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Con la mayor inflación en 32 años y crisis de divisas, pero sin colapsar, la economía creció 5% en 2022

Bajó el desempleo, pero lo que más crece es el empleo informal y el salario sigue sin recuperarse.

Alejandro Rebossio

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Es difícil hablar de crisis económica cuando el PBI aumentó más del 5% en 2022, creció por segundo año consecutivo por primera vez desde 2010-11. Sin embargo, economistas consultados la llaman así porque la inflación se disparó del 50% en 2021 al 95%, el mayor nivel desde la hiperinflación de 1990. Así como la Argentina no ganaba un mundial desde hacía 36 años, tampoco sufría tanta suba de precios desde hace 32. Por la guerra de Ucrania, también las grandes potencias occidentales sufrieron la mayor inflación en cuatro décadas. La Argentina además padece una crisis de divisas, que la ha obligado a racionarlas a los sectores productivos que las necesitan para importar insumos y así producir más. Pero al menos se ha evitado el colapso que se desató en julio tras la renuncia de Martín Guzmán al Ministerio de Economía. En agosto asumió en esa cartera alguien sin formación económica, Sergio Massa, pero con la cintura política para aplacar las discusiones del Frente de Todos en la materia, ajustar las cuentas públicas y enderezar el rumbo, más allá de que las soluciones de largo plazo continúan pendientes. No por nada 2023 se presenta como un año de estancamiento con alta inflación.

La crisis no es nueva. Desde 2012 en adelante se ha congelado el aumento del PBI per cápita, que había crecido de 2002 a 2011. La pobreza afecta al 37% de los argentinos. La desocupación bajó al 7%, pero lo que más crece es el trabajo precario. Por eso, el 37% de los empleados se desempeña sin derechos, en negro. Los salarios no se recuperan, tras perder un quinto de su poder de compra en el gobierno de Mauricio Macri. El dólar oficial, que había arrancado 2022 en $ 108, lo finalizó en $ 183, por lo que corrió por debajo de la inflación. El blue o ilegal también avanzó pero menos que los precios: de $ 208 a fines de 2021 a $ 350.

Este año la economía creció más del 5% respecto de 2021, aunque en los últimos meses ha mostrado signos de agotamiento. “Hay crisis igual porque en ese 5% tenés unos 5 últimos meses con números negativos a nivel mensual desestacionalizado”, opina María Castiglioni, de C&T Asesores Económicos. “Maximizamos el presente de la mano del mayor gasto público, tasas de interés reales negativas y cepo cambiario, pero el ajuste llegó. O sea, terminamos mucho peor en términos de actividad. Hay tensión permanente entre las variables fiscales, monetarias y cambiarias”, apunta Castiglioni.

Maximizamos el presente de la mano del mayor gasto público, tasas de interés reales negativas y cepo cambiario, pero el ajuste llegó

María Castiglioni C&T Asesores Económicos

Ricardo Delgado, de la consultora Analytica, calcula que el año cerró con un alza del 5,5% en la actividad, una inflación del 95% y un déficit fiscal primario (antes del pago de deuda) del 2,5% del PBI, justo la meta pactada con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Massa repite una y otra vez que Guzmán había dejado un rojo del 12%, aunque también le explicó por escrito al FMI que el desvío ocurrió en parte por el impacto de la guerra en la importación de la energía. “Crisis entendida como crisis cambiaria no vemos, pero sí muchas restricciones para generar dólares y bajar la inflación más allá del 5% mensual -opina Delgado-. La clave es llegar en condiciones más o menos ordenadas a abril, y esperar que llueva”, se refiere a la cosecha gruesa, la de soja y maíz, que provee los dólares para aflojar las restricciones a las importaciones y la recaudación de retenciones para bajar el déficit al 1,9% acordado con el Fondo. Ambos objetivos dependen también de que Energía Argentina SA, la empresa estatal que preside el cristinista Agustín Gerez, haga cumplir a las constructoras Techint, Sacde, Esuco y BTU con el plazo de terminar el gasoducto Néstor Kirchner el 20 de junio, lo que aportaría gas de Vaca Muerta y reduciría las compras externas desde tierras lejanas como las mundialeras de Qatar.

Crisis entendida como crisis cambiaria no vemos, pero sí muchas restricciones para generar dólares y bajar la inflación más allá del 5% mensual. La clave es llegar en condiciones más o menos ordenadas a abril, y esperar que llueva

Ricardo Delgado Analytica

Hernán del Villar, de la consultora Alpha, calcula que el PBI habrá crecido en 2022 un 5,4%, con una inflación del 95% y salarios que fueron por detrás, con una suba de sólo el 84,7%. “No diría que hay una crisis coyuntural. Tenemos una crisis estructural casi permanente si miramos el estancamiento económico y del nivel de empleo, el de pobreza, nuestra tasa récord de inflación. Coyunturalmente este programa económico va a ir zafando. Es una economía sin futuro si no se hacen cambios de fondo”, opina Del Villar.

Tenemos una crisis estructural casi permanente si miramos el estancamiento económico y del nivel de empleo, el de pobreza, nuestra tasa récord de inflación. Es una economía sin futuro si no se hacen cambios de fondo

Hernán del Villar Alpha

En un banco extranjero, que prefiere mantener el anonimato, también hablan de crisis estructural al advertir que el estándar de vida está estancado desde hace diez años. Calculan que el PBI creció al 5% en 2022, pero el año nuevo lo hará al 0,7% con una inflación del 107%, pero otras entidades competidoras plantean que es posible que baje al 80% por la reducción de los desequilibrios macroeconómicos y los acuerdos de precios. En el banco foráneo atribuyen la expansión de año saliente al arrastre estadístico de un 2021 de recuperación de la pandemia y prevén un parate en 2023 por la estela que deja 2022. Tras la vuelta a la normalidad tras el Covid-19, no hay una recuperación del salario, del crédito o de la inversión que justifiquen una expansión fuerte, la desconfianza continúa y por eso se sostiene la escasez de dólares. De todos modos, la expectativa que había de desaceleración económica se corrió del tercero al cuarto trimestre de 2022, el temor al abismo tras la salida de Guzmán se aquietó con el ajuste fiscal de Massa, incluida la suba de tarifas, y se logró ir cubriendo el financiamiento público en el mercado local, aunque siempre con tensión, signo de que la crisis persiste. La inflación se duplicó por el impacto de la invasión rusa a Ucrania en las cotizaciones de las materias primas, porque aún hay un rojo fiscal que ya no se financia con emisión monetaria, pero esta todavía persiste para que el Banco Central intervenga en el mercado de deuda pública, compre dólares a los sojeros o derechos especiales de giro (DEG) al Tesoro, según reflexionan en el banco.

AR

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