El aislamiento social aumenta el riesgo de demencia, pero el uso de tecnologías puede ayudar a evitarlo
En dos estudios realizados a partir de datos representativos a escala nacional del Estudio Nacional de Tendencias de Salud y Envejecimiento recopilados sobre miles de estadounidenses, investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins y de la Facultad de Salud Pública Bloomberg (Estados Unidos) han aumentado las pruebas de que el aislamiento social es un factor de riesgo “sustancial” de demencia en adultos mayores que viven en la comunidad (no institucionalizados), y han identificado la tecnología como una forma eficaz de intervenir.
En conjunto, los estudios no establecen una relación directa de causa-efecto entre la demencia y el aislamiento social, definido como la falta de contacto social y de interacciones regulares con otras personas. Pero, según los investigadores, los estudios refuerzan las observaciones de que tal aislamiento aumenta el riesgo de demencia, y sugieren que esfuerzos relativamente sencillos para aumentar el apoyo social de los adultos mayores -como el envío de mensajes de texto y el uso del correo electrónico- pueden reducir ese riesgo.
“Las relaciones sociales son importantes para nuestra salud cognitiva, y pueden modificarse fácilmente en los ancianos sin necesidad de medicación”, afirma el doctor Thomas Cudjoe, profesor adjunto de Medicina en la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins y autor principal de los dos nuevos estudios.
El primer estudio, descrito en la revista 'Journal of the American Geriatrics Society', utilizó datos recopilados sobre un grupo de 5.022 beneficiarios de Medicare para un estudio a largo plazo conocido como 'National Health and Aging Trends', que comenzó en 2011. Todos los participantes tenían 65 años o más, y se les pidió que completaran una entrevista anual de dos horas en persona para evaluar la función cognitiva, el estado de salud y el bienestar general.
En la entrevista inicial, el 23 por ciento de los 5.022 participantes estaban socialmente aislados y no mostraban signos de demencia. Sin embargo, al final de este estudio de nueve años, el 21 por ciento de la muestra total de participantes había desarrollado demencia. Los investigadores concluyeron que el riesgo de desarrollar demencia a lo largo de nueve años era un 27 por ciento mayor entre los adultos mayores socialmente aislados en comparación con los adultos mayores que no estaban socialmente aislados.
“Los adultos mayores socialmente aislados tienen redes sociales más pequeñas, viven solos y su participación en actividades sociales es limitada”, afirma Alison Huang, doctora y máster en Salud Pública, investigadora asociada sénior de la Facultad de Salud Pública Bloomberg de la Universidad Johns Hopkins. “Una posible explicación es que tener menos oportunidades de socializar con otros disminuye también el compromiso cognitivo, contribuyendo potencialmente a aumentar el riesgo de demencia”, añade.
Las intervenciones para reducir ese riesgo son posibles, según los resultados del segundo estudio, publicado en la revista 'Journal of the American Geriatrics Society'. En concreto, los investigadores descubrieron que el uso de tecnologías de la comunicación como el teléfono y el correo electrónico reducía el riesgo de aislamiento social.
Los investigadores del segundo estudio utilizaron datos de los participantes en el mismo estudio 'National Health and Aging Trends', y descubrieron que más del 70 por ciento de las personas de 65 años o más que no estaban socialmente aisladas en su cita inicial tenían un teléfono móvil y/o una computadora en funcionamiento, y utilizaban regularmente el correo electrónico o los mensajes de texto para iniciar y responder a otras personas.
A lo largo de los cuatro años que duró la investigación de este segundo estudio, los adultos mayores que tenían acceso a este tipo de tecnología mostraron sistemáticamente un riesgo de aislamiento social un 31 por ciento menor que el resto de la cohorte.
“La tecnología básica de comunicaciones es una gran herramienta para combatir el aislamiento social”, afirma el doctor Mfon Umoh, becario posdoctoral en medicina geriátrica de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins. “Este estudio demuestra que el acceso y el uso de tecnologías sencillas son factores importantes que protegen a los adultos mayores contra el aislamiento social, que se asocia a importantes riesgos para la salud. Esto es alentador porque significa que intervenciones sencillas pueden ser significativas”, añade.
Según los investigadores, el aislamiento social ha sido objeto de gran atención en la última década, especialmente debido a las restricciones aplicadas con motivo de la pandemia de Covid-19, pero es necesario seguir trabajando para identificar a las poblaciones de riesgo y crear herramientas para que proveedores y cuidadores minimicen el riesgo. Las futuras investigaciones en este campo deberían centrarse en el aumento de los riesgos en función del sexo biológico, las limitaciones físicas, la raza y el nivel de ingresos.
Europa Press.
IG
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