“Sin trabajo y sin comida”, los testimonios de la masiva movilización por San Cayetano
Nelly Maldonado tiene 15 años y espera en la fila para entrar la Capilla de San Cayetano, en Liniers, junto a Lionel, su hermano de 10 años. “Estamos acá porque mi papá se quedó sin trabajo hace dos días”, dice y corta la frase para no llorar. Agrega que el hombre trabajaba de recolector en una cooperativa a través de un plan social. Están con su mamá que cuida a otros dos hijos a unos metros. Cada fin de semana, Nelly, Lionel y su mamá trabajan como cuidacoches en la feria “El Zanjón” de José C. Paz. Es 7 de agosto y en Argentina se celebra el Día de San Cayetano, el patrono del pan y el trabajo. La iglesia desborda de fieles, pero este año también desborda la Plaza de Mayo donde se congregaron los movimientos sociales, sindicatos, organizaciones de derechos humanos y movimientos de curas villeros. Denuncian que no hay trabajo ni pan y que en los barrios la gente tiene hambre.
Celia Flores también espera para entrar, tiene 41 años y está con su bebé de 1, lo lleva envuelto en un aguayo colorido. “A veces no tengo para darle leche, ahorita tampoco. Por eso vengo a pedir a San Cayetanito”, cuenta mientras llora. Su marido la abandonó y no consigue trabajo, tampoco tiene con quién dejar a su hija. Cada día va a los comedores de González Catán para retirar tuppers con comida. Celia entra en las estadísticas de la UCA que muestran que 1 de cada 5 personas en Argentina es indigente.
Son las 9 de la mañana y sobre la calle Bynon hay tres cuadras de fila para entrar a la capilla a tocar al santo. Hace frío y está nublado. Mario Díaz, de 71 años, le manda un mensaje a su esposa asombrado por la poca cantidad de gente. Lo mismo dicen dos mujeres que conversan más adelante. “Años anteriores salía de trabajar a las 2 de la mañana y venía a hacer la cola, que estaba pasando la cancha de Vélez a 7 u 8 cuadras de acá”, dice. Es una observación con la que también coinciden los voluntarios que organizan a la gente. “Esto también pasó en el macrismo, hay gente que no tiene para llegar hasta acá y comer algo, entonces van a las capillas de sus barrios”, explican.
Luis Pavón tiene 39 años, es ingeniero mecánico y trabaja como delivery. Hace tres meses lo despidieron de una empresa. Cuando puede hace changas como pintor, plomero o electricista. Está con su esposa, Alicia Salas, de 41. Ella es técnica superior en Relaciones Industriales y desde hace tres meses limpia departamentos. Llegaron desde Venezuela hace 6 años y tienen dos hijas que no superan los 11. “Somos creyentes y salimos todos los días a remarla. He tenido muchas entrevistas, pero por ahora nada. El tiempo de Dios es el mejor”, sostiene Luis.
Pero a Liniers no solo llegan los pedidos de quienes perdieron sus empleos formales, también hay exbeneficiarios de planes sociales a los que el Gobierno Nacional dio de baja. Laura vino desde San Justo. Es una de las 27.000 personas a las que a principios de este año le quitaron el plan Potenciar Trabajo por supuestas irregularidades. “Fui a Misiones a trabajar con la cooperativa y de ahí crucé a Brasil, también a trabajar, y me quitaron el plan. Yo tengo 53 años y la secundaria completa y no consigo. Y yo quiero trabajar”, dice. Sabe que a su edad es más difícil.
Un desafío a la represión
La peregrinación desde San Cayetano hasta Plaza de Mayo es la primera movilización masiva después de la represión en el Congreso durante el debate de la Ley Bases en la que fueron detenidas más de 30 personas. Un punto de encuentro entre la CGT, las dos CTA y los movimientos sociales. La marcha que desde el 2016, en el inicio del macrismo, iniciaron “Los cayetanos” (Barrios de Pie, la CTEP y la Corriente Clasista y Combativa) hoy nuclea a los sectores populares y gremiales que rechazan las políticas de Javier Milei.
Hoy no hay represión, pero hay una presencia policial excesiva. Una hilera de efectivos de la policía de la Ciudad de una cuadra de extensión acompaña a los peregrinos por la Avenida Rivadavia. “Nos quieren intimidar, pero nosotros venimos a pedir trabajo”, dice Laura. También hay despliegue de vehículos y decenas de efectivos de la Policía Federal en las zonas aledañas al Congreso. Además, un vallado en Plaza de Mayo con acantonamiento de la Federal detrás de la Casa Rosada.
Los reclamos se dan en un contexto en el que el Ministerio de Capital Humano se resiste a cumplir con los tres fallos judiciales que lo intiman a regularizar la entrega de alimentos a las organizaciones sociales. Esa denuncia está en la movilización, hay mujeres que llevan delantales y ollas vacías. Piden la Emergencia Alimentaria y dicen que en los comedores tienen que decidir a quiénes priorizan para darles de comer. Que en sus barrios crece la violencia entre vecinos y dentro de las familias por la crisis económica.
“Una perturbada resignación”, así lo define José Oscari, docente de La Matanza y militante de Barrios de Pie. “Vemos una pérdida emocional, psíquica y psicológica en la sociedad. La gente no esperaba que este gobierno le saque todo lo que sacó. Veo personas arrepentidas, que pensaron que Milei le iba a resolver los problemas. Y lo que hay son deudas sobre deudas que generan malestar y violencia que se transmite a los chicos, lo vemos en el aula”. José carga en sus hombros una figura de San Cayetano a la que enciende velas los 7 de cada mes. “No me pesa, es una emoción. Tiene que ver con reivindicar la historia de los catolicismos y de los jesuitas, los sacerdotes villeros y tercermundistas”, dice.
En una Plaza de Mayo repleta, la figura de San Cayetano se mezcla con otras de la Virgen de Luján, el padre Carlos Mugica y Eva Perón que muestran el abanico de espacios que se concentran hoy para venerar al santo, pero también para poner límites a las políticas de ajuste de Milei.
DM/CDB
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