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Opinión - Economías

Un cuento de terror: por qué la caída de las criptomonedas descorazona a los entusiastas

No es todo lo mismo y no existe es una guía para distinguir los "fundamentals" detrás de cada cripto
26 de mayo de 2022 07:02 h

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Los Cuentos de la Cripta fue una serie de televisión estadounidense de los años 90 basada en un cómic de terror. Fue puesta al aire a lo largo de siete temporadas que sumaron 93 episodios de media hora cada uno. Modernamente, la inesperada remake de esta serie son los Cuentos de las Criptos, algunos no menos terroríficos que aquellos.

El paralelismo no es solo un módico juego de palabras. Como suele ocurrir en las ficciones de horror, los protagonistas se muestran al principio despreocupados y entusiasmados, incluso disfrutando de una fiesta descontrolada. El momento propicio, como bien saben los asiduos a este género, para la aparición de las maldiciones y las fatalidades que provocarán el espanto en los protagonistas. En el mundo cripto este contraste es una condición necesaria para el desastre. Todo proyecto financiero debe contar con un arrebato inicial de optimismo exagerado que construya un castillo en el aire, que luego se derrumbará dando lugar al pánico generalizado.

El último cuento de terror de las criptos fue la caída vertical que sufrió TerraUSD (en breve, UST). En palabras simples, UST es un token, que suena como un elemento muy sofisticado pero no es más que un fichín como los que usábamos en mi época para los videojuegos, con la diferencia de que es digital y no físico. Los token se crean para recompensar por un trabajo, generar un incentivo, e incluso financiar proyectos de inversión. Doy un ejemplo con el que me topé últimamente. Un programador elabora una aplicación para jugar al ajedrez online, y el ganador se lleva un premio en dinero, sin pagar inscripción alguna ni tampoco perder su plata si le dan jaque mate. Este “negocio” estimula a mucha gente a jugar con esta app, y su creador cuenta entonces con buenas posibilidades de vender publicidad en ella. Pero la venta de publicidad no está garantizada, de modo que la gracia del negocio es pagarles a los ganadores no en dólares contantes y sonantes, sino en la moneda que inventa el propio programador, un token. A su vez, este fichín cotiza en el mercado y, si su demanda (para otros usos o para ahorro) supera a su oferta (la producción de nuevos fichines), entonces subirá de precio.

Como imaginará el lector, esta lógica permite la creación de innumerables criptomonedas nuevas, cuya supervivencia dependerá de su cotización en el mercado; esto es, de su grado de aceptación. Muchos token morirán a poco de nacer, pero otros comenzarán a ser utilizados para intercambios. Los más exitosos se usarán como reserva de valor, abrigando la esperanza de convertirse en el próximo bitcoin, agregando un montón de ceros a su valor. 

Un obstáculo natural para estas iniciativas digitales es que si su precio es muy fluctuante no serán demasiado demandados. Dado que parte de su aceptación y valor de mercado dependen de su utilidad para comprar y vender bienes (o quizás otras monedas), sería deseable que esta referencia monetaria fuera estable. Esto dio lugar al nacimiento de las llamadas stablecoins, una de las cuales es la conspicua UST. Una stablecoin promete estar plenamente “respaldada” en dólares* y, por lo tanto, su precio debería ser, si todos le creen, exactamente de un dólar. A los argentinos esto definitivamente nos suena.

Hasta el 9 de mayo cada UST valía un dólar porque se confiaba en su plena convertibilidad. Pero en cuanto se sospechó que tras esta cripto no había un sillón sino una banqueta sin respaldo, su precio se desplomó y dos días después valía un 70% menos. Tras el pánico, se intentó instrumentar un plan de recuperación, que duró unas pocas horas. Hoy por cada UST se pueden conseguir a lo sumo 8 centavos de dólar.

Si bien nos hemos acostumbrado a las indisposiciones transitorias de varias de estas monedas ficticias (que suelen contagiar al conjunto de las cripto), el patatús de un activo que sugería la convertibilidad uno a uno con el dólar ha sido un golpe especialmente duro. El punto es que para muchos oferentes de criptomonedas estos “respaldos” no son fáciles de demostrar, ni de sostener en el tiempo. 

La credibilidad es un problema típico de los países que tienen un sistema convertible de su moneda local, sea en dólares o en oro. Estas economías rinden examen de confianza prácticamente todos los días, y deben dar cuenta de forma transparente de sus reservas, y también contar con un plan económico sostenible que asegure la convertibilidad en el futuro. Esto es lo que llamamos fundamentals de un esquema monetario basado en la credibilidad.

Pero nada de esto forma parte del mundo cripto. En este planeta la confianza suele basarse en oscuras declaraciones acerca de tecnologías aún no implementadas e incomprensibles para la mayoría, o también en utopías políticas destinadas a convencer principalmente a jóvenes crédulos. Desde luego que algunos de los proyectos de monedas digitales están perfectamente justificados en términos de los beneficios concretos que prometen. Bitcoin y su tecnología blockchain (que los expertos siguen esforzándose en explicar a los legos sin resultado aparente) bien podría ser un caso en cuestión.

Lo que no existe es una guía para distinguir los fundamentals detrás de cada cripto, porque adivinar el futuro es extremadamente difícil y no se dispone de un manual para separar proyectos auspiciosos de los que finalmente serán puro humo. Los analistas insisten en promover la “alfabetización financiera”, un buen consejo cuando se trata de tomar decisiones sensatas para ahorrar en activos normales. Pero es una fantasía creer que la mayoría logrará discernir entre tokens de plástico barato y de metal duro. 

Las cripto pueden ser un excelente vehículo para financiar proyectos de avanzada que no tendrían lugar si dependieran de los mecanismos tradicionales. Pero es importante tener presente que este vehículo circula por la misma vía que un tren fantasma, donde cuando uno menos se lo espera puede sufrir un infarto. 

*Si bien UST nunca dijo estar respaldada en dólares, el nombre de stablecoin, su sigla y su paridad 1 a 1 le sugieren al público que lo está.

Modificado el 27 de mayo de 2021 a las 10.55

PM

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