, algo que los niños de Prakash no experimentan.
Ver en blanco y negro
“La pregunta principal que condujo a realizar este estudio es por qué somos tan buenos reconociendo objetos y caras en antiguas fotografías o películas en blanco y negro, si en nuestra experiencia diaria percibimos los colores de forma vívida”, revela Vogelsang. “Nos preguntábamos cuáles podrían ser las bases de esta capacidad y hemos obtenido una repuesta estudiando a estos niños en India que nacen ciegos y son operados de su ceguera”.
Vogelsang anticipa que, con estos nuevos datos, podrán desarrollar sistemas de rehabilitación de la visión para estos niños de la India en los que adquirieran el color gradualmente, lo que podría mejorar su percepción todavía más. También informa de que en otras pruebas con pacientes de este proyecto operados de cataratas han observado que las limitaciones en la información sensorial temprana también pueden beneficiar otros aspectos perceptivos, como la agudeza visual y que esta hipótesis podría extenderse a otros aspectos del desarrollo, como la adquisición del lenguaje. “Cuando nacemos vemos muy borroso y esto va mejorando con el tiempo”, explica. “Lo que proponemos es que empezar a ver el mundo así podría ayudarnos a enfocarnos después en la escena general en vez de en los pequeños detalles, como el contorno de la cara”.
Sentidos ‘secuenciales’
Pascal Mamassian, director del Laboratorio de Estudios Perceptivos del CNRS, cree que este estudio ilustra los beneficios de desarrollar los sentidos de forma secuencial y proporciona nuevas estrategias de aprendizaje sólidas para redes neuronales artificiales. “Es probable que los estudios futuros que exploren la importancia de la maduración sensorial en múltiples etapas ofrezcan nuevos conocimientos sobre muchos otros fenómenos perceptivos”, escribe en un artículo de análisis publicado a la vez en Science. Mamassian también recuerda que la idea de que los sistemas perceptivos tardan en desarrollarse no es nueva. “Hace setenta años, el psicólogo Jean Piaget destacó que la percepción visual está excepcionalmente empobrecida al nacer y que se necesitan meses o incluso años para alcanzar la plena maduración”, escribe. “De hecho, algunas capacidades perceptivas parecen desarrollarse muy tarde”.
Luis Martínez Otero, neurocientífico experto en el sistema visual del Instituto de Neurociencias de Alicante (CSIC-UMH), considera este trabajo otra gran contribución a la ciencia del proyecto Prakash, que en la última década ha puesto en duda algunos de los conceptos más asentados entre los neurocientíficos visuales. En su opinión, con este nuevo experimento arrojan luz sobre cuestiones como por qué se demora tanto el desarrollo del sistema visual y, sobre todo, cómo consigue este sistema discriminar y dar sentido al constante flujo de información y las distintas características o propiedades presentes simultáneamente en una escena visual.
La capacidad de resolver distintos aspectos de una escena, como el color o el movimiento, no se desarrolla de manera simultánea, sino secuencial. Y hay una razón para ello
Para Martínez Otero, la respuesta que obtienen estos investigadores es fascinante por su sencillez. “La capacidad de resolver distintos aspectos de una escena, como el color o el movimiento, no se desarrolla de manera simultánea, sino secuencial”, explica. “Y hay una razón para ello, hacerlo así hace que no compitan a la hora de establecer y optimizar los mecanismos necesarios para reconocer e interactuar con los distintos elementos y objetos presentes en el mundo”. Por eso considera que conocer mejor estos aspectos ayudará mucho a diseñar mejores estrategias de rehabilitación visual y más eficientes algoritmos de reconocimiento de objetos en visión artificial, como ya se apunta en el artículo.
Ver sin las ‘muletas’ del color
La neurocientífica española Susana Martínez Conde, investigadora de la Universidad Estatal de Nueva York y experta en la visión de prestigio mundial, considera que se trata de un trabajo muy interesante. “Lo que me parece fascinante es el hecho de que la información cromática sea tan importante para estas personas después de recuperar la vista. Es algo en primer lugar inesperado y ciertamente sorprendente”, comenta. A su juicio, lo que estamos viendo aquí es que “estos niños que recuperan la vista se apoyan en el color para percibir la forma de los objetos, mientras que quienes hemos aprendido a ver progresivamente es una muleta que no necesitamos”, explica. También considera que el hecho de que algunos de estos críos no tengan ausencia total de visión, sino que perciben sombras y algo de color de manera precaria, ha podido jugar algún papel en este resultado.
Me parece fascinante que la información cromática sea tan importante para estas personas después de recuperar la vista. Es inesperado y ciertamente sorprendente
En el mismo sentido se manifiesta Luis Gómez Robledo, experto en psicofísica de la visión de la Universidad de Granada (UGR), quien recuerda que los autores trabajan con personas que no tienen una ceguera completa como tal, sino que ven muy borroso. “Están comparando niños que están viendo borroso toda su vida con niños que están siempre viendo bien —explica— y lo que muestran es que quien está viendo borroso toda su vida ha aprendido a fijarse en detalles como el color”. En cuanto a lo del color, agrega, es interesante el resultado, aunque señala que “hay muchísima variabilidad entre los observadores”.
Para el neurocientífico y divulgador Xurxo Mariño se trata de un estudio que muestra cómo el trabajo clínico de campo puede ayudar a entender los mecanismos más básicos de funcionamiento del sistema nervioso. “Con la particularidad de que aquí no se parte del laboratorio, sino que el proceso es al revés: a partir de un problema humano y social (niñas y niños con ceguera congénita en la India) se descubren mecanismos sobre el proceso de desarrollo de la visión”, asegura. “Y los resultados son muy interesantes: resulta que es mejor comenzar a ver poco a poco que abrir los ojos al nacer con una retina perfectamente formada”.
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