Los industriales, entre la esperanza y el pánico ante el nuevo gobierno
Cuando Sergio Massa se enteró de que el grupo Techint, el más poderoso dentro de la Unión Industrial Argentina (UIA), estaba aportando fondos a la campaña de Javier Milei en segunda vuelta, le preguntó a uno de sus ejecutivos por qué no lo financiaban a él. “Es que vos no nos pediste”, le respondieron en el conglomerado de Paolo Rocca, que primero sostuvo económicamente a Patricia Bullrich y después al libertario. En Techint niegan preferencias, pero dentro de la UIA había quienes distinguían entre grandes grupos que se jugaron por Milei con tal de desplazar al peronismo y otros medianos y pequeños que apostaron a Massa por el miedo a la apertura económica que promueve el ahora presidente electo, más allá de que diga que lo hará después de bajar los impuestos y flexibilizar los derechos laborales.
Ahora que Milei ya fue elegido los industriales citados este jueves en la conferencia anual de la UIA, en el Centro de Convenciones porteño, combinaban dentro de sí sentimientos mixtos de esperanza y pánico por el nuevo gobierno. El libertario sigue esquivando el contacto con los empresarios manufactureros, quizás por su proteccionismo, pero al menos envió a la futura canciller Diana Mondino y a quien será el ministro del Interior, Guillermo Francos, que también sembraron emociones contrapuestas.
Por un lado, hay expectativa porque hasta los industriales más proteccionistas que votaron a Massa admiten que debía cambiar el modelo económico actual, que tiene que ordenarse la macroeconomía, eliminar las autorizaciones para importar —las llamadas SIRA— y acceder a los dólares para trae los insumos necesarios del exterior para producir aquí, de modo de evitar nuevos parates de plantas como los actuales.
También se ilusionan con se quite la maraña de regulaciones en toda la economía, incluido los múltiples tipos de cambio y sus restricciones, se avance hacia el final del cepo cambiario, los controles de precios —a diferencia de los consumidores, que están asustados por los aumentos que vendrán—, la reforma laboral y la modernización del Estado para tornarlo más eficiente. Además valoran que el presidente una vez electo haya dado marcha atrás en los hechos con sus ideas de dolarizar, cerrar el Banco Central y suspender relaciones diplomáticas con Brasil y China, los dos principales socios comerciales de la Argentina.
Por otra parte, hay temores. Se teme que si tanto la cuesta a Milei armar un gabinete, también le será difícil gestionar el Estado. Hay dudas porque todavía falta conocer bien el equipo, el plan y las medidas que se adoptarán. Habrá que esperar definiciones.
Valoraron que Francos reconociera la necesidad de consensos porque La Libertad Avanza no gobierna ni una provincia y apenas tiene diputados y senadores, pero esas carencias también inquietan. Elogiaron al ministro del Interior por plantear que el futuro gobierno será una construcción de un sendero, pero temen que cuando arranque intente hacer todo de una vez. Recelan por la apertura comercial que plantea Mondino al prometer este jueves que prescindirá de herramientas de defensa de la producción local que aplican todos los países como son las licencias no automáticas. Se espantan del impacto de la devaluación del peso oficial en las tarifas de energía o que no la canciller no prevea una solución a la deuda de US$30.000 millones de las empresas con sus proveedores del extranjero. Un empresario advierte que “si en diciembre y enero no se regularizan las importaciones, que no se pagan desde hace un mes, va a haber problemas para producir”.
El presidente de la UIA, Daniel Funes de Rioja, celebró en su discurso la intención de Milei de “modernización laboral”, es decir, que los nuevos empleados dejen de cobrar indemnización si los despiden, y la supresión de los controles de precios para su “sinceramiento” —el modo elegante para referirse a los aumentos demorados— hasta donde el mercado lo permita, es decir, el bolsillo de la gente. Ya hay compañías remarcando antes del cambio de gobierno y con la previsión de que el dólar oficial puede salta incluso hasta $700, pero otras aún fijan sus precios al nivel actual de $368. Funes de Rioja también pidió por la defensa de la industria.
En tanto, el presidente de la Conferencia Industrial Argentina 2024 y también de la fabricante de golosinas Georgalos, Miguel Zonnaras, reclamó un “programa contundente y confiable porque si no, a mediano plazo se complicará”. Opinó que debe establecerse un puente hasta la cosecha de soja y maíz de abril próximo. “En lo inmediato habrá un sinceramiento de precios, quizá el dólar oficial sube al nivel del dólar exportador de hoy, de unos $600, eso va a tener impacto en los precios como la energía y los combustibles, pero si (el ministro de Economía, Luis) Caputo hace valer sus relaciones y consigue plata de afuera, es probable que el tipo de cambio se tranquilice”, sostuvo Zonnaras, que admitió diferencias sobre la visión industrial de Milei, pero advirtió que no se puede seguir fabricando sin importaciones de insumos como en las últimas semanas. Ya hay desabastecimiento de ciertos productos importados.
AR/JJD
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