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Unidad de investigación
Custodia letal

Su hermana apareció ahorcada en una comisaría y quiere ser policía bonaerense para que la historia no se repita

“¿Qué pensás de los policías involucrados en la muerte de tu hermana?”, indagó la psicóloga de la escuela de la Bonaerense durante la evaluación de Nahiara.

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La pregunta la desarmó por completo. Aquel 9 de abril de 2024 era una mañana agradable en la Escuela de Policía Juan Vucetich de Olavarría, una ciudad húmeda de la pampa bonaerense. A través de los ventanales, el sol iluminaba la cara de Nahiara Abregú, de 19 años, sentada con las manos sobre su regazo frente a una psicóloga de la institución. Era su último examen para formar parte de una de las escuelas de policías más antiguas y numerosas: la de la provincia de Buenos Aires. No había tenido problemas en las otras pruebas: salud (“apta”), físico (“apta”), teórico (“apta”). Ahora, el escritorio de la psicóloga la separaba de su sueño de convertirse en una oficial bonaerense. Entonces, sucedió lo imprevisto: “¿Qué pensás de los policías involucrados en la muerte de tu hermana?”, indagó la especialista. Lo que siguió para la joven aspirante fueron respuestas que no convencieron, el rechazo para entrar a la fuerza (“no apta”) y un largo camino de regreso a Laprida envuelta en lágrimas. Antes de partir, sin embargo, Nahiara vio a sus compañeros de ingreso celebrar juntos la admisión a la escuela. Esa imagen bastó para convencerla: volvería a intentarlo. Lo haría por su hermana.

El 5 de junio de 2022, Daiana Abregú, de 26 años, apareció ahorcada en la celda de la comisaría de Laprida. Su historia, como contó la Unidad De Investigación (UDI) de elDiarioAR en el especial Custodia Letal, estuvo plagada de irregularidades. Desde su detención, mientras caminaba sola tras salir del boliche El Castillo, hasta su encierro en una comisaría inhabilitada para alojar detenidos, el caso se convirtió en uno de los más paradigmáticos sobre muertes bajo custodia de la Bonaerense. Como señalaron abogados de derechos humanos y peritos forenses a este medio, la misma policía de la provincia sospechada del crimen de Daiana participó en distintas dirigencias en la resolución del caso.

Además, no se respetó el Protocolo de Minnesota en la primera autopsia de Daiana, que establece cómo deben ser las investigaciones en muertes potencialmente ilícitas en manos de las fuerzas de seguridad. Entre sus principales características ordena ciertos estándares para la preservación del cuerpo y el análisis posterior de las autopsias forenses.

Cinco oficiales fueron detenidos y acusados por el presunto homicidio de Daiana. Sin embargo, tras dos años de una investigación a cargo del fiscal Ignacio Calonge ─criticado por la querella por impulsar una pesquisa “superficial” y “tendenciosa” a favor de la hipótesis policial del suicidio─ la Justicia dictaminó que la joven se habría quitado la vida, ahorcándose con su propia campera, apenas unas horas después de su detención por una contravención. 

Los efectivos acusados fueron liberados y cuatro de ellos ya se reincorporan a la fuerza bonaerense. Sólo una de las policías aguarda un juicio por incumplimiento del deber en el cuidado de Daiana, la única detenida en toda la comisaría al momento de su muerte. Su caso, como demuestra esta investigación de la UID, no fue el único en 2022. Ese año, según números de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), 13 personas aparecieron ahorcadas en diferentes dependencias de la provincia de Buenos Aires, la cifra más alta en los últimos diez años. 

En lo que va de 2024, este medio registró al menos cuatro casos con esa metodología de muerte en comisarías bonaerenses. Uno de ellos, el de Marcos Portela, también investigado por la UDI, presenta irregularidades similares a las de Daiana: detención arbitraria, destacamento inhabilitado y muerte con la policía como único testigo.

Nahiara Abregú tenía 17 años cuando su hermana fue hallada muerta. Pero desde los 15, al menos, desea ser oficial bonaerense. 

La otra hermana

Desde muy chica, Nahiara le decía a su mamá Laura que quería entrar al Ejército. No sabía bien por qué. La vocación de servicio. La desmesura de su presencia en los desfiles. Las armas. Todo eso junto. “Pero después me fue llamando más la atención la policía. Creo que es algo que te nace”, dijo Nahiara, un jueves de junio desde Laprida. Está parada delante de la comisaría donde hace dos años murió su hermana. Viste un buzo amarillo y el pelo largo, lacio, que cubre sus hombros. 

Nahiara recuerda bien aquel 5 de junio de 2022. Sus padres le avisaron en el living de su casa que Daiana había muerto. “Como que algo se me desconectó y quedó todo en silencio. No pude escuchar más”, recordó la joven. Las Abregú son seis hermanas, pero ellas tenían una conexión especial. “Éramos muy compinches. Nos gustaba salir a bailar y jugar a la pelota. Casi jugamos enfrentadas, si no ocurría lo que pasó”, contó. Una semana después de su muerte, los equipos de fútbol femenino de Laprida de ambas hermanas iban a enfrentarse en un partido. Daiana jugaba en la primera del Club Lilán. Nahiara había sido recién convocada al primer equipo de Platense. “A veces me imagino como hubiera sido ese partido”, afirmó Nahiara, entre risas. 

La muerte de Daiana la afectó. Durante un año se “encerró”. Abandonó su último año de secundario y casi no salía de su casa. Sin embargo, con el avance de la investigación judicial y la mediatización del caso, Nahiara se fue convenciendo de algo: “No me importaba si se había suicidado o la mataron, la cuestión es que estaba bajo el cuidado de la policía y no cumplieron su deber”, aseguró la joven. Fue entonces que lo decidió. Entraría a la fuerza bonaerense. “No me gustaría que a otros detenidos les pase lo de Daiana”, agregó Nahiara. “Quiero ser policía para ayudar a la comunidad. Me gustaría llegar a ser comisaria”, dijo.  

Jóvenes y policías

Ana Passarelli es socióloga y autora del libro La Local: un estudio de jóvenes (y) policías en Quilmes. La especialista entrevistó a veinte jóvenes policías de lo que en su momento fue la Policía Local, un proyecto de seguridad urbana que se lanzó en 2015 en toda la provincia de Buenos Aires, pero que finalmente terminó absorbiendo la Bonaerense al poco tiempo. 

Entre las motivaciones de los jóvenes aspirantes para entrar a la fuerza, Passarelli destacó tres aspectos: la influencia familiar, la vocación de servicio y el acceso a un empleo estable y en blanco. “Muchos ingresantes vienen de trabajos informales y estratos populares. Pasar a formar parte del Estado es una garantía laboral atractiva”, puntualizó la socióloga a elDiarioAR. Otro factor de ingreso que señaló Passarelli es la posibilidad de entrar, luego de haber sido rechazado de otras fuerzas. “Muchos oficiales bonaerenses fueron rechazados inicialmente de la Federal, dado que tienen requisitos y exigencias diferentes”, evaluó la investigadora. Sin embargo, la especialista enfatiza en que actualmente los jóvenes policías priorizan tener un empleo que “les permita también disfrutar su vida privada, sin pensar tanto en la vocación de servicio”. 

Asimismo, el antropólogo y miembro del Grupo de Estudios en Policía y Fuerzas de Seguridad de la Universidad de Quilmes, Tomás Bover, puntualiza que en contextos de crisis económica como los actuales, crecen las inscripciones para entrar a las diferentes fuerzas de seguridad. “Más allá de que muchos puedan identificarse con la cuestión ideológica del monopolio de la violencia, el mercado laboral está más limitado. La promesa de un trabajo estable seduce por sobre otras motivaciones”, aseguró Bover a elDiarioAR

Sin embargo, el investigador señaló que actualmente los municipios tienen “enormes problemas” para reclutar nuevos agentes. “Hoy la Bonaerense tiene 90 mil integrantes cuando hace unos años tenía 30 mil policías menos”, apuntó el especialista. “Se agotó la fuente de reclutamiento”, agregó Bover. “Las nuevas formas de trabajo, como las aplicaciones o el cuentapropismo pusieron en tensión la capacidad de captación de aspirantes nuevos por parte del Estado”, sostuvo el antropólogo.

La comisaría de Laprida

El 5 de junio se cumplieron dos años de la muerte de Daiana. Su familia hizo una marcha en las inmediaciones de la comisaría. Pegaron carteles y cortaron calles. Al igual que durante la marcha del primer aniversario, fueron reprimidos. “Le pegaron a mi hermana más chica”, aseguró Nahiara. 

Los hechos de violencia por parte de la dependencia no son nuevos. Como contó la UDI de elDiarioAR, previo a lo sucedido con Daiana, hubo denuncias por vejaciones y golpizas dentro de la comisaría. Además, en 2003, la dirección de Asuntos Internos de la provincia tenía previsto llegar a la ciudad a fines de julio para revisar una serie de expedientes y documentación sensible del destacamento. El 21 de julio, como detalla el Diario Popular de esa fecha, un “depósito con documentación y otros elementos” se incendió. En la foto del hecho un bombero mira a cámara, mientras señala biblioratos de carpetas carbonizadas. 

En agosto de ese año, el peritaje de esa investigación determinó que el fuego se originó de forma “intencional”. En la noticia, figura que el excomisario de la estación separado por el caso Daiana estaba presente cuando las llamas se avivaron. “El incendio se originó voluntariamente sobre los libros y biblioratos”, concluyó el peritaje.

Nahiara aclaró que ella no tendría problema en trabajar con los policías que estuvieron involucrados en la muerte de su hermana. “Creo que es a ellos a quienes les molestaría”, afirmó. “La Justicia dijo que mi hermana se suicidó. Pero también que no la cuidaron”, agregó. El año próximo volverá a intentar entrar a la Policía Bonaerense. “Para que no le vuelva a pasar a nadie lo que le sucedió a mi hermana”.

FLD/ED

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